Literatura en el Zulia en el Siglo XX y comienzos del XXI a través de los grupos literarios
Como se ha dicho al referirse a la literatura del siglo XIX, toda la hecha en el Zulia se ha venido desarrollando a través de grupos, generaciones y/o movimientos literarios, los cuales se reunían en torno a una revista o periódico que le servía de órgano de expresión. Algunos de ellos redactaron su manifiesto o escrito programático. En estos grupos juveniles sus integrantes escribieron y publicaron sus trabajos literarios; más tarde, fenecido el grupo, no todos pero algunos de ellos, continuaron escribiendo una obra más madura que los consagró como escritor. También hubo escritores a lo largo de la historia de la literatura en el Zulia, no agrupados, que no surgieron de grupos literarios y que desarrollaron su obra individualmente. Por ello, se comienza hablando de un escritor no agrupado, antes de empezar con los grupos literarios, como fue el caso de Udón Pérez, que vivió entre los dos siglos e inmediatamente después se hará un recorrido desde el grupo literario “Ariel” de comienzos del siglo XX hasta el grupo de vanguardia poética “Apocalipsis”, abarcando más de la mitad de este siglo. Luego, se continúa en la década de 1960 con el grupo “40 Grados a la Sombra” hasta finalizar el siglo con las agrupaciones literarias universitarias, el último de ellos y de efímera existencia “Voz y Letras” y las actividades de la Sala-Taller “Esther María Osses” de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia. Posteriormente, iniciado el tercer milenio con las dos primeras décadas con el primer grupo “En voz alta” hasta el último grupo literario hasta ahora, “Bitácora de Fuego” (2014).
El parnasianismo cabalgando entre los Siglos XIX Y XX: Udón Pérez como máximo exponente
Su nombre completo era Abdón Antero Pérez Machado. Este ilustre maracaibero fue maestro, juez, periodista, servidor público, poeta y dramaturgo, conocido como Udón Pérez (1871–1926) A los dieciséis años estrenó El regreso del pirata, su primera obra teatral en verso, llevada a escena por un grupo de jóvenes aficionados, entre los cuales estaba el mismo Udón. En la instalación de la Universidad del Zulia leyó sus propios poemas. A partir de este momento inició su brillante carrera como poeta ganando numerosos galardones, que lo convirtieron en el maestro del verso en el Zulia, llenando un cuarto de siglo de poesía vernácula criolla, editando muchos de sus poemas en libros, además de escribir dramas en verso, la letra del Himno del Zulia y editar periódicos y revistas, como El Centinela (1893), en colaboración con Marcial Hernández y Alma Latina (1919), en colaboración con Rafael Yepes Trujillo. Los 54 premios que ganó a lo largo de su vida en distintos certámenes poéticos y sobre todo las cuatro flores naturales de los Juegos Florales, lo convirtieron en Maestro del Gay Saber. Dominó todos los géneros poéticos y todos los estilos, dentro de la preceptiva clásica y en algunos momentos hizo poesía modernista al estilo de Darío, pero siempre terminó volviendo a lo clásico, a Núñez de Arce, su arquetipo. Su poesía fue fundamentalmente descriptiva, cantor del pueblo, de la raza, de los héroes, del paisaje lacustre, de sus leyendas autóctonas, su geografía exuberante, el descubrimiento, la conquista y la independencia; también cultivó la poesía intimista, lírica, mística y para muchos críticos, su obra más valiosa son las versiones de grandes poetas extranjeros, sobre todo portugueses y franceses, de los cuales hizo verdaderas creaciones. Sus dramas fueron de ambiente regional y plantearon conflictos de prejuicios sociales y religiosos, propios de la época, con versificación clara y filosofía social, que lo ligan al teatro de Echegaray y Zorrilla. Su letra del Himno del Zulia, con música de José Antonio Chaves, ha resultado críptica para algunos y así se han hecho análisis de sus versos, que desde luego tienen una gran marcialidad, donde se conjugan la mitología griega y la descripción de la naturaleza zuliana y sus héroes.
Su obra publicada es la siguiente: La Maldición (1897); Vendida (1898); La Escala de la Gloria. Monólogo en verso (1899); La Voz del Alma (1901); Notas Líricas a la Sociedad Mutuo Auxilio en sus Bodas de Plata (1901); Lira Triste (1903 y 1971); Frutos Naturales. Drama en tres actos i en verso (1904 y 1933); La Leyenda del Lago (1908); Himno del Zulia (1910); Ánfora Criolla (1913 y 1951); Trípticos Apendiculares o Comentarios a un Apéndice (1915); Dos Poemas (1916); El Gordo (coautor con Octavio Hernández), drama original en tres actos i en verso (1917); Colmena Lírica (1921); Bajo los Sauces (1921); Divino Mundo i El Cocotero (coautor con Rafael Yepes Trujillo); 1923. El Alma de la Bandera. Pastorela. La Regadora. La Piedad de la Esfinge. Versiones (s/a); Plectro Rústico (1924); Láurea. Cantos Patrióticos (1927 y 1957); Hojas y Pétalos. Poesías (1929); Cantos de Udón Pérez al Libertador (1940); Poesías (1943); Evocaciones Íntimas (1951); El Jardín de las Caricias. Versiones (1952); Calcos. Versiones Poéticas (1952); Antología de su Obra (1968); Antología Poética (1976); Rosas secas (Poemario inédito) 2004; Antología poética (2010).
El modernismo: los grupos “Ariel” (1901-1903) y “Proshelios” (1906-1910). los exponentes de esta corriente en el “centro literario del Zulia” (1908-1911).
Grupo “Ariel”
El grupo literario Ariel (1901-1904) fue el introductor del modernismo en el Zulia. Fue la primera agrupación literaria zuliana generacional en el siglo XX. Entre siete jóvenes del grupo LOS MECHUDOS, surgió la hermandad y el interés común por la literatura y así emergió este valioso grupo de jóvenes intelectuales zulianos, que se impusieron como objetivo fundamental, romper las vetustas estructuras románticas e imponer en el Zulia la nueva corriente literaria de las letras americanas: el modernismo, que acaudillaba el gran poeta nicaraguense Rubén Darío. Ellos eran: Emiliano Hernández, Elías Sánchez Rubio, Jesús Semprum, Rogelio Illarramendy, José Antonio Butrón Olivares, Gustavo Adolfo Cohen y Benito Alberto D’Erizans; constituyeron el grupo Ariel en honor a la inmortal obra de José Enrique Rodó, leída con pasión por todos los jóvenes latinoamericanos, y publicada en 1900, como un auténtico manifiesto a la juventud de América, al plantear la conciencia latinoamericanista frente al imperialismo de los Estados Unidos. Los jóvenes zulianos asumieron el arielismo casi como una ideología, que lograba captar su ideal de innovación, de cambio y de renovación. Decidieron fundar un órgano de difusión, con el mismo nombre del grupo, para poder expresar sus inquietudes literarias, y así el día 23 de marzo de 1901, nació el periódico Ariel; su manifiesto fue francamente iconoclasta, y generó polémicas generacionales, agudas e incisivas, con los sectores neo-clásicos y parnasianos de Maracaibo. Su constante trabajo tuvo proyección nacional, y fueron encargados de fundar la filial zuliana de la Sociedad Pérez Bonalde, el 23 de mayo de 1901, con el fin de lograr el traslado de los restos de ese ilustre poeta a Caracas, consagrarle un busto en su honor y publicar sus obras completas, propósitos que se cumplieron cabalmente. Su directiva regional estuvo presidida por Jesús Semprum, Elías Sánchez Rubio, como secretario, y Gustavo Adolfo Cohen, como tesorero. El grupo se reunía en una esquina de la plaza Bolívar, en el bulevar Baralt o en la calle de la Independencia, sede de la imprenta Mercantil donde editaban el periódico, como un popular «planchón», que contrastaba con las reuniones de La Zulianita de Udón Pérez y sus acólitos. Ello degeneró en fuertes polémicas, donde Emiliano Hernández por los modernistas y Octavio Hernández, por los tradicionales, cruzaron las armas de la sátira y de la ofensa, como en los punzantes artículos publicados en El Fonógrafo por éste último, con el título común de Ariel. Carta a sus redactores abierta y por tandas, donde demostraba su gran erudición y sus amplios conocimientos de la gramática, la filología y la historia de la literatura, pero también la fanática rigidez conservadora al negar todo valor a los integrantes de la nueva generación, a los cuales calificó de jóvenes presumidos y apresurados en el cultivo de la literatura, y de precarias lecturas. Era el eterno fenómeno de la incomprensión para las nuevas corrientes literarias, conocido y ampliamente explicado en la historia de la literatura. A sus feroces ataques, respondieron lo jóvenes con igual furia y sus conceptos renovadores, ya vertidos en el editorial inicial del periódico y en otros posteriores. Además, pronto surgieron las discusiones internas, generadas por la inmadurez e inexperiencia juvenil; Elías Sánchez Rubio se retiró del periódico, y posteriormente se reincorporó, pero el órgano difusor desapareció, y las figuras sobresalientes del grupo iniciaron su camino personal y ascendente en las letras nacionales; para 1903-1904 desapareció el grupo por los viajes de Emiliano Hernández a Centroamérica y a Cuba, la clausura de la Universidad del Zulia y la consiguiente marcha a Caracas de Semprum, Sánchez Rubio y Butrón Olivares. La herencia literaria de Ariel, muy discutida, fue más personal que de grupo, pero influyó en las generaciones subsiguientes y así los grupos de Nuevos Ideales, Éxodo, Elitros, Proshelios, Los Principios, y aún Seremos, deberían mucho a los jóvenes adalides de Ariel, quienes los ayudaron, mantuvieron tertulias con ellos y colaboraron en sus medios de expresión, a pesar de que su frenesí juvenil fue carcomido por el pesimismo, por la desidia, por el llamado «mal del siglo», que se hacía realidad hasta en su forma de vestir y de actuar. Quizás no lograron sus propósitos por el medio adverso, pero dejaron el camino indicado para que nuevas generaciones buscaran y lograran la meta ansiada: equiparar nuestras letras con las corrientes literarias universales.
Grupo “Proshelios”
Agrupación juvenil y generacional, muy poco conocida en la actualidad, surgida en Maracaibo en 1906. Después del grupo Ariel, se constituyó en el segundo grupo o generación literaria modernista en el Zulia. Estuvo integrada por: Ismael Urdaneta, Jorge Schmidke, Alejandro Fuenmayor, Ángel Fuenmayor, Carlos Medina Chirinos, Pedro Barrios Bosch, Carlos Rinconnebott, Ramón Montiel, Ignacio Martínez, Oscar Penso, Eleuterio Montiel, Carmelo Ramírez, Ramiro Nava, Ciro Nava, José Ramón Yepes Trujillo, Eliseo López y Luis Schmidke, entre otros jóvenes de la época. Tuvieron varias revistas como sus órganos de expresión y difusión literaria, como Nuevos Ideales (1906), Elitros (1907), Éxodo (1908) y sobre todo Proshelios (1908-1909), la más permanente e importante de todas y por ello, a esa segunda agrupación literaria modernista, los autores de esta investigación, han preferido denominarlos grupo Proshelios (1906-1910), en la búsqueda del rescate de esa publicación literaria, prácticamente desconocida hasta la actualidad, cuyas huellas fueron reveladas gracias a la memoria prodigiosa del poeta Jorge Schmidke, en su lúcida y venerable ancianidad. El grupo y la revista literaria tuvieron el mismo nombre Proshelios, voz de origen griego que significa ‘Cerca del Sol’. No tuvo ‘Manifiesto’ y trataron de evitar controversias y polémicas generacionales con los sectores más tradicionales de la ciudad.
Centro Literario del Zulia
Se fundó el 24 de enero de 1908, bajo la presidencia de José Ignacio Lares, el cual se vio obligado a renunciar por haber sido nombrado presidente del estado y lo sustituyó Pablo A. Vílchez, quien murió en el cargo, siendo electos en forma sucesiva: Ramón Troconis Vale (1908), Juan Besson (1909), Guillermo Quintero Luzardo (1910) y Juan Besson (1911). Otros integrantes fueron: Udón Pérez, Marcial Hernández, Octavio Hernández, José María Rivas, Guillermo Trujillo Durán, Aurelio Beroes, Víctor Raúl Sandoval, Olinto Bohórquez, Aniceto Ramírez y Astier, Toribio Urdaneta y otros, casi todos escritores tradicionales, de las dos generaciones finiseculares. Tuvieron un órgano literario, la revista Prosa y verso, que se editó entre 1908 y 1910; también organizaron los primeros Juegos Florales de Venezuela, con motivo del Centenario de la Independencia (1911); pero el centro fue desapareciendo por inercia, ya que era casi una academia, excesivamente protocolar y para lograr incorporarse debía pronunciarse un discurso de orden, con toda la prosopopeya de la época. En 1919 se decidió reorganizarlo, con el apoyo de jóvenes escritores como Héctor Cuenca, lo presidió Udón Pérez y Jesús Enrique Lossada, en la vicepresidencia y se instaló el 5 de julio de 1920. Entonces llevaron a cabo los terceros Juegos Florales de Venezuela, con motivo del centenario de la adhesión de Maracaibo a la Independencia (1921); pero en general el centro tuvo un bajo perfil, aunque al principio, la revista Alma latina (1919-1920), dirigida por Udón Pérez y Rafael Yepes Trujillo, les sirvió de órgano de expresión. No se sabe la fecha exacta de su desaparición, ya que a la muerte de Udón Pérez en 1926, Lossada se encargó de la presidencia, la cual debió conservar por algunos años, pero los jóvenes se alejaron de sus filas, no se sintieron identificados con ese centro, porque sólo se rendía culto al pasado, a los «ilustres muertos», era estático en el tiempo y no participaba de la evolución literaria y por ello sólo el prestigio de Udón Pérez mantuvo la ilusión de su existencia, pero ya para fines de la década del veinte habían fallecido todos los representantes de la literatura que venía del siglo XIX y de los cuales muchos no comprendieron nunca que había cambiado la centuria, que nuevos tiempos y nuevos hombres estaban escribiendo de un modo diferente en distintas regiones del mundo. Esos jóvenes formaron el grupo Seremos, de cuya obra decía Héctor Cuenca que lo más importante era “haber quebrado la costra de siglos que ahogaba nuestra producción intelectual, la costra secular que no habían podido agrietar siquiera sociedades más totales, como el Centro Literario del Zulia, niño viejo que nació muerto i que no ha tenido entre nosotros, en su segunda etapa, otra labor que el elogio de los muertos…».
El centro científico de estudiantes o generación de “Los Principios” (1910-1912), como iniciadores de la lucha por la reapertura de la Universidad del Zulia
Centro Científico De Estudiantes
Se creó el 17 de marzo de 1910 en el Instituto Maracaibo de Raúl Cuenca, por un grupo de estudiantes del curso de filosofía en distintos institutos de la ciudad de Maracaibo. Eligieron la primera junta directiva y decidieron instalarse solemnemente el 19 de abril, en el marco de las festividades de los centenarios del nacimiento del polígrafo zuliano Rafael María Baralt y de los acontecimientos del 19 de abril de 1810. Su junta directiva quedó constituida así: Pedro Pablo Guzmán, presidente; Gonzalo Garcés Pulgar, primer vicepresidente; Abraham Atencio Urdaneta, segundo vicepresidente; Ángel Francisco Brice, secretario de actas; Asdrúbal Fuenmayor, subsecretario de actas; Carmelo Ramírez, secretario de correspondencia; Ramiro Cuenca, subsecretario de correspondencia; Eduardo Osorio Quintero, tesorero; M.J. Garbiras, subtesorero. La instalación solemne se hizo el día 20 de abril de 1910, a las 9 horas y 10 minutos, en el Colegio Federal de Varones, que era su sede, en el antiguo paraninfo de la clausurada Universidad del Zulia, con todo el protocolo académico y la asistencia de funcionarios, invitados especiales, estudiantes y público en general. Tomaron la palabra Pedro Pablo Guzmán, Gonzalo de Jesús Garcés, Carmelo Ramírez, Miguel Jerónimo Ocando y Heberto Cuenca, para exponer los fines y bases de esta nueva sociedad, así como disertar sobre los temas de las efemérides patrias aludidas. Pronto editaron su vocero para expresar sus inquietudes, al cual denominaron Los Principios, que fue administrado y dirigido inicialmente por Carmelo Ramírez. El Centro feneció no sólo por la controversia originada con la Asociación de Estudiantes del Zulia sino por la apatía de sus propios miembros. Más tarde se reinstaló, ingresaron a cargos directivos nuevos y dinámicos estudiantes como: Candelario Reyes Medina, Jesús Enrique Lossada, Miguel Jerónimo Ocando, Tomás Eduardo León, M.A. Fuenmayor Rivera, Carlos Montiel Molero y otros. Fue presidido por J.E. Lossada y se editó la revista Los Principios en su segunda etapa. El centro fue la primera organización estudiantil del Zulia que se trazó como meta la reapertura de la Universidad del Zulia, propósito que acompañó gran parte de su vida a Jesús Enrique Lossada, hasta hacerlo realidad en 1946, por lo cual, muy merecidamente, fue designado como primer rector de la moderna Universidad del Zulia. Los integrantes de este centro que cerraron filas en torno a la revista por objetivos comunes, conformaron lo que hemos llamado la generación de Los Principios, la cual fue la iniciación de figuras destacadas en el derecho, la historia, el ensayo, la poesía, la narrativa y la docencia universitaria.
Época del post-modernismo ¿existió en el Zulia una Generación del 18?
En Maracaibo, quizás no puede hablarse con propiedad de una “Generación del 18“ como en la ciudad de Caracas, sin embargo podríamos pensar que algunos escritores que evolucionaron desde el modernismo y lograron superarse en la etapa de la renovación post-modernista y de los intentos vanguardistas, se ubicarían dentro de ese grupo de escritores que nacionalmente se han denominado como la “Generación del 18“. Algunos de los comentaristas literarios regionales han designado como la “Nueva Poesía en el Zulia“ a cuatro poetas de esa época y así lo han reconocido Héctor Cuenca desde las páginas de la revista La Hora Literaria y Humberto Cuenca en su ensayo “Las generaciones literarias del Zulia“.
Así, Héctor Cuenca al prologar los cuentos de Eduardo Matthyas Lossada en 1923, expresó que “pertenece a la última generación intelectual, el grupo de los cuatro que iniciamos en Maracaibo, el movimiento revolucionario en nuestras letras y que con una desfachatez rebelde, atrevida y hasta escandalosa rompimos, para cantar nuestros versos, el gastado molde estatuido y nos fuimos por esos caminos inéditos hasta entonces en nuestro pedazo de patria, tras la nueva luz de Francia y tras el rastro luminoso de Rubén y fuimos los ’cuatro disparatemos de moda’, y nuestros versos fueron carne fácil e indigerible para los cronistas anónimos, y nos sonaba en la propia cara, la risa burlesca del transeúnte… Pero los ’disparates’ se fueron aclimatando por obra y gracia de una empeñada misión evangelista y, al cabo, contra el cristal ya moldeado se quebró la espina callejera… No fue que nos acompañáramos en una misma escuela, sino que cada quien eligió la suya, pero bajo la misma aurora nueva y virgen, encauzados por la misma corriente modernista y alimentados con un mismo pan contemporáneo“. Desde luego que estaba refiriendo a los poetas: Jesús Enrique Lossada, Eduardo Matthyas Lossada, Luis Pino Ochoa y a sí mismo. De esos mismos cuatro escritores, Humberto Cuenca diría que: “decidieron sacudir la tutela literaria que Udón Pérez ejercía en el medio. Buscar otras fuentes de inspiración y otros estímulos fecundos: Jesús Enrique Lossada, el más sabio de todos, se inspira en Verlaine y los simbolistas franceses influyen en sus libros Madréporas y El Reloj de los Girasoles; Matthyas Lossada sufre la alucinación de Las Flores del Mal de Baudelaire; Héctor Cuenca recibe en su espíritu, el verso franciscano de Nervo; Luis Pino Ochoa, busca en los tonos malvas de Juan Ramón Jiménez, un contraste con el violento paisaje tropical“.
De ellos quedaron como expresión de esa época: Los poemarios Madréporas (1918) y El reloj de los girasoles (1927) de Jesús Enrique Lossada; Carabobo (1921), El racimo incoherente (1923), La inquietud sonora (1924) y El surco vivo (1927) de Héctor Cuenca; Piedras falsas (1929) de Eduardo Matthyas Lossada; y la obra poética dispersa e inédita de Luis Pino Ochoa, novísimo poeta de aquel entonces, quien se había iniciado en la revista estudiantil Orto, órgano del Colegio Federal de Maracaibo, la cual administró desde el quince de enero de 1919 y cuyas creaciones nunca editó, por excesiva modestia, quedando inédita en poder de sus familiares. De esos cuatro poetas quedaron dispersas sus creaciones en Panorama (1914-1923), Fulgores (1918-1919), Alma Latina (1919-1920), La Hora Literaria (1923-1925) y otros órganos periódicos de la época.
Algunos estudiosos han incluido a Héctor Cuenca y a Jesús Enrique Lossada como representantes poéticos del 18 a nivel de la literatura nacional; otros han ampliado la inclusión a: Jorge Schmidke, Rafael Yepes Trujillo y Eduardo Matthyas Lossada. El escritor Valmore Muñoz Arteaga, zuliano de las nuevas generaciones, ha sostenido que Jesús Enrique Lossada no sólo perteneció a la “Generación del 18“ nacional por méritos propios en su obra poética, sino que su poemario “Madréporas“ publicado en 1918 es anterior a “Primeros Poemas“ de Enrique Planchart, libro publicado en 1919 y saludado como el iniciador de esa generación en cuanto a las figuras literarias que utilizó, las cuales son pioneras en la literatura venezolana, pero que también están presente en la obra de Lossada, por lo cual Muñoz Arteaga ha considerado al escritor zuliano como precursor de la Generación nacional del 18.
Jesús Enrique Lossada como integrante de la “Generación del 18“ nacional quizás ha sido el más acertado en su ubicación, ya que si empezó a escribir desde su época del “Centro Científico de Estudiantes“ (1910-1912), aunque generalmente abordaba temas filosóficos o científicos y sólo en tiempos de “Psiquis“ (1914) incursionaría en la literatura con poemas modernistas, como él mismo lo señalara; más tarde, ganaría el certamen poético de los Juegos Florales de Cumaná (1916), escribiría el drama “La Ley“ (1916), mantendría una columna de crítica bibliográfica en “Panorama“ (1918), publicaría “Madréporas“ (1918), su primer libro de poemas y empezaría a dar a conocer sus cuentos iniciales en “Alma Latina“ (1919-1920). Luis Pino Ochoa, muy joven, empezaría a escribir sus poemas en 1919, Héctor Cuenca y Eduardo Matthyas Lossada apenas publicaron sus poemas iniciales hacia 1920.
Los estudios recientes sobre la poesía venezolana surgida entre 1918 y 1928, etapa de renovación post-modernista y de intentos vanguardistas, hacen pensar en considerar a esos creadores como una sola generación integrada, la cual sería denominada como “Generación del 25“, fecha del surgimiento del Grupo “Seremos“ en Maracaibo.
En esos años habían circulado órganos literarios, como: Caracteres (1917): Revista mensual ilustrada, dirigida por José Rafael Pocaterra, de la cual vieron la luz pública tres números, donde se comentaron las obras publicadas en esa época, de tres escritores zulianos: Udón Pérez, Dimas Ramírez y Enrique López Bustamante, además de incluirse obras creativas de otros escritores regionales y nacionales, mientras Pocaterra estaba concluyendo Tierra del Sol Amada, su polémica novela de temática zuliana. El Numen (1918): Semanario de literatura, ciencias y variedades, redactado y dirigido por el adolescente Manuel Noriega Trigo, futuro “seremista“. Fulgores (1918-1919): Revista quincenal ilustrada de temática artística, literaria, social y mercantil, dirigida por C. Urdaneta Espinoza y redactada por Víctor Ortega Polanco, publicándose treinta números desde el primero de septiembre de 1918 hasta el quince de noviembre de 1919, donde publicaron los escritores de la etapa de renovación post-modernista. Orto (1919): Revista quincenal moderna, órgano de los Estudiantes del Colegio Federal de Maracaibo, dirigido por Alfonso Portillo Gómez, administrado por Luis Pino Ochoa y redactado por Ángel Ferrer González y Salvador Urreiztieta, el cual circuló desde el 15 de enero de 1919. Alma Latina (1919-1920): Revista quincenal ilustrada bajo la administración de la empresa Panorama de Villasmil y Ca, en cuya tipografía se imprimía. Tuvo la dirección de los poetas Udón Pérez y Rafael Yepes Trujillo. Su primer número apareció en Maracaibo, el 15 de mayo de 1919. Patria i Ciudad (1919-1922): Publicación quincenal dedicada preferentemente «al fomento de los intereses morales i materiales del Zulia i a una propaganda de acercamiento entre todas las Repúblicas del Continente Americano, por medio del mutuo conocimiento entre ellas». Dirigida por Rogelio Illarramendy, circuló desde el 15 de abril de 1919 hasta el 15 de mayo de 1922.
Los años 20. intentos de vanguardismo en el grupo “Seremos” (1925-1928)
Grupo “Seremos”
En la década del veinte existía una hegemonía poética de Udón Pérez y sus seguidores, por lo tanto se dio la rebelión más contundente contra esa hegemonía al surgir una agrupación juvenil y generacional, a la cual sus propios integrantes dieron el nombre sonoro, altivo y prometedor de Seremos, el cual debe ser considerado como la auténtica representación de la Generación del 28 en el Zulia y aún hasta adelantada en el tiempo a la generación venezolana de vanguardia. Fue fundado el 6 de agosto de 1925 por Francisco de Rossón, Valmore Rodríguez, Héctor Cuenca, Ramón Díaz Sánchez, Ely Saúl Rodríguez, Manuel Noriega Trigo, Santiago Hernández Yepes, Alejandro Borges, Armando Simons Plumacher, J.R. Bermúdez Vargas, Ciro Chaves Nava, Luis Felipe León, Eugene Meriais, Alonso Pacheco, Mila Rondón Ríos, Hipólito Sibad, Jesús Alfonso Ferrer, Luis Guillermo Govea, Rafael Ángel Barroeta y Manuel González Martínez, los cuatro últimos expulsados en 1926, después de un intento fraccionalista. Como contertulios asistían a sus reuniones Elías Sánchez Rubio, J.A. Butrón Olivares, Rogelio Illarramendy, Ciro Nava, Jesús Enrique Lossada, Eduardo Matthyas Lossada y Luis Pino Ochoa. Más tarde se incorporaron otros miembros como Gabriel Bracho Montiel, José Ramón Pocaterra, Aníbal Mestre Fuenmayor, Joaquín González Eiris, Isidro Valles, Manuel Felipe Rugeles, Héctor Araujo Ortega, R.M. López Troconis, José Manuel Villalobos, Rodolfo Villalobos, Mario Velázquez, E. Isea Sanabria, Rafael Echeverría y Julio Bustamante G. Bajo el lema de «Por los ideales de patria, de arte y de justicia. Por el acercamiento espiritual de América. Por la integridad del pensamiento joven», trabajaron arduamente durante casi tres años hasta junio de 1928, cuando fueron reducidos a prisión en el Castillo de San Carlos por más de dos años, bajo férrea dictadura gomecista. La primera junta directiva estuvo integrada por: Héctor Cuenca, presidente; Valmore Rodríguez, vicepresidente; Ramón Díaz Sánchez, secretario; Luis Guillermo Govea, tesorero; Francisco de Rossón, Ely Saúl Rodríguez, Hipólito Sibad y Armando Simons Plumacher, vocales. Al año siguiente el presidente fue Ramón Díaz Sánchez, elecciones que se hicieron sin celebraciones, por la muerte de Udón Pérez. No tuvieron un manifiesto explícito, y puede considerarse así el poema «Los poetas seremos» de Manuel Noriega Trigo; en cuanto a sus órganos de expresión, pueden considerarse como precursoras y estimuladoras de la formación del grupo a dos revistas: La Hora Literaria y Selección, pero ya el 15 de marzo de 1926 apareció Seremos, primero como boletín y más tarde como revista; otros órganos son: La Ventana, Índice, Alfa, El Nivel, además de la página literaria de Excelsior que dirigió Ely Saúl Rodríguez. Publicaron Los caminos inefables de Valmore Rodríguez, El sacrificio del padre Renato de Ramón Díaz Sánchez, Mina de ensueño de Manuel Noriega Trigo, El surco vivo de Héctor Cuenca, Esta es mi sangre de Aníbal Mestre Fuenmayor y Mis siete pecados y mis siete virtudes de Elías Sánchez Rubio, anunciando otros títulos que no lograron ver la luz pública. También es importante la obra teatral Han robado un ventilador de Ramón Díaz Sánchez, al estilo Pirandello, la cual fue presentada en el teatro Baralt y publicada parcialmente; del mismo modo, la crítica literaria seria, honesta y sincera, de forma conceptual sin amiguismo. Sus producciones literarias, adscritas al movimiento de renovación que había nacido en Venezuela, sonaron distintas, fueron diferentes, como aporte literario de la agrupación, además del ético al luchar por la libertad contra la dictadura gomecista. Nelson Osorio destacó su importancia y sobre todo la colaboración de algunos de sus integrantes, con los que más tarde formarían el grupo Válvula, en la revista zuliana Índice. Tuvieron continuadores en el grupo Vertical.
Los años 30. Grupo “Vertical” (1930-1932). Poesía erótica, el ateneo de Maracaibo y la llamada narrativa del petróleo (novelistas y cuentistas). Sus exponentes.
Desaparecido el Grupo “Seremos“ en 1930, tras la prisión de sus integrantes y la dispersión de gran parte de ellos después de salir de su injusta reclusión política, la década de los 30 y sobre todo su primer quinquenio, hasta la muerte del general Juan Vicente Gómez el 17 de diciembre de 1935, sería de constante vigilancia y hasta de persecución policial contra las agrupaciones de cualquier género y sobre, las de carácter cultural. Algunos de los escritores de aquel momento histórico emigraron hacia la capital para estudiar, otros se mantuvieron en la ciudad con muy poca actividad cultural, no se volvieron a constituir nuevas agrupaciones y la mayoría de ellos usaron como escudo protector a las pequeñas revistas de arte y a las de carácter espiritista o masónico, las cuales todavía eran respetadas, a pesar de sus diferencias con el extenso régimen del presidente Vincencio Pérez Soto, líder gomecista de carácter progresista.
Así, los años 30 se iniciarían con la emergencia de una agrupación literaria y juvenil, con un ciclo vital de muy escasa duración, enarbolando las banderas del relevo generacional y los principios de la vanguardia, cuyos integrantes decidieron denominar a ese nuevo grupo literario con el nombre de “Vertical“, para significar la firme posición que querían asumir ante la vida.
Grupo “Vertical”
Grupo literario formado alrededor de la revista Vertical, de tendencia vanguardista, que tuvo su ciclo vital entre los años 1930 y 1932, como epígono de Seremos. El mismo integró a figuras como: Armando Simons Plumacher, Isidro Valles, Gabriel Bracho Montiel, José Ramón Pocaterra, Alejandro Borges y Ramón Díaz Sánchez, todos antiguos seremistas y las jóvenes figuras: J.A. Ugas Morán, Antonio Angulo, Luis Alberto Paúl, Humberto Cuenca y Ramiro Montiel G. Al desaparecer Vertical, según Humberto Cuenca, «un largo y angustioso silencio, un frío congestionado, una parálisis infinita del espíritu se tiende sobre el Zulia. A medida que surgen caminos, edificios, máquinas, escasea la cultura. Los viejos añoran a Udón y los jóvenes se reúnen ocasionalmente en flacos grupos, para decir llanamente que son jóvenes… y nada más.». Sólo María Calcaño, Graciela Rincón Calcaño y otros pocos nombres pudieron vencer las sombras que, con intervalos, se prolongaron hasta 1955, año de la irrupción del grupo Apocalipsis que introdujo el surrealismo en la ciudad.
La poesía erótica hecha por mujeres
En la literatura venezolana de la primera mitad del siglo XX, aunque hallemos tímidos intentos de expresión sensual y lirismo susurrante con manos de mujer, no será hasta que surjan en el escenario nacional las zulianas María Calcaño, Graciela Rincón Calcaño y Olga Luzardo, para convertirse desde su condición de poetas, en las primeras en expresarse abiertamente y en actitud rebelde, sobre el amor sexual y la pasión física.
MARÍA CALCAÑO (1906-1956) fue la primera poetisa en el ámbito nacional en tratar el tema erótico, impulsada por un lenguaje violento en la palabra renovada y con robusto gesto expresivo y sensual que repercutió en los estratos sociales más conservadores y pacatos, a comienzo de la décadas del8 30, con la publicación de su primer poemario Alas fatales (1935), lo cual se constituyó en un suceso único para las letras venezolanas. Por su parte GRACIELA RINCÓN CALCAÑO (1904-1987) le sigue con Vesperal (1943) y OLGA LUZARDO (1918) con la publicación de su libro Flor de cactus (1945). Ellas prendieron el mechero de la expresión erótica en todo el país.
Posterior a ellas, surgirán otras generaciones de voces femeninas sobre la temática pero sin las limitaciones que imponía la sociedad en épocas anteriores. Entendiéndose ahora en estos tiempos, a la poesía erótica como la expresión artística del amor sexual y sensual.
Ateneo de Maracaibo
Agrupación artístico-literaria visualizada desde 1933 en Maracaibo, cuando el poeta Ely Saúl Rodríguez, antiguo “seremista“ y el pintor Antonio Angulo, quien provenía de “Vertical“, organizaron un centro de promoción cultural, el cual estimularía la música, la pintura y la literatura. Así, realizaron un programa radial de gran difusión en “Radiodifusora Maracaibo“, elaboraron un “Boletín“, crearon la “Corporación Académica de Pintura“ en el mes de abril de 1935 y participaron en la “Campaña Mundial de Arte Primitivo“ en 1936. De interés muy especial sería la creación conjunta de los dos artistas de “Cuadros y Poemas“, para la afamada exposición del Ateneo de Caracas en 1941, de la cual quedaría un buen libro de poemas, con el mismo título de la exposición, contentivo de las creaciones poéticas de Ely Saúl Rodríguez concebidas al unísono con los óleos de Antonio Angulo, los cuales nunca fueron simples ilustraciones para el poemario. Esta obra ha sido considerada por el crítico Cósimo Mandrillo, como un libro ineludible a la hora de intentar reconstruir la historia literaria del estado Zulia, porque contiene las imágenes y metáforas más audaces de la poesía zuliana hasta ese momento.
Narrativa del Petróleo
Con la explotación del pozo Zumaque No. 1 (1914) comenzó la producción petrolera en escala comercial y el hecho de que suceda en el Zulia, desde luego se reflejará en la narrativa venezolana. Ello lo apreciaremos en novelas como: Tierra del Sol Amada (1918) de José Rafael Pocaterra, Mancha de aceite (1918) del escritor colombiano César Uribe Piedrahita, Mene (1936) de Ramón Díaz Sánchez, La Canaán del petróleo (1936) de Franz Taut, Sobre la misma tierra (1943) de Rómulo Gallegos, Guachimanes (1954) de Gabriel Bracho Montiel, Casandra (1957) de Ramón Díaz Sánchez y Los Riberas (1957) de Mario Briceño Iragorry. Del mismo modo, en cuentos como «Brujería» de Caminos del amanecer (1941) de Ramón Díaz Sánchez, «El mayor» y «La capitana» de Dos estampas (1942) de Valmore Rodríguez, «Todo esto antes era agua» de Cinco cuentos (1963) de Gustavo Díaz Solís y «En el Lago» de Las hogueras más altas (1957) de Adriano González León, entre otros. Así mismo se reflejó en el ensayo narrativo de valor estético como: «Sino y fantasía de Lagunillas» y «Los nuevos fundadores» de Enrique Bernardo Núñez del libro Dos reportajes (1940) y en Tierra venezolana (1965) de Arturo Uslar Pietri.
Los años 40. Las agrupaciones literarias de esos años. Intentos de modernidad en el Grupo Tierra (1946-1948). El Grupo Mene.
Los años cuarenta iban a traer innovaciones fundamentales en el campo político y social del país, antes de retornar a una tenebrosa dictadura militar, mientras que la literatura tendría un buen desarrollo en la capital de la nación, lo cual no se haría patente en la región zuliana. Al iniciarse esa década de los años 40 se proyectaba como escritor dramático el etnólogo Rodolfo Quintero (1909-1985), quien venía actuando en política desde 1928 y más tarde sería uno de los iniciadores del sindicalismo. En ese nuevo año, su comedia “Huanachone“ sería premiada con una mención honorífica por el Ateneo de Caracas, por su acierto en el trato del tema guajiro. Así mismo, un adolescente Eloy Párraga Villamarín (1924-1998) había publicado su primer poemario titulado Albores, mientras surgía un destacado novelista de temática zuliana, Alejandro García Maldonado (1899-1961), con su obra “Uno de los de Venancio“ (1942), ganadora del Premio “Simón Barceló“ como la mejor novela venezolana del año y el Premio del Concurso Latinoamericano de Novelas de la Editorial Farriar y Reinchart de New York.
Entretanto, había surgido un nuevo centro de reunión, tertulia y promoción cultural en la ciudad de Maracaibo, denominado: La SECCIÓN DE LITERATURA DEL “CÍRCULO ARTÍSTICO DEL ZULIA”, creado desde el 15 de julio de 1940, manteniendo una gran actividad, sobre todo en la primera mitad de esa década hasta la aparición del Grupo “Tierra“, bajo la diligente dirección de: Rafael Belloso Chacín, Luis Felipe León, Roberto A. Acedo, Sisoes Molero Romero , Atenógenes Olivares, Evencio A. Soto, Marco Tulio Rodríguez Boscán y José Ramón Ortega, en forma sucesiva, mientras que la gran mayoría de los escritores de la época entre 1940 y 1973, fueron miembros de esa sección de literatura: Rosa Virginia Martínez, Margoth Díaz Urdaneta de Méndez, Gloria Alba Molero, Tarcila Reyes, Ida Dos Santos, Genoveva Finol, María Luisa Gracia, Esther Forero, Alcira de Urdaneta Hernández, José Santos Morán, Rafael Belloso Chacín, Luis Felipe León, Roberto A. Acedo, Sisoes Molero Romero, Atenógenes Olivares hijo, José Ramón Ortega, Benedicto Peña, Víctor Raúl Sandoval, Manuel Orángel Urdaneta, Ely Saúl Rodríguez, Carlos y Pedro Medina Chirinos, Aniceto Ramírez y Astier, J.A. Butrón Olivares, Víctor Ortega Polanco, Ramón Villasmil, Jesús Flores Virla, Alberto J. González, Santiago Hernández Yepes, Vitelio Reyes, Misael Núñez Mosquera, Manuel A. Marín J., Humberto Campos Brice, Manuel Noriega Trigo, Marco Tulio Rodríguez Boscán, Evaristo Fernández Ocando, Pedro Luis Padrón, Julio César Tinedo, Evencio A. Soto, José López de Sagredo, Arnoldo Baptista, Rafael Molero Pereira, Felipe Boscán Ortigoza, Joaquín Acosta, José Nápoles, Luis Emiro Machado, Rodolfo Urdaneta Hernández, Beraldo Rosales, Luis Mora Suárez, Nicolás Ríos Nava y otros. Coexistieron con grupos literarios como “Tierra“, “Cauce“, “Apocalipsis“ y “40 Grados a la Sombra“, sin embargo nunca fue más que un centro de difusión cultural, de encuentros y de tertulias, donde se mezclaron escritores de diversas tendencias, concepciones y generaciones, sin intentarse hacer cambios. Promovieron diversos concursos literarios, tanto en prosa como en verso, con temas como: “Vertical“, “El obrero“ (ambos en 1940); “Isabel la Católica“ y “Las tres carabelas“ (ambos en 1941); “Influencia psicológica del 19 de Abril en la historia de Venezuela“, “Cantos al 19 de Abril“ y “Pensamientos sobre El Libertador“ (los tres en 1942); “Primer centenario de la muerte de Baralt“ (1959-1960); e “Inauguración del Puente sobre el Lago“ (1962). Estimularon y organizaron frecuentes conferencias sobre temas literarios, dictadas por: Pedro de Répide, Olinto Bohórquez, Antonio Angulo, Aniceto Ramírez y Astier y Evencio A. Soto, entre otros; así mismo, recitales poéticos de: A. Blanco Adrianza, Manuel Noriega Trigo, Humberto Campos Brice, Alberto J. González, Rosa Virginia Martínez y Gloria Alba Molero; del mismo modo, efectuaron visitas al “Centro Cultural Recreativo“ de Santa Rita, donde se realizaron actividades literarias. Mantuvieron una labor editorial concretada en ocho publicaciones: La educación estética del pueblo (1940), Por el resurgimiento del teatro en el Zulia (1945) y Historia de Villa Encanto. Migajas históricas (1948), las tres de Evencio A. Soto; Primera Publicación (1941) y Segunda Publicación (1941), con los trabajos premiados en los certámenes de ese año; las compilaciones Bolívar (1941) y Bodas de Plata del Círculo Artístico del Zulia (1942); así como Un puñado de recuerdos en los labios (1945) De Medardo Áñez Urrutia. Por otro lado, editaron algunos boletines de difusión, como: Aspiración, Pincel y Pluma, Círculo y Arte. Mantuvieron algunos programas radiales de carácter literario, además de los artísticos, como: “La hora literaria“ en Radiodifusora Maracaibo (1940), “La hora literaria“ y “Los senderos del arte“ en Ondas del Lago (ambos en 1940), “Tópicos de arte“ en Radio Mara y “La hora literaria dominical“ por Ecos del Zulia, esta última radiada desde el 2 de diciembre de 1940 hasta el 26 de julio de 1964, en las voces sucesivas de Ely Saúl Rodríguez, Sisoes Molero Romero, Arnoldo Baptista, Evencio A. Soto y Evaristo Fernández Ocando, éste último ocasionalmente, en 1.153 audiciones dominicales.
Mientras tanto, en la ciudad de Maracaibo se habían organizado agrupaciones e instituciones relacionadas con la literatura y con la cultura en general, como: El CENTRO CULTURAL DE MARACAIBO: Constituido por esos años e integrado por las poetisas: Gloria Alba Molero, Margoth Díaz Urdaneta de Méndez, Graciela Rincón Calcaño, Rosa Virginia Martínez, Mercedes Bermúdez de Belloso y los escritores: Alberto J. González, Roberto A. Acedo y Miguel Méndez Rubín, entre otros, quienes realizaron actividades de índole cultural en esos momentos de apatía en la región zuliana.
La ASOCIACIÓN DE ESCRITORES VENEZOLANOS SECCIONAL ZULIA: Se constituyó hacia 1944, como una filial de esa agrupación gremialista y cultural de carácter nacional, la cual había nacido en Caracas pocos días después de la muerte del dictador Juan Vicente Gómez, el 24 de diciembre de 1935, en la redacción de “El Heraldo“, bajo la presidencia inicial de Miguel Acosta Saignes y más tarde de Rómulo Gallegos, con su propia sede en la “Casa del Escritor“, donde mantuvo una constante labor editorial a través de los “Cuadernos Literarios de la Asociación de Escritores Venezolanos“. La seccional zuliana, según informes de sus integrantes, tuvo una breve existencia, hasta el advenimiento de la “Revolución del 18 de Octubre de 1945“, sin embargo intentó agrupar a los escritores regionales, los cuales habían estado dispersos desde los finales de los años 20, bajo la presidencia del cuentista Diego Meza y del cronista Manuel Matos Romero, mientras participaban en algunas actividades, como en el centenario de la muerte del General Rafael Urdaneta (1944-1945) y así mismo, enviaron una delegación a la IX Convención del Magisterio (1944), sin embargo la institución desapareció regionalmente y solamente tornaría a reorganizarse en el año 1970, ya con una existencia más o menos estable.
El CENTRO LITERARIO DE CABIMAS: Fue la primera agrupación significativa situada fuera de Maracaibo, fundado por algunos empleados petroleros en esa población de la Costa Oriental del Lago. Ellos fueron: Humberto Campos Brice, Vitelio Reyes, Alarico Gómez, Tarcila Reyes de González Waite, Bernardo Peña García, Humberto Peñaloza, Aníbal Martínez, Bernardo Yáñez y otros, quienes se reunían en el Colegio “Concordia“ de La Salina, casi todas las noches a leer poemas, ya que la poetisa Tarcila Reyes de González era maestra de educación primaria en una escuela de la compañía petrolera. Lograron publicar el poemario “Retazos Líricos“ (1944) de Tarcila Reyes de González, programaron recitales musicales de Berta Singerman y Balbino Blanco, tributaron un sentido homenaje al gran poeta nacional Andrés Eloy Blanco, colaboraron con la “Hora Literaria Dominical“ de la Emisora “Ecos del Zulia“, programa radial de la “Sección de Literatura del Cículo Artístico del Zulia“ y utilizaron como órgano difusor a “Perfiles“, vocero de La Salina Sports Club, dirigido por Luis González Waite y redactado por L.A. Guerrero, donde Tarcila Reyes coordinaba la “Página Femenina“. Más tarde, la mayoría de sus miembros se residenciaron en Maracaibo y se incorporaron a la vida cultural marabina, mientras el Centro Literario de Cabimas desaparecía. De esa agrupación quedaría una poetisa, Tarcila Reyes (1918-), con sus obras: Retazos Líricos, Poemas al estilo de ayer y Cuatro poemas.
La PEÑA LITERARIA DEL CLUB DEL COMERCIO DE MARACAIBO: Se reunían a partir de la segunda mitad del la década de 1940. Leían a los poetas españoles de vanguardia de la Generación del 27. Más abajo se detallarán algunas otras cosas, cuando toque referirse a las peñas literarias.
Una noche de rebosante entusiasmo se convocaron a los escritores de Maracaibo y se crearía un nombre, el GRUPO “CUOCIENTE”, lo cual desgraciadamente no pasaría de allí y la idea fenecería. Entonces, Pedro Lhaya, Humberto Campos Brice y Hercolino Adrianza Alvarez tomaron las banderas ondeantes de la nueva convocatoria, en la casa de habitación de la poetisa Rosa Virginia Martínez, en la conocida Calle del Jabón o Ayacucho, donde iba a nacer la anhelada agrupación.
Grupo “Tierra”
Este grupo literario surgió a fines de 1945 y desapareció también a fines de 1948, cuando algunos de sus miembros fueron detenidos y vigilados por el gobierno de facto instaurado tras el derrocamiento de Rómulo Gallegos. Sus integrantes eran todos apadrinados por J.A. Butrón Olivares, el viejo poeta de Ariel, que había visto transcurrir medio siglo de poesía en la región zuliana. Representaban diferentes voces y tendencias poéticas, pero tenían la misma angustia y el deseo de servir a los altos intereses del espíritu, como bien lo expresara Hercolino Adrianza Álvarez en amena crónica. Para su formación había influido la venida de los poetas Nicolás Guillén y León Felipe, la formación de la Peña literaria del Club del Comercio de Maracaibo y el intento fallido de la formación del grupo Cuociente. Su poesía fue fresca, llena de esperanzas y quizá fue el vínculo entre la poesía de ayer, udonperiana, y la modernidad vanguardista del surrealismo de Apocalipsis, como lo ha señalado Hesnor Rivera al referirse específicamente a la poesía de Ugas Morán. Sus miembros fundadores fueron: José Ramón Pocaterra, quien venía de “Seremos“; José Antonio Ugas Morán, periodista de “El Nivel“, “Vertical y “Panorama“; Humberto Campos Brice, de las revistas “Baralt“ y “Pegaso“; Espartaco González Pacheco, de “Simiente“, “Orión“ y “Petróleo“; Hercolino Adrianza Álvarez, del “Centro de Estudiantes del Colegio Federal“ y de la “Escuela de Ciencias Políticas de Maracaibo“; Rosa Virginia Martínez, de la revista “Granito“ de Santa Rita; Mercedes Bermúdez de Belloso, de la revista “Nos-Otras“; y Pedro Lhaya, maestro barloventeño y poeta, residenciado en Cabimas. Además se incorporaron: José Fernández (FEZ), pintor que dirigía la Escuela de Artes Plásticas del Estado Zulia y Carlos Parra Bernal, reconocido declamador. Intentaron escribir una poesía nueva, distinta, la cual sirvió de transición entre el tradicionalismo del pasado y la modernidad de finales de los 50 y los 60, como lo ya lo hemos señalado, donde al igual que los “seremistas“, en “Tierra“ se intentó tomar un rumbo diferente, que apartara la poesía zuliana del retoricismo grandilocuente pero vacuo, sin embargo la rápida dispersión de sus integrantes, no permitió el sólido asentamiento de sus proposiciones renovadoras. Se reunían en cualquier parte, en especial en el “Café Ritz“, situado frente a la Plaza Bolívar de Maracaibo. La agrupación no tuvo un órgano de expresión, sin embargo publicaron un “Índice de los Poetas del Grupo Tierra“, antología realizada por Pedro Lhaya y editada por la Secretaría General de Gobierno, la cual era desempeñada por uno de los integrantes del grupo: Hercolino Adrianza Álvarez, obra que tuvo ilustraciones de José Fernández (FEZ). Así mismo, mantuvieron contactos con los epígonos del Grupo “Viernes“, en el Restaurant “El Bruno“de Caracas. Se les quiso ubicar en la generación del Grupo “Contrapunto“de Caracas, donde estuvieron dos jóvenes escritores zulianos: Andrés Mariño Palacio y Ernesto Mayz Vallenilla, sin embargo Andrés Mariño Palacio, crítico severo, les exigió más en sus observaciones al grupo marabino. Al ser derrocado el gobierno de Rómulo Gallegos, en noviembre de 1948, algunos de los integrantes de la agrupación, quienes habían cumplido funciones públicas, sufrieron prisión y el grupo desapareció lentamente, después de cumplir su ciclo vital entre los años 1946 y 1948. Hoy día, sus miembros todos fallecidos, habían continuado con su formación académica y profesional con trayectoria meritoria, dejando algunos de ellos una estimable obra de creación, que bien vale la pena estudiar y antologar.
Mientras tanto, la cenicienta Cabimas volvería a ser sede de una agrupación literaria: el GRUPO MENE, muy poco conocido, motorizado por la poetisa Margoth Díaz Urdaneta de Méndez y por su esposo Miguel Méndez Rubín, acompañados por: Edilia Arria de Bavaresco, Aquiles Ferrer Vale, Jesús Prieto Soto, Anselmo Reyes Navarro, José Ramón Morales, mejor conocido como “Moralito“, Ofelia Vizcarrondo, Daniel Dupuy y otros. Se iniciaba la larga dictadura perezjimenista que ensombrecería el panorama cultural regional y nacional, mientras que la agrupación luchaba por mantener actividades literarias en la zona petrolera y así nacería una idea original: crear un periódico que sirviese de vehículo de expresión a esa población y a sus múltiples problemas socio-económicos, sin embargo fue imposible la realización del proyecto.
Durante los años 40, además de los citados, empezaron a circular varios órganos literarios o de intereses generales y culturales con contenido literario: Futurista (1940): Revista literaria y deportiva, dirigida por Evangelista Díaz y editada en Los Puertos de Altagracia, con frecuencia mensual. Torbes (1941): Revista cultural ilustrada, editada en San Cristóbal el 12 de febrero de 1940 y trasladada a Maracaibo desde enero de 1941, dirigida por María Luisa Gracia y redactada por Gloria Alba Molero. El Boletín del Archivo Histórico del Zulia (1945), órgano de la institución oficial del mismo nombre, con carácter trimestral, bajo la dirección de Carlos Medina Chirinos, quien editaría tres números hasta el momento de su lamentable fallecimiento. Avance (1945): Revista mensual de intereses generales, donde pueden seguirse los actos conmemorativos del centenario de la muerte del general Rafael Urdaneta, bajo la dirección de Adolfo Romero Luengo y teniendo como colaboradores a: Octavio Andrade Delgado, Guillermo Parra Chirinos, Tarcila Reyes, Humberto Campos Brice, Eloy Párraga Villamarín, Pedro Alciro Barboza de la Torre, Evencio A. Soto, Luis Vera Gómez y otros. La Revista de la Universidad del Zulia (1947): Creada en mayo de 1947, bajo la dirección del propio rector Jesús Enrique Lossada y redacción de Eduardo Matthyas Lossada, la cual tendría una nueva época a partir de 1958, tras el derrocamiento de la dictadura perezjimenista. Diario de Occidente (1949), periódico de extensa trayectoria, fundado y dirigido por el comerciante Rodolfo Auvert, con la redacción de Marco Aurelio Rodríguez, Guillermo García Méndez y Guillermo Céspedes Rivera.
Primer quinquenio de los 50. Retorno al tradicionalismo udonperiano del Grupo “Cauce” (1951-1956). El Círculo Zuliano de Escritores (1955) ¿A qué se llamó crisis literaria en el Zulia?
Grupo “Cauce”
El grupo literario “Cauce” fue fundado el 15 de octubre de 1951 y funcionó hasta 1956, época que se consideró de crisis literaria en el Zulia y donde surgió el grupo Apocalipsis, que originó unas encendidas polémicas entre las dos tendencias de escritores, los tradicionales que seguían las pautas udonperianas, y los vanguardistas. Se organizaron a partir de la conmemoración de los 25 años de la muerte del poeta Udón Pérez, realizaron recitales y otras actividades culturales, publicaron en el diario Panorama y recordaron al poeta-legionario Ismael Urdaneta; trataron de rescatar del olvido a los valores literarios del pasado en la región. Organizó un acto socio-cultural para celebrar su primer año de vida, en el Club Alianza, el 15 de octubre de 1952. Durante el acto, leyeron sus poemas Ramón Ávila Girón, Hesnor Rivera y Américo Negrette, y luego el escritor y músico Aniceto Ramírez y Astier, expresó unas palabras de ánimo a los integrantes del grupo. Sus principales integrantes fueron: Berthy Ríos, H.R. Marín Fonseca, Martín Áñez, Mercedes Bermúdez de Belloso, Margoth Díaz Urdaneta, Rosa Virginia Martínez, Ida Dos Santos, Evaristo Fernández Ocando, José Ramón Ortega, Gloria Alba Molero, Ramiro Larreal Sánchez Pepe Holgado, J.J. Bravo Ríos, Gastón Parra Luzardo, J.A. Borjas Sánchez, Ramón Ávila Girón, José Semprún, Ramiro Fuentes Castellano, Gilberto Mora Muñoz, Jesús María Semprún Bermúdez, Aníbal Briceño y Elsa Silva Negrón. El grupo desapareció en los tiempos finales de la dictadura perezjimenista, por la persecución política de algunos de sus integrantes como Berthy Ríos.
Círculo Zuliano de Escritores
Se fundó el 24 de agosto de 1955 en el Club del Comercio, donde se nombró una junta directiva provisional constituida por: Fernando Guerrero Matheus (presidente), Guillermo Parra Chirinos (vicepresidente), Rosa Virginia Martínez (secretaria general), J.A. Borjas Sánchez (tesorero), Hercolino Adrianza (consultor jurídico), Mercedes Bermúdez de Belloso, J.R. Hernández D’Empaire, J.A. Ugas Morán, Aquiles Ferrer Vale y Manuel Noriega Trigo (suplentes). Se dedicaron a elaborar sus estatutos y patrocinaron una mesa redonda sobre la «Crisis literaria del Zulia», denunciada por Humberto Cuenca y Alfredo Tarre Murzi. Su instalación solemne fue el 28 de octubre de 1955, en el Club del Comercio, con el discurso de orden a cargo del Dr. Héctor Cuenca. Intentaron «trabajar por el más amplio desarrollo de las letras y de la cultura, por la elevación de las condiciones sociales y económicas del escritor y por la defensa de sus derechos», pero las agudas polémicas surgidas entre las nuevas generaciones representadas por el grupo Apocalipsis y el tradicionalismo literario de Cauce, plenaron la escena literaria del Zulia durante ésos años y el círculo feneció sin pena ni gloria. Se ha querido vincular su existencia con la Asociación de Escritores Venezolanos, sin embargo, mientras no se demuestre lo contrario, fue sólo una institución literaria regional y no tuvo el carácter de filial con aquella.
¿A qué se llamó crisis literaria en el Zulia?
Había muerto el Modernismo en el Zulia, pero continuaría el Post-Modernismo. No se participaría en el innovador grupo “Viernes” de finales de los 30 y comienzo de los 40, tampoco incursionamos en los caminos de la “Generación Hispanizante del 42”, ni recorrimos las vías del grupo “Contrapunto”, a pesar de la prédica de Andrés Mariño-Palacio. Todos ellos de la capital de la República. Lo más que logramos, fue vislumbrar una intuición de la modernidad con el grupo “Tierra”, pero solo como meteoro que pronto se alejaría. Treinta años perdidos para la literatura, desde la creación de “Seremos”, con mínimos destellos de luz y la más constante oscuridad, en la crisis literaria más prolongada de la historia literaria del Zulia.
A principios de 1955, Humberto Cuenca con la inmensa angustia de aquellos 30 años desperdiciados, se expresó así: “Desde entonces, un largo y angustioso silencio, un frío congestionado, una parálisis infinita del espíritu se tiende sobre el Zulia. A medida que surgen caminos, edificios, máquinas, escasea la Cultura. Los viejos añoran a Udón y los jóvenes se reúnen ocasionalmente en flacos grupos, para decir llanamente que son jóvenes… y nada más”.
Acertada visión, ya que al desaparecer “Vertical” una prolongada noche se tendería sobre la cultura zuliana y en especial sobre la literatura y solo tímidos intentos habría durante las décadas del 30, 40 y la primera mitad de los 50. María Calcaño, Hercolino Adrianza Álvarez, Mercedes Bermúdez de Belloso, entre otros pocos nombres pueden citarse. Pero, de la sombra siempre viene la luz y ese mismo año de 1955, cuando escribía Humberto Cuenca, surgió la auténtica renovación de la literatura en el Zulia, a través de la brusca irrupción del grupo “Apocalipsis” que trajo el surrealismo a la región y dividió la historia de la literatura en el Zulia en dos: antes y después de “Apocalipsis”. El sueño de los arielistas, después de cinco décadas, se había hecho realidad ya que la literatura en el Zulia, por fin iba a vivir en correspondencia con el resto del mundo. Era la modernidad de la literatura en la región zuliana, la cual se acrecentaría durante los 60 con diferentes grupos de vanguardia y escritores de valía hasta finalizar el siglo XX.
Irrupción del lenguaje surrealista a través del grupo “Apocalipsis” (1955-1958). Creación de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad del Zulia y de su escuela de letras (1959).
Grupo “Apocalipsis”
Grupo literario fundado en septiembre de 1955, significó la irrupción de la vanguardia en la literatura zuliana del siglo XX, a través del surrealismo. Para ese año se había planteado en el Zulia la discusión acerca de la presunta involución de las letras zulianas, en una extensa campaña del diario Panorama. Se planteaba la crisis literaria del Zulia, ya que desde la muerte de Udón Pérez, Elías Sánchez Rubio e Ismael Urdaneta, a finales de la década del veinte, sólo cinco o seis nombres mantenían la tradición y abundaban los “consagrados», que llenaban estantes, con muchos libros publicados, pero de muy escasa calidad. En el liceo Baralt, el profesor Pedro José López fundó el Centro de Apreciación Musical, que fue presidido, sucesivamente por Salvador Conde y Atilio Storey Richardson, con jóvenes como Lilia Linares, Ricardo Hernández Ibarra, Sara Cecilia Araujo, Miyó Vestrini, Néstor Leal y César David Rincón. Ellos se relacionaron con Ignacio de La Cruz, periodista de Diario de Occidente y Hesnor Rivera, poeta zuliano que había llegado del Sur del continente. Sólo la librería Orbe, de Felipe Hernández, tenía obras de Neruda, Pastori, Gerbasi y otros, que pudieran interesar a esa nueva juventud. El 27 septiembre de 1955 esos jóvenes, después de un recital de Hesnor Rivera, cuya poesía no era entendida por los sectores tradicionales de la región, decidieron fundar en el Piel Roja, el grupo Apocalipsis. Allí estaban: Hesnor Rivera, César David Rincón, Ignacio de La Cruz, Néstor Leal, Miyó Vestrini, Atilio Storey Richardson, Laurencio Sánchez Palomares y Régulo Villegas, entre los que escribían poesía y los jóvenes artistas plásticos Francisco Hung, Homero Montes y Rafael Ulacio Sandoval, además de otros jóvenes aficionados a las letras y al arte en general. Intentaron desenvolverse con un sentido mágico de la realidad, que les permitiese traspasar todos los límites, trastocar todos los términos, brindar un universo nuevo desconocido y maravilloso. Fueron apoyados desde Caracas por Ramón Palomares, Adriano González León, Félix Guzmán, Mariano Picón Salas y otros escritores venezolanos que deseaban acabar con la excesiva retórica. Publicaron en Panorama y se entroncaron a la corriente surrealista, reivindicaron la obra literaria de Ismael Urdaneta, Elías Sánchez Rubio, Eduardo Matthyas Lossada, Humberto Cuenca y fueron influidos por Rimbaud, Lautremont, Apollinaire, Cesaire, Rilke, Cernuda, Lorca, Vallejo, Gerbasi, Eliot, Pound, Saint-John Perse, Novalis, Ramos Sucre y Juan Sánchez Peláez, entre otros. El grupo estuvo activo desde 1955 hasta 1958, fecha en que se dispersaron hacia Europa. Publicaron Paraíso de los condenados de Régulo Villegas y Los poetas del grupo apocalipsis, una antología realizada por Félix Guzmán y editada por la Universidad Central de Venezuela. Más tardíamente, se publicaron Para una fábula de Laurencio Sánchez Palomares y En la red de los éxodos de Hesnor Rivera; mientras que Néstor Leal, Laurencio Sánchez Palomares y César David Rincón, obtuvieron importantes premios de poesía. Practicaron una escritura automática en los sitios más insólitos de la ciudad. Mariano Picón Salas catalogó a Apocalipsis como uno de los «más sorprendentes hallazgos de la poesía venezolana en lo que va de siglo». Su ejemplo de agruparse fue seguido en Caracas y así apareció Sardio. Apocalipsis fue, según César David Rincón, «una especie de vuelta hacia los grandes mitos, hacia una cósmica y alucinante leyenda del hombre, lleno de la savia salvaje de la poesía». Jorge Luis Mena afirma que «el verdadero aporte, el verdadero legado del grupo y es lo que justamente lo avala ante la historia, está en haber propuesto unas nuevas coordenadas poéticas en el desolado horizonte de la poesía que para el momento se hacía en el Zulia (…) ocupan, con toda dignidad y justicia, un lugar destacadísimo dentro de la vanguardia poética y literaria del Zulia. Es preciso recordar, por otra parte, que Apocalipsis se adelanta algunos años a lo que iba ser la gran eclosión de los sesenta y sus vanguardias, que oficiaban y despachaban desde Caracas su furiosa iconoclastia para todo el país (…) eso es, eso fue Apocalipsis, la exaltación de una poesía creadora, de una pasión por el sueño y la evocación. Eso. Ni más ni menos». Iliana Morales Gollarza reconoce que la desnacionalización de Apocalipsis era aparente y que abiertamente navegaron desde el surrealismo hasta el Lago de Maracaibo, porque como dice Hesnor Rivera «en todas partes los movimientos siempre han partido de lo particular, que sería en este caso lo propio, lo que nos rodea, con la intención de vincular esa particularidad a un mundo universal. Ese ha sido siempre el principio de los grandes poetas románticos, y los nativismos bien orientados tuvieron como finalidad eso, solamente que la mayor parte de los nativismos estuvieron mal orientados y se quedaron simplemente en el detalle, sin trascendencia, en lo anecdótico, en lo inmanente, que jamás iba a poder ser llevado al plano de la trascendencia necesario.»
Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Del Zulia
Se instalaría el 24 de octubre de 1959, natalicio del general en jefe Rafael Urdaneta, con sus cuatro escuelas: Educación, Periodismo, Filosofía y Letras, en un acto solemne celebrado en el Paraninfo universitario de La Ciega, con la presencia del presidente de la república Rómulo Betancourt, acompañado de parte de su tren ejecutivo, del gobernador del estado Zulia, Eloy Párraga Villamarín, autoridades universitarias encabezadas por el rector Antonio Borjas Romero y el decano José Manuel Delgado Ocando, personalidades eclesiásticas, civiles, militares, municipales, profesorado, alumnado, invitados especiales como el rector de la UCV y público en general.
El decano de la Facultad de Humanidades, designado el 7 de octubre de 1959, renunció a los dos meses y medio por sus múltiples ocupaciones, pero debió seguir ocupando ese cargo como contratado y a tiempo convencional, hasta que el 23 de junio de 1962 se eligió el nuevo titular, el profesor José Antonio Borjas Sánchez. Se iniciarían las actividades de la Escuela de Letras en el año académico 1959-1960, en las instalaciones del tercer piso del Centro Vocacional “Octavio Hernández” (hoy Secretaría de Cultura del estado Zulia) en la avenida 2 (El Milagro). Para la Dirección de Escuela, como órgano académico-administrativo, durante el período 1959-1963, funcionaría un director para las cuatro escuelas, el profesor Raúl Osorio Lazo, situación que fue normalizada en el mes de octubre de 1963, nombrando un director para cada escuela. En el caso de la Escuela de Letras sería nombrado el profesor José Pascual Buxó. Nacía en forma propiamente la ESCUELA DE LETRAS DE LA UNIVERSIDAD DEL ZULIA. Posteriormente, el CENTRO DE ESTUDIOS LITERARIOS en 1967, el cual sería elevado a la categoría de INSTITUTO DE INVESTIGACIONES LITERARIAS Y LINGÜÍSTICAS a partir del año de 1990. Sin duda con la creación de esa escuela la visión de la literatura será más moderna y trascendente, gracias al conocimiento más amplio y profundo de la literatura y la lingüística universal. Para profundizar en la creación de la Escuela de Letras y su desarrollo en el tiempo, se recomienda ampliamente el libro Aproximaciones a la Historia de la Escuela de Letras de LUZ (1959-2009), de Luis Guillermno Hernández y Luis Perozo Cervantes, publicada en 2014 y una segunda edición en 2021.
En el segundo quinquenio de esa década de los años 50, habían surgido algunos órganos literarios o culturales de importancia. Así, había resurgido el emblemático periódico “La Universidad del Zulia” (1956), creado en la época del positivismo, a finales del siglo XIX, por el rector Francisco Eugenio Bustamante. Se había fundado “Balancín” (1956), dirigido por el periodista José Ramón Morales, en Cabimas, proyectado desde los tiempos del Grupo Mene. Habían iniciado su circulación: la revista “Ciencia y Cultura” (1956), de la entonces Universidad Nacional del Zulia, bajo la dirección de Germán Briceño Ferrigni; y la “Revista Baraltiana” (1957), bajo la coordinación especial de Agustín Millares Carlo, ambas con amplio contenido literario. Se estaba cerrando así, ese fructífero quinquenio para la historia de la literatura en la región zuliana, cuando al fin, la modernidad había calado en sus predios, a través de la irrupción del Grupo “Apocalipsis” y la Universidad del Zulia había logrado la creación de la Facultad de Humanidades y Educación, con su respectiva Escuela de Letras, lugar que sería de confrontación, integración e irradiación de agrupaciones, revistas y periódicos literarios, en las siguientes décadas.
Década de 1960
Terminaba la década de 1950, con la irrupción de la modernidad literaria en la ciudad de Maracaibo, a través de una agrupación de avanzada que utilizaba un lenguaje surrealista, el Grupo “Apocalipsis“, surgirán una serie de grupos literarios en la década de 1960. La denominada “década violenta” en nuestra historia nacional, la cual iba a conllevar al enfrentamiento ideológico violento de dos formas de ser y de pensar de los venezolanos de aquella época.
En la zona petrolera zuliana había surgido el ATENEO DE CABIMAS, también en 1960, donde de nuevo la poetisa Margoth Díaz Urdaneta de Méndez y su esposo Miguel Méndez Rubín, estuvieron empeñados en realizar una amplia actividad de promoción cultural en aquella abandonada meca del petróleo y paraíso del vicio, labor donde los acompañaron un grupo de profesionales residentes en la zona, entre ellos el médico y poeta Rafael Betancourt Ríos (1920-1980), como presidente de esa activa institución desde 1961 hasta 1964, época cuando éste último editaría su poemario Resaca al amanecer (1964).
Mientras tanto, en Maracaibo, desde el mes de noviembre de 1960 circulaba “Ateneo“, revista quincenal con el lema “Por el arte y la cultura“, dirigida y redactada por Lía de Bermúdez, Julio Borges Rosales, Ramón Sánchez, Alfredo Áñez Medina, Juan Ramón Chirinos y H.R. Marín Fonseca, cuya existencia sería muy efímera. Un año más tarde, en diciembre de 1961, surgiría el “Boletín de la Biblioteca General de la Universidad del Zulia“, bajo la dirección del eximio investigador español Agustín Millares Carlo, quien era profesor fundador de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad del Zulia y de su Escuela de Letras.
Bajo el estímulo y la influencia de esa violenta agrupación, nacería en Maracaibo el 31 de mayo de 1962, una agrupación artístico-literaria, el GRUPO “40 GRADOS A LA SOMBRA”, cual tendría ciertas coincidencias ideológicas con El Techo de la Ballena y sus integrantes redactaron un manifiesto muy iconoclasta titulado Del Génesis al Diluvio o Las Tablas de la Ley, emitido el día de la fundación del grupo, en un local de la Calle Colón frente a la Plaza Urdaneta, entre el bar La Milonga y el restaurant La Primavera, donde expresaron su ideario: “No pretendemos ser únicos ni imperecederos, ni vamos a entronizar glorias. Ha habido demasiadas glorias, antes y ahora. No amparamos ni desamparamos, queremos partir de cero, en un pueblo donde lo único que tiene cuarenta grados a la sombra es la temperatura del ambiente físico. Y así, no estamos complacidos ni conformes, pero casi creemos saber lo que queremos: que la cultura deje de tener nombres y apellidos; que se reconozca lo auténtico por encima de lo temporal; que se eliminen los adjetivos y se señalen los errores con absoluta imparcialidad; que se dejen los mármoles para el cementerio; que se archiven los infolios en los estantes de las inexistentes bibliotecas; que todos nos oigamos llamados pero nadie escogido; que surja el hombre y podamos reírnos de las caricaturas; que se vuelva al primer día del Génesis“.
El 15 de junio de ese mismo año se instalaron como nuevo grupo literario, con la inauguración de su local, con librería, sala-patio de conferencias y sala de exposiciones en forma de galería, con la muestra de pintura de Gabriel Morera y con la presencia del núcleo original de fundadores: Alberto Urdaneta, Carlos Wong, Miyó Vestrini, Ignacio de La Cruz, Francisco Hung, Esther María Osses, Sergio Facchi, Renzo Vestrini, Víctor, Emérita y Emilia Fuenmayor Ruiz, Enrique León, César David Rincón, Laurencio Sánchez Palomares y Américo Kugler, desde luego que bajo la égida de Josefina Urdaneta, motor básico de la nueva agrupación. A esos pioneros se irían uniendo posteriormente un grupo de simpatizantes, entre artistas, escritores, profesores, profesionales, maestros, periodistas y estudiantes, destacando el poeta José Antonio Castro, la promotora cultural Naya Mandalúniz de Briner y el médico y pintor Carlos Contramaestre, quien vino a trabajar en Cabimas, expuso en la galería e influyó mucho en las actividades de la agrupación.
Como una proyección cultural, este grupo fundaría el Cine-Club de Maracaibo, patrocinado por la Dirección de Cultura de la Universidad del Zulia, el cual fue el primer cine-club universitario del país que ingresó en la Federación Internacional de Cine-Club, con sede en París, organizaría el Cine-Club Infantil y editaría su propia revista CINE-1, redactada por Alberto Urdaneta, Josefina Urdaneta y Naya Mandalúniz. La agrupación realizó una actividad fecunda, ya que se impuso como necesidad vital en la ciudad, en momentos cuando la Facultad de Humanidades y Educación de LUZ estaba en proceso de organización y no había iniciado la extensión universitaria.
Su galería-librería puso a la disposición del público sensible, las nuevas corrientes del pensamiento y del arte, las teorías estéticas de la vanguardia y desde luego, sería centro de grandes y polémicos debates sobre la plástica, la poesía y la ciencia. Se efectuaron las exposiciones informalistas de Renzo Vestrini, de las Materias Flotantes de Francisco Paco Hung, de los Tumorales de Carlos Contramaestre, así como las primeras muestras de los artistas Pablo Durán y Edinson Parra, los dibujos de Lourdes Armas, las obras de Daniel González, Juan Calzadilla, Jacobo Borges, Tonya de Vera, entre otros, las cuales pudieron verse en su galería. No tuvo estímulos de otras instituciones y debió afrontar las reacciones de los tradicionalistas que no aceptaban sus posiciones iconoclastas expresadas en su manifiesto y en sus actividades.
Publicaron “40 Grados a la Sombra“, una hoja literaria volante que circulaba encartada en el periódico La Universidad del Zulia. Editaron dos libros de relatos: El llanto oscuro y El camino es un caballo de Josefina Urdaneta, así como una pequeña obra colectiva de poemas, tipo antológico del grupo, titulada 7 de 40, prologada por Josefina Urdaneta, donde se incluyeron: Miyó Vestrini, Laurencio Sánchez Palomares y César David Rincón, los tres poetas apocalípticos integrados al grupo, además de las nuevas voces: Emérita Fuenmayor Ruiz, Víctor Fuenmayor Ruiz, Enrique León y Carlos Wong.
El poeta César David Rincón expresaría que esa agrupación revolucionó la vida literaria y artística de Maracaibo durante más de cuatro años y vinculó al público zuliano con pintores de figuración internacional. Más tarde afirmaría que supo llevar hasta Caracas, un aliento amplio y universal de lo que se estaba haciendo en el Zulia en materia de arte y literatura.
Además de los tres poetas que venían de Apocalipsis, cuyas creaciones literarias se citaron al estudiar ese grupo, en 40 Grados a la Sombra se iniciaron como escritores: Josefina Urdaneta (1925-2016): educadora, narradora, poetisa, ensayista y antóloga, autora de obras como: El camino es un caballo, Una historia de perros, El llanto oscuro, Los momentos hostiles, El niño y la palabra, Alas de letras, Las morisquetas, Visión de la vida. Educación sexual de los niños, Contigo si, Aquí mismo, Vivir del aire, El juego-vida de los niños, Los puntos cardinales y Juan el de Cumarebo, entre otras. Víctor Fuenmayor Ruiz (1940-): abogado, licenciado y doctor en letras, doctor en semiología, novelista, ensayista, crítico, dramaturgo y poeta, autor de obras como: El inmenso llamado, Zonambularia, ¿Que tengo yo contigo?, Donde la luz me encarna, Libro mi cuerpo, Materia, cripta y lectura de Horacio Quiroga, El cuerpo de la obra y otras. Enrique León (1942-): dramaturgo, director de teatro, ensayista y poeta, autor de obras como:¿Y vos que vais a ser cuando seáis grande muchacho, Estoy enamorado tuyo, Fragmentos, Diferencias sobre el nombre, Flor de baile, Pañuelos y otras. Emérita Fuenmayor Ruiz (1942.): licenciada en filología y literatura española, profesora e investigadora universitaria, poetisa, en obras como: El elegido, Del compromiso y la convivencia, Clan Destino y otras. Carlos Wong Broce (1932): estudiante y poeta panameño de obra dispersa, quien egresó de la Escuela de Letras de LUZ.
Deben citarse aquí, a dos poetas contertulios del grupo, llegados desde Panamá y el oriente del país para quedarse y ser profesores de la Universidad del Zulia: Esther María Osses (1916-1990): licenciada en filosofía y letras, profesora e investigadora universitaria, poetisa y ensayista, autora de obras como: Poesía en limpio, Crece y camina, Poemas, La novela del imperialismo en Centroamérica, Canciones para niños, Canción del barco velero y otras publicadas en Panamá. José Antonio Castro (1930-): licenciado en letras, con maestría en arte y doctorado en letras, profesor e investigador universitario, poeta, narrador, ensayista y crítico, autor de obras como: Las manos, Álbum para delincuentes, Humano todavía, La bárbara memoria, Narrativa modernista y concepción del mundo, El proceso creador, Poemas, Hiponángela, Columba 1925, Ocultación y revelación, Bárbara memoria, Mapire y otras.
El grupo prolongó su existencia hasta el año 1966, cuando los esposos Urdaneta, sus propulsores, se trasladaron a vivir en Caracas. A su vera y con su ejemplo, estimularon la actividad creadora de escritores y pintores jóvenes, además de su organización en grupos. Así, se observaría la emergencia de la revista panameña-venezolana Pini-Ibé y de la agrupación Asociación de Estudiantes de Letras (AEL) en la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia, así como la creación de otras agrupaciones artístico-literarias como Vertical 9, Cal y Agua y La Mandrágora, en Maracaibo y el Grupo Once, en Mene Grande.
En el mismo año de 1962, varios meses después del Grupo “40º a la Sombra”, resurgiría en Maracaibo la Revista “Pini-Ibé“, órgano literario nacido en Panamá en 1960, fundado por estudiantes de la Universidad de Panamá y del Instituto Nacional de esa nación, con un nombre proveniente de la lengua indígena cuna, que significaba “Nuevo sol“, editándose cinco números de la revista en ese país. Más tarde, su director Carlos Wong y su fundadora Esther María Osses se reencontraron en Maracaibo y con el estímulo del Grupo Cuarenta Grados a la Sombra reapareció la revista, ahora financiada por la Universidad del Zulia, bajo la dirección común de Carlos Wong por Panamá y Víctor Fuenmayor por Venezuela, con la dirección artística de Sergio Antillano, Tonya de Vera y Francisco Paco Hung, de Venezuela, así como Alberto Dutay, de Panamá. Así, el número 6 apareció en septiembre-octubre de 1962, donde colaboraron: el mexicano César Rodríguez Chicharro, los españoles José Pascual Buxó y Unai Mandalúniz, los panameños Milvia Arbalza Dutary, Joaquín Beleño, Enrique Chuez, Carlos Wong y Esther María Osses y los zulianos Emérita y Víctor Fuenmayor Ruiz y César David Rincón. Más tarde, se editaría el número 7-8, mayor en extensión y con secciones de ensayos, artículos, cuentos, teatro, poesía, novela, pintura, documentos para una interpretación dialéctica de la literatura y el arte, crítica, publicaciones y cultura de Maracaibo.
Mientras tanto, en la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad del Zulia se iniciaba la edición del ANUARIO DE FILOLOGÍA, como órgano de expresión literaria y filológica, bajo la dirección de José Pascual Buxó, se iniciaban las publicaciones literarias y se efectuaba la primera convocatoria nacional del Concurso Anual de Ensayo, Cuento, Poesía y Teatro.
En febrero de 1963 se darían a la luz pública los primeros ejemplares de la colección pionera de esa Facultad de Humanidades y Educación de LUZ, con el nombre de ARTE Y LETRAS, todo lo cual estimularía a los escritores venezolanos y zulianos en especial, a ser partícipes de esos importantes aportes en pro de la bibliografía nacional. En esa colección se publicarían creaciones de: Mercedes Bermúdez de Belloso, Camilo Balza Donatti, José Antonio Castro, Guillermo Ferrer, José Pascual Buxó, Jesús Serra y Hesnor Rivera, entre otros. En esa colección primeriza también se les publicaría sus obras a los ganadores en los certámenes literarios de poesía, narrativa, teatro y ensayo.
También en ese mismo año de 1963 había surgido en la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia, una agrupación estudiantil, la ASOCIACIÓN DE ESTUDIANTES DE LETRAS, conocida como “AEL”, integrada por: Olga Medina Borges, Carlos Wong Broce, Tito Balza Santaella, Douglas Gutiérrez Ludovic, María Elvira Áñez, Juan Pintó, Lilia Boscán y Jesús Serra, entre otros estudiantes, asesorados por la profesora Esther María Osses, quienes publicaron el “PAPEL VOLANTE DE AEL”, encartado en el periódico “La Universidad del Zulia”, del cual circularon cinco números durante 1964, donde colaboraron: Nelly Rincón Atencio, Carlos Rodríguez Castañeda y Manuel Santiago Matheus, entre otros; participaron en conferencias, foros y recitales, veladas literarias y musicales; organizaron una biblioteca de autores venezolanos contemporáneos; además de colaborar con el Grupo “40º a la Sombra”, con el departamento de francés y con la escuela de periodismo de LUZ. Fueron la agrupación primigenia formada por los estudiantes de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia y desaparecería al irse graduando algunos de sus integrantes, de los cuales casi todos llegaron a ser destacados docentes universitarios y escritores.
El día 3 de noviembre de 1963, en la ciudad de Maracaibo, se fundaría el GRUPO “VERTICAL 9”, agrupación artístico-literaria, la cual ese día difundieron su primer “manifiesto” donde expresaron algunas inquietudes estéticas y de creación. Su denominación provino del número inicial de sus integrantes y de su actitud recta y firme, como la verticalidad expresada en sus ideas. Fueron sus miembros: los pintores Graciela de Perozo, Diego Barboza, Roberto Obregón, Edison Parra, Pablo Durán, Rafael Rodríguez y Evaristo Torres, los dos últimos escultores también, además de los poetas Alfredo Áñez Medina y Adixo Villasmil. Más tarde se incorporarían los jóvenes liceístas y poetas Ovidio Rodríguez y Reimar Áñez Bozo, éste último también declamador. Utilizaron como sede el Centro Vocacional “Octavio Hernández” y designaron como sus asesores a: Luis Beltrán Ramos y a Francisco “Paco” Hung.
Su primera actividad sería una muestra colectiva en el Salón de Exposiciones del Concejo Municipal de Maracaibo, acompañada de tres conferencias a cargo de Sergio Antillano, Carlos Solaeche y Luis Beltrán Ramos, además de una mesa redonda sobre teatro, donde intervinieron los directores de grupos teatrales: Inés Laredo, Tomás Navarro y Giuseppe Calíbrese. Para enero de 1964 realizaron otra exposición colectiva en el Liceo “Jesús Enrique Lossada”, donde emitieron una especie de “segundo manifiesto”.
El 25 de enero de 1964 surgiría en Maracaibo una agrupación político-literaria, el GRUPO “CAL Y AGUA“, constituido a la vera de la Galería-Librería “40º a la Sombra”, como una reacción polémica a ciertas normas estéticas que se mantenían en ella. Su denominación surgiría en forma espontánea, aludiendo al espíritu de limpieza, de integración moral y de profilaxia intelectual que el grupo se proponía estimular y realizar, ya que se conocía el alto poder de desinfección que poseían esos dos elementos químicos: la cal y el agua, como también aludían en su “manifiesto”, en uno de sus apóstrofes más incisivos y violentos, al declarar que “libraremos a la ciudad de tanto cadáver viviente que anda infectando, hasta hacerlo irrespirable, el aire de la atmósfera”.
Sería integrado por: Alfredo Áñez Medina, José Parra Finol, Ricardo Ruiz Caldera, José Eugenio Espina, Héctor Pirela Zambrano, José Villalobos, Pablo Santamaría, Rafael Sandoval, José Ramón Sánchez y Lidda Franco Farías, cuando llegó de su nativo Falcón. Ricardo Ruiz Caldera, recién llegado de París, dirigió el grupo en su etapa inicial y redactó el “manifiesto” de la agrupación, el cual nunca se publicó y apenas fue leído en el primer aniversario del grupo, por el poeta Alfredo Áñez Medina, el 25 de enero de 1965, en los pasillos de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad del Zulia. Su sede habitual fue el Bar “La Milonga”, situado frente a la Plaza Urdaneta, al lado del local de “40º a la Sombra”. En 2008 la Editorial de la Universidad del Zulia publicó la Antología Cal y Agua. Alfredo Áñez Medina. Ricardo Ruiz Caldera. José Parra Finol, la cual incluye unos facsímiles de la revista Etral.
También bajo la influencia y el estímulo de “40º a la Sombra” se constituyó en Mene Grande, durante febrero de 1964, una agrupación de carácter artístico-literaria, el GRUPO “ONCE“, su ciclo vital se prolongó hasta 1967. Su presidente fundador fue el doctor Venancio Rosales y tuvo como miembros a Adhemar González, Agustín Darío Villasmil, Luis A. Ferrer, Ángel Emiro Bravo, Luis Pulgar, Antonio Paredes, Manuel Domínguez, Jimmy Montano, Alberto Merkado, Simón Contreras, Alfredo J. Cisneros, Carmen Librada de Pérez, entre otros. Se inició como una peña literaria, la cual se reunía dos veces por semana, hasta que desearon darle mayor coherencia y se constituyeron en grupo, adoptando ese nombre por ser once sus integrantes habituales. Se relacionaron con 40 Grados a la Sombra de Maracaibo y publicaron un órgano mensual en forma de hoja volante, con el nombre del grupo, que circulaba encartado en el periódico La Universidad del Zulia, del cual se editaron 12 números, desde el 1 de junio de 1964 hasta 1965. Realizaron constantes actividades: exposiciones fotográficas, pictóricas, conferencias y foros, tanto literarios como científicos. Se integraron, por un tiempo, Rafael Ulacio y Pedro Vargas, entonces profesor de música e interesándose por la pintura y escultura.
El 16 de octubre de 1964 se creó el INSTITUTO DE ARTES, por decreto ejecutivo número 58, para la enseñanza de las artes, danza, teatro, ballet y otras expresiones culturales, entre ellas la literatura, bajo la dirección de Carlos Parra Bernal. En 1969, al morir trágicamente su director-fundador, tomaría su nombre como epónimo.
El 21 de abril de 1965, en el Liceo “Jesús Enrique Lossada” de Maracaibo se crearía el CENTRO LITERARIO “PROFESOR JOSÉ SERRA CRESPO”, para honrar a ese educador español de amplia trayectoria docente en ese liceo.
El 20 de mayo de 1965, por decreto ejecutivo número 110 del Gobernador del Estado Zulia doctor Octavio Andrade Delgado, con motivo de cumplirse los diez años de la muerte del gran poeta venezolano Andrés Eloy Blanco, se crearía la CASA DE LA CULTURA “ANDRÉS ELOY BLANCO”, con importantes actividades en especial de literatura y publicaciones. También en ese mes de mayo de 1965, surgiría el CÍRCULO LITERARIO “SEMANA”, de carácter literario, integrado como un círculo de damas. Fundado en Maracaibo por Nora Bustamante Luciani, quien lo dirigió hasta 1972, con la finalidad de estimular la lectura entre sus miembros y la difusión de la literatura venezolana. En 1990, al cumplir sus bodas de plata, estaba coordinado por Isabel Arcaya de García. En la celebración del 50 aniversario del grupo, tuvieron como invitado al escritor Eduardo Liendo, el 22 de abril de 2015 en el Club Náutico.
En ese año de 1965, circularía la revista literaria “Cadaver dichoso“ y en la población de Bachaquero, en la Costa Oriental del Lago, el 9 de noviembre del mismo año, se fundaría el GRUPO “CROMOLIRA“. Entre sus miembros, se pueden citar a: Licinio Morán, Pastor Acosta, Víctor Coronado, Pedro Bautista, Obed Méndez, Luz María Castro, Omar Castejón, Simón Linares, Alfredo Vásquez, Reinaldo Pérez, Agustín Darío Villasmil, Marcos Sandrea, José Colmenares, Haidée de Sánchez, Rafita Santoyo de Mascherín, Rafael Sandoval, Alberto Gil, y otros. Se organizó por secciones: literatura, artes plásticas, fotografía, canto, música y danzas. Publicaron el pequeño periódico Cromolira, del cual lograron editar hasta diez números, durante tres años, bajo la dirección de Agustín Darío Villasmil. Su labor editorial también se hizo sentir, al publicar dos libros de sus miembros, como Evocación de José C. Colmenares (1968) y De mis horas de Agustín Darío Villasmil (1968), el primero de crónicas y el segundo, un poemario. La presencia activa del grupo, en la promoción cultural de Bachaquero se hizo vibrante durante más de once años, ya que para 1976 todavía se reseñan sus actividades, año en que una de sus miembros, Rafita Santoyo de Mascherín publicó su novela Alejandrina y el magnetismo petrolero.
Al iniciarse 1966, en Maracaibo se instalaría el GRUPO “EL OJO CLÍNICO”, de tendencia artístico-literario, de carácter experimental. Se destacan entre sus miembros los pintores José Ramón Sánchez, Francisco Bellorín y Luis Bandres, el ceramista Besembel, el escultor Mendoza y los poetas José Antonio Castro, Juan Pintó y Jesús Serra. Estuvo vinculado al grupo Sábado, con el cual organizaron actividades teatrales.
El GRUPO LITERARIO “JUEVES” fue creado en Lagunillas, el 16 de junio de 1966 y sus fundadores fueron: Jesús Castillo Puchi (presidente), Carmen Rosales (secretaria), Aracelys Vílchez (tesorera), Julio Prince y Otto Schmilinsky (vocales). Se organizó en secciones: Fotografía, H. Van Herwijnen; Pintura, Annie de Leyderhoud y Jesús Antúnez; Danzas, Carmen Rosa Rosales; Canto y Música Instrumental, Rafael Rincón González, el cual había formado la Coral Shell, sobre todo, con extranjeros y la cual había debutado el 5 de julio de 1974 en el club Carabobo de Lagunillas. Más tarde, el presidente fue Héctor Sánchez Molina, acompañado por Yocastha de Uzcátegui (secretaría de Actas y Correspondencia), Ángel Luis Silva (tesorero), Eddie González (secretario de Relaciones) y Raúl Vivas (vocal); también las secciones se modificaron, así: a Danzas se le añadió Declamación y siguió bajo la coordinación de Carmen Rosa Rosales, Fotografía siguió igual, apareció Literatura, a cargo de Agustín Darío Villasmil y Héctor Sánchez y Rafael Rincón González se encargó de Coral y Conjunto de Cuerdas. Luego, se integró el elenco de teatro, el cual presentó Nuestra Natacha de Alejandro Casona en mayo de 1967, con 26 intérpretes, en Mene Grande, como homenaje al grupo Once, para luego escenificarse en Bachaquero y Lagunillas, con éxito de público. En 1966 apareció Jueves, órgano mensual del grupo, bajo la dirección de Eddie González y más tarde de Agustín Darío Villasmil. En 1971 se publicó Glosario de Jueves, libro antológico de poesía de sus miembros y colaboradores.
En ese mismo año, el 20 de octubre de 1966, se fundaría en Maracaibo una agrupación artístico-literaria juvenil, en la casa de habitación del periodista y crítico de arte Sergio Antillano, situada en el Callejón La Pendiente de la Avenida El Milagro: el GRUPO “LA MANDRÁGORA”. Estuvieron presentes: Laura Antillano, María Elvira Áñez de Solís, Elena Arévalo, Hernán Alvarado, Blas Perozo Naveda, Pablo Riquelme, José Luis Acosta, Julio Bermúdez, Roberto Obregón y Enrique Riquelme, quienes participaron en un acto ritual, donde se leyeron textos de los integrantes y el “Manifiesto“ escrito y leído por Laura Antillano, el cual sería publicado en el diario Panorama el 30 del mismo mes y año, en las páginas de “Artes y Letras“, donde expresaban: “/ para comenzar, analizaremos los estratos / recorriendo cada ranura / es necesario aprovechar el menor espacio / de tiempo; / presenciarlo todo, verlo y sentirlo, / renegamos del suicidio, hemos decidido / organizar las cenizas, / abandonar la fosilización, / los rostros que lloran en la pared, / flotando en la odisea / para ello, contamos con nuestras / estructuras óseas, / el átomo, / la distancia de un año luz, / las ondas electromagnéticas, / la poesía es un estado puro; / no aceptamos tutores, ni mayores / ni menores; / ni el helado sepulcro de las antologías; / detestamos a los oportunistas, los / mercaderes y los mendaces, / amamos, si / el escándalo moral, / ni el escándalo comercial / ni el escándalo de la muchacha cortada / en pedazos, / queremos que se nos oiga, / mirar más allá de nuestras narices, / tenemos, que subirnos al taburete / pues los otros llegaron antes y han / acaparado todos los puestos / con sus mentiras; / tenemos que gritar alto para dominar el / vocerío de víboras / ¡amamos el escándalo! / nos acompaña la poesía / y poseemos la mandrágora, / que es juventud eterna, / poder y riqueza, / raíz maravillosa, / muñeca mágica… / arrancaremos las lecciones engañosas / fijadas sobre las paredes / de los edificios públicos / y la materia fecal que transita por las / venas de las escuelas / de artes y de letras / la mandrágora será contacto, / escenario abierto / tribuna libertina / nos preguntan nuestra edad y / respondemos / el menor de nosotros apenas cuenta / veinte siglos / ¡Somos la Mandrágora! /”.
El CENTRO DE ESTUDIOS LITERARIOS, conocido como CEL, fue aprobado su creación por el Consejo de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad del Zulia el 1 de abril de 1967, bajo los auspicios de la Escuela de Letras, con la finalidad de incrementar la investigación literaria. Sus primeros directores fueron: César David Rincón (1968), José Antonio Castro (1968-1969), Víctor Fuenmayor (1969-1972), José Antonio Castro (1972-1981), Lilia Boscán de Lombardi (1981-1983), Juan Gregorio Rodríguez Sánchez (1983-1986), Cosimo Mandrillo (1986-1990); más tarde lo han sido: Víctor Fuenmayor, Ricardo Ball, Iliana Morales Gollarza, Luis Oquendo, Miguel Ángel Campos y Ana Arenas Saavedra. Cuenta con una planta de investigadores y con un consejo técnico, ha publicado la Revista de Literatura Hispanoamericana (desde 1972), con gran prestigio internacional, y un sólo número de un Anuario. En 1990, por el desarrollo alcanzado, fue elevado a la categoría de Instituto de Investigaciones Literarias, al cual hoy día se le ha agregado la denominación de Literarias y Lingüísticas.
El CENTRO LITERARIO DEL LICEO “COQUIVACOA se crearía en 1968 y funcionaba su junta directiva, al momento de escribir esta sección no se halló la información necesaria para describir el centro y sus integrantes.
Evocando en parte la sombra del “Mayo Francés” y con la intensificación de causas universitarias nacionales y regionales, se iba a originar en la Universidad del Zulia en 1969, la llamada Renovación Universitaria, generando en los sectores estudiantiles una constante y sostenida posición de lucha contra el sistema.
En 1969, los estudiantes falconianos en la Escuela de Letras en la Universidad del Zulia, constituyeron el GRUPO LITERARIO “KASEGA“, Rafael Alfonzo, Pedro Cuartín, Pedro Bracho, Enrique Arenas, José Pipo Álvarez y Diobis Rodríguez, quienes realizaban por entonces estudios en la Universidad del Zulia y los cuales se ejercitaban como jóvenes escritores. Todos ellos, excepto Rodríguez, lograron sus títulos y hoy día son destacados profesionales universitarios dedicados a la docencia; de ellos, Alfonzo y Cuartín son, además, reconocidos escritores, Álvarez es lingüista, Arenas es gran promotor cultural y Bracho un jurista de prestigio. Estos tres últimos, con permanente residencia en Maracaibo.
La ASOCIACIÓN JUVENIL “RÓMULO GALLEGOS” se fundaría el 20 de octubre de 1969, bajo la presidencia de Rubén Delmoral y la secretaría general a cargo de Jorge Rodríguez Cabrera, quienes provenían de la “Asociación Juvenil ‘José Félix Ribas’ del Barrio Unión, situado detrás de la Urbanización “El Naranjal”. A ellos se le unieron: César Ramos Parra, Betty Urdaneta y Nancy Prieto Charry, entre otros, tomando como epónimo a Rómulo Gallegos, ejemplo de juventudes y novelista de prestigio continental, quien había fallecido ese mismo año. Participaron en el I Congreso de la Juventud Bolivariana en ese año, publicaron sus estatutos y Jorge Rodríguez Cabrera pasó a presidir la agrupación en el año 1970, sin embargo para 1971 cundió el desánimo y surgieron problemas internos, por la extremada juventud de sus integrantes, dando al traste con la juvenil agrupación, la cual desapareció. Sin embargo, la semilla galleguiana había seguido germinando y así, el 20 de enero de 1973 reapareció la agrupación, bajo la coordinación general de Rubén Delmoral y Jorge Rodríguez como presidente del tribunal disciplinario, para tener un ciclo vital extenso y fecundo.
En esa segunda etapa decidieron cambiar de denominación a la institución, para hacerla más amplia en su contenido y en su proyección, otorgándole el nombre de ASOCIACIÓN CULTURAL “RÓMULO GALLEGOS” Según sus estatutos surgió como un grupo de vanguardia, en la defensa de los valores culturales y sociales, en la divulgación y patrocinio de hechos, actividades y conocimientos que contribuyesen al progreso nacional y en el establecimiento de una sociedad mejor, en su esencia moral y social. La asociación multiplicó sus bríos, con el entusiasmo juvenil y así en los cinco primeros años se realizaron 180 actividades, de las cuales se efectuaban cada año el recital de poetas noveles zulianos y el foro “Perspectivas y prospectivas en el Zulia”; se conmemoraron los aniversarios de Rómulo Gallegos y se auspiciaron los comités homenajes a Udón Pérez (1976), Elías Sánchez Rubio (1977), Jesús Enrique Lossada e Ismael Urdaneta (1978); tuvieron como invitados en dos oportunidades a los hijos de don Rómulo Gallegos, Sonia y Alexis, con quienes se realizó el mismo recorrido que el maestro hizo por Sinamaica y la Guajira; el 17 de septiembre de 1977 se inauguró la Cátedra Libre “Ismael Urdaneta” sobre Literatura Zuliana, con el curso Valores de la Literatura en el Zulia, impartido por el Dr. Luis Guillermo Hernández; se mantuvo la página «Umbral Juvenil» en el diario La Columna, el programa radial Sobre la misma tierra en Radio Selecta, que más tarde se denominó Solar 13-90, con cerca de 200 audiciones, conducido por Ángel Martínez González, Carlos Silvestri Vivas, Luis Eduardo Díaz y José Luis Reyes, entre otros, además contó con la participación de los miembros de la asociación; un grupo de danzas, el taller de teatro Neo-Formo, el taller literario Berthy Ríos, la revista La alborada; una biblioteca con el nombre del poeta Jorge Schmidke, actividades conservacionistas, ya que muchos pertenecían a la Sociedad Conservacionista del Zulia, presidida por el ambientalista Marcos Portillo Bracho. Se llegó a crear un Premio cultural con el nombre de Agustín Pérez Piñango, el cual se otorgó una sola vez. El grupo de teatro Neo-Formo se constituyó el 27 de mayo de 1980, siendo sus organizadores Leonel Flores, José González, José Gregorio Cuevas Méndez, Francisco Rodríguez, Carlos Méndez (instructor), Mayba Hernández, Adrian González, Germán Rucson, Robert Villalobos, Ever Bracho y Hermmankis Parra, entre otros, con presentaciones en Maracaibo, Trujillo y Santa Bárbara. Después de Rubén Delmoral, fueron coordinadores generales: Jorge Luis Rodríguez Cabrera, Manuel Marín Freites, Marcos Portillo Bracho, Johnnys Chávez Boscán, Luis Eduardo Díaz, Luis Enrique Homes Jiménez, Valdo Cardone Borges, Rolín Iguarán Valdeblanquez., Marcos Portillo Bracho, Jesús Ángel (Semprún) Parra y Leonel Flores. Otros destacados miembros fueron: César Ramos Parra, Morella Vílchez Martínez, Vinicio Semprún, Leonardo Araujo Rubio, Amable Sánchez, Euro Labastidas, Jorge Govea Cabrera, Pablo González, Mauri Márquez Yamarte, Aleises Rodríguez Andarcia, Jairo Pérez Leiva, Iván Heras Villalobos, Ángel Alexis Martínez González, Abelardo Martínez González, Fernando Flores, Salvador Calvano, Enmanuel (Manolo) Camejo, Leonardo Castillo, Adalberto Chourio, John Hernández, John Skinner, Carlos Méndez, Carlos Silvestri Vivas, Esmeralda Morales, Nerio Márquez, Rafael, Orlando y José Antonio Farías Pirela, José Beltrán Villalobos, Aníbal Rodríguez Silva, Jesús Sánchez Samper, Fátima Celis, José Luis Reyes Montiel, Euclides Molleda, Alfredo Balza, Ramón Alberto Escalante y Nancy Torres, entre muchos otros. Tuvieron un comité de asesores: histórico, Evaristo Fernández Ocando; literario, Luis Guillermo Hernández; y artístico, Julio Borges Rosales. Se publicaron: La asociación cultural Rómulo Gallegos ante el Zulia (1978), Cinco voces para Elías Sánchez Rubio (1978), Antología de Udón Pérez (1976), Irama (1979), se editó el disco (45 r.p.m.) Himno del Zulia/ Maracaibo mía declamado por Martín Áñez (1976); además del estímulo de publicaciones por otras instituciones, como: Es Dios la naturaleza misma o un ser distinto y superior a ella de Jesús Enrique Lossada, La metamorfosis de Júpiter y otros poemas de Elías Sánchez Rubio, Corazón romántico de Ismael Urdaneta, El teatro de Rómulo Gallegos de Luis Guillermo Hernández, Solo cuerpos de Iván Heras Villalobos, Crítica ecológica de Marcos Portillo Bracho, entre otras. La Asociación Cultural recibió numerosos reconocimientos, entre los cuales cabe destacar, la Orden “Ciudad de Maracaibo”, concedida por el Concejo Municipal de Maracaibo. Después de una larga trayectoria, que en sus últimos años experimentó un perfil diferente, donde algunos de sus miembros demostraron un interés manifiesto por la literatura, y la practicaron a través del taller literario Berthy Ríos, coordinado por Aníbal Rodríguez Silva, se relacionaron con sectores universitarios, y así se logró una apertura muy provechosa, sobre todo en el año centenario de Rómulo Gallegos, cuando invitaron a Juan Liscano, Augusto Germán Orihuela, Rodolfo Izaguirre y otros escritores nacionales; sin embargo para finales de 1985, la asociación cultural desapareció, pero dejó el recuerdo de un importante grupo juvenil, del cual emergieron algunos activistas del Zulia cultural de hoy, además de haber servido como ejemplo para la constitución del Centro Cultural Colonés Jesús María Semprum, el Movimiento Cultural Manuel Segundo Sánchez y el grupo Udón Pérez. Desde entonces ha habido intentos infructuosos por reactivar la Asociación Cultural Rómulo Gallegos, el último con ocasión de sus veinticinco años de fundación en 1994. El 20 de septiembre de 2021, algunos de sus miembros fundadores y no fundadores, crearon un grupo por whatsapp con el nombre de “Miembros Galleguianos” a manera de reencuentro.
El periódico “Situación”, de carácter experimental, reuniría a un grupo de escritores y amigos del arte, para dale carácter orgánico a la entrevista cultural como expresión de la comunicación. Tuvo como promotores a: Ignacio Quintana, Francisco Riquelme y sus hermanos Carlos, Enrique, Jesús y Pablo Riquelme Senra, además de José Francisco Ortiz. Tenía 8 páginas de texto a 3 y 4 columnas, con fotografías y dibujos y con avisos institucionales. Las entrevistas realizadas por José Francisco Ortiz fueron recogidas más tarde en el libro Diálogos (1991).
En el Zulia, en esa década de 1960 habían iniciado su circulación órganos literarios, culturales o de intereses generales con contenido literario, aparte de los citados, entre los cuales tenemos: “Pensamiento Vivo”, “Perfiles L.U.P.”, “Ámbito”, “Cine 1”, “Cinabrio”, “Agua”, “La comarca del búho”, “Orión”, “Textos” y “O.M.”, entre otros.
Década de 1970
En esta década se establecerá la ASOCIACIÓN DE ESCRITORES DE VENEZUELA SECCIONAL ZULIA, mejor conocida como AEV seccional Zulia, porque fue una filial de la institución nacional que agrupa a los escritores del país desde 1935. En su última reorganización estatutaria, tomó la denominación de: Asociación de Escritores del Zulia, pero en la tradición zuliana persiste el nombre original. En su ciclo vital ha tenido dos etapas diferenciadas. La primera que comprendió los años 1944 y 1945, cuando algunos escritores pioneros pidieron a la Casa Nacional del Escritor la instalación de una seccional en el Zulia. Así se constituyó en Maracaibo, bajo la presidencia de Manuel Matos Romero, a quien sucedió Diego Meza, pero a partir del 18 de octubre de 1945, por los cambios acaecidos en el Zulia, desapareció la institución, tras una fugaz actividad. Aquí debe aclararse, que el Círculo Zuliano de Escritores que existiría también meteóricamente en 1955, bajo la presidencia de Fernando Guerrero Matheus, no fue una seccional de la institución nacional sino que fue sólo una agrupación regional más, según opiniones de calificados escritores y además los archivos nacionales no decían nada al respecto y desaparecieron en un voraz incendio en la Casa Nacional del Escritor. La segunda etapa surgió a partir de 1970 hasta nuestros días, con períodos de inactividad, sin embargo no ha tenido interrupciones bruscas. Durante las décadas del setenta y del ochenta, la institución funcionó con mucho entusiasmo tras su instalación en la biblioteca Baralt, bajo la dirección sucesiva de los escritores: Camilo Balza Donatti, Guillermo Ferrer, Berthy Ríos, Carlos Rodríguez Castañeda y José Francisco Ortiz, así como la realización de actos, foros, conferencias, recitales, charlas, edición de publicaciones de Guillermo Ferrer, Camilo Balza D., H. R. Marín Fonseca y Berthy Ríos, entre otros; sin embargo, no debe ignorarse que hubo períodos de inactividad con frecuencia y hasta de total abandono de la institución. Para 1983, con ocasión de la celebración del Bicentenario del Natalicio del Libertador, se dio la organización del III Congreso de Escritores de Venezuela en la presidencia de Roberto Jiménez Maggiolo. Este congreso, presidido por Gastón Montiel Villasmil y con Luis Guillermo Hernández, como secretario ejecutivo, tendría una gran proyección nacional. Luego asumió la presidencia Julio Borges Rosales, quien le dio especial dinamismo a la actividad literaria; sin embargo la mayoría de los sectores universitarios no participaban de la vida institucional. A partir de 1986 fue electo presidente Luis Guillermo Hernández, con Heberto Santana Már-quez en la vicepresidencia, Ylse Godoy V. como secretaria general, Efraím Peña Utrera como tesorero, además de Jesús Ángel Parra como secretario de actas, Blas Perozo Naveda y Douglas Gutiérrez Ludovic como vocales. Así se abrió un amplio período de ingreso de escritores de la Universidad del Zulia y de figuras jóvenes, de autores científicos, y de escritores residentes en otras zonas del estado. Por primera vez el número de miembros activos superaría los doscientos y se intensificaría la actividad literaria, iniciando un plan de publicaciones con los aportes del CONAC; pero sobre todo se reorganizó la institución, dotándola de nuevos estatutos, acordes con los cambios que se experimentaron a nivel nacional, no sólo en la Asociación de Escritores de Venezuela, sino también en la Federación de Asociaciones, que agrupó a todas las seccionales, las cuales cambiaron de nombre y así surgió la Asociación de Escritores del Zulia. Todo ello se efectuó gracias a los activos secretariados nacionales, que se celebraron en las distintas seccionales del país y donde se hizo un especial hincapié en el cabal funcionamiento del Instituto de Previsión Social del Escritor, de la oficina de derechos de autor y del Fondo Editorial Orlando Araujo. Para 1989 se celebraron los comicios en la institución, los cuales tuvieron la característica de ser, por primera vez, en forma conjunta para las directivas tanto nacional como regional. Fueron reelectos como presidentes, Caupolicán Ovalles a nivel nacional y Luis Guillermo Hernández a nivel regional, éste último acompañado por Ylse Godoy V., en la vicepresidencia y Jesús Ángel Parra, en la secretaría general, mientras que Ylse Godoy V. y Alberto Áñez Medina, fueron representantes del Zulia en la directiva nacional. Posteriormente surgiría una crisis en la Asociación de Escritores del Zulia e Ylse Godoy se encargó de la presidencia por un largo período; se cambió la sede de la Casa de la Capitulación, lograda por Julio Borges Rosales, hacia la avenida 20, diagonal al Centro Comercial Las Tejas, con el nombre de la Casa del Escritor. El 9 de diciembre de 1990 se inauguró la primera librería de la Editorial Universitaria de la Universidad del Zulia (EDILUZ), en el interior de la sede de los escritores zulianos, como el primer intento de convertir a EDILUZ en una empresa rentable, capaz de generar recursos para su autosostenimiento. En las nuevas elecciones fue electo Douglas Gutiérrez Ludovic por un corto tiempo (1991). Por último, en enero de 1992, y con el fin de terminar con la extensa crisis institucional, se llamó al recenso de miembros, se nombró a una comisión reorganizadora que elaboró los nuevos estatutos y tras elecciones, resultó nuevo presidente Pedro Alciro Barboza de la Torre, volviendo a la sede original de la asociación, la Casa de la Capitulación. Más tarde, fueron presidentes: Tito Balza Santaella (1992-1994, 1994-1996 y 2000-2002), Manuel Martínez Acuña (1996-1998 y 1998-2000) y Camilo Balza Donatti (2002-2003) y Eddie González (2003-2005), épocas cuando se creó el Círculo Literario Juvenil, destinado a ser el relevo generacional, que eliminara los prejuicios de aquella crisis, que recurriera al llamado sincero a la unidad gremial de los escritores, sin excepciones, para que esa institución cultural de la región retornara a ser lo que nunca debió de dejar ser: la más auténtica representación de los escritores en la región zuliana. Del mismo modo, durante la gestión del Dr. Camilo Balza Donatti se fundó la Seccional Costa Oriental del Lago de la Asociación de Escritores del Zulia (2003), siendo sus presidentes Ivonne Morillo y Aracelis Bracho, e igualmente en el seno de esta se creó el Círculo Literario de Cabimas. Concluida la presidencia de Eddie González, la AEZ entró en una nueva fase de apatía y disensiones internas que llevó a su inactivación definitiva, permaneciendo el estado Zulia sin una institución aglutinadora de sus hombres y mujeres de letras hasta la fundación en 2012 del Centro de Escritores Zulianos.
Tras el proceso de Renovación Universitaria, sin embargo la primera década de los años 70 iba a transcurrir bajo su sombra, lo cual generaría en los sectores estudiantiles de la Universidad del Zulia, una sostenida posición de violencia verbal contra el sistema, organizándose grupos iconoclastas, con imaginación creadora literaria, sobre todo en la Escuela de Letras de esa Máxima Casa de Estudios.
El periódico universitario RENOVACIÓN 70, cuyo único número vio la luz pública en abril de 1970. Tuvo como lema «Hace falta la energía renovadora para capturar el futuro». Tenía un Consejo Directivo formado por Pastor Heydra, Olga González, Freddy Rincón, Aquiles Materán, Laura Antillano y Orlando Alemán, ocho páginas de texto, con diversos temas, pero predominando la defensa de la autonomía universitaria, en momentos de la reforma parcial de la Ley de Universidades, que el gobierno de Rafael Caldera había planteado.
En esos años surgiría el GRUPO “CRONOPIOS”, considerada como una agrupación de existencia efímera, integrada por varios poetas y estudiantes de letras de la Universidad del Zulia, como: Blas Perozo Naveda, Alberto Áñez Medina, José Rafael Alfonzo, Héctor Pirela y Diego Rivera, entre otros, quienes –según el poeta Julio Jiménez– escribían poesía en el anonimato y de proyección colectiva por máxima seguridad, esto expresado al poeta Víctor Salazar, en la revista Imagen (número especial dedicado al Zulia. Caracas: 11-18 de abril de 1972), agregando además que él concebía a Perozo y a Pirela como un grupo ellos solos: Pirela con sus dibujos, su ironía continua y su humor a varios niveles y Perozo con su agresividad como mecanismo del humor y su poesía basada en temas bíblicos como en sus libros “Caín” y “Babilonia”, poemarios ambos premiados por la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad del Zulia. Esa agrupación literaria tuvo como órgano de expresión levantado en multígrafo, “Cronopios vs. Sistema”, con una intención ideológica y de cuestionamiento. Desde luego que su nombre era una convocatoria de la obra “Historia de cronopios y fama” (1970), de Julio Cortázar, para entonces en boga en toda Latinoamérica.
También con gran resonancia se llevaría a efecto el CONGRESO CULTURAL DE CABIMAS. Se celebraría entre otros fines contra la dependencia y neocolonialismo y se realizó en Cabimas entre los días 4 y 6 de diciembre de 1970, con un comité preparatorio formado en Mérida por: Salvador Garmendia, Carlos Contramaestre, Marcos Miliani, Juan Calzadilla, Ramón Palomares, Edmundo Aray y Víctor Valera Mora, quienes confeccionaron un manifiesto para recomendar este gran festival nacionalista de arte y cultura, que fuese a la vez análisis veraz y profundo de nuestra realidad social, económica y cultural, en búsqueda de un diagnóstico histórico-social del país, para establecer un programa de acción directa ante el proceso social y la transformación del país; se escogió Cabimas porque era el centro del desempleo, la frustración y la miseria, causados por la desinversión creciente en un país entregado a manos de castas políticas, ineptas y serviles, como bien lo definió Salvador Garmendia como el presidente de la comisión organizadora; realizó una gran movilización popular en la zona petrolera, buscando la participación activa de las masas obreras y marginales, a través del teatro, los títeres, la gaita, los murales, los audiovisuales, que llevaron el mensaje político; asistieron invitados como Hans Magnus Enzenberger, poeta y ensayista alemán, fundador y director de la revista Kursbuch; José Barrueta de la Pandilla Lautre-mont; Oscar Díaz Punceles y Eduardo Zambrano Colmenares, Francisco Hung, Francisco Bellorín, Omar Granados, Carmelo Niño, Núñez Tenorio, Malavé Mata, Alfredo Chacón y más de mil personas de Caracas, Mérida y Valencia, quienes coincidieron en su desacuerdo con el status político, económico y social venezolano; este congreso abrió el camino para el Encuentro Universitario de Cabimas (1972) y la organización en los distintos barrios de esa población, de núcleos de recuperación y estimulación a los valores populares de la cultura, convirtiendo Cabimas en un modelo de este tipo de desarrollo; años más tarde, el Movimiento de los Poderes Creadores del Pueblo Aquiles Nazoa, planificó encuentros similares en Barquisimeto, Maracaibo y otras ciudades del país, buscando que el pueblo tomara conciencia, de manera sistemática, sobre la dependencia y el neocolonialismo.
Mientras tanto, en la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia había surgido una agrupación estudiantil, a la cual denominaron DEBAJO DEL CORAZÓN, a finales de 1970 o inicios de 1971, especie de versión del “poder joven”, que imperaba en la Escuela de Comunicación Social de LUZ. En la Escuela de Letras era liderado por Laura Antillano y donde participaron: Ángel Madriz, Ebrahím Faría, Maritza Urdaneta, Matilde Pitalúa y Emperatriz, la futura esposa de Sergio Facchi, entre otros estudiantes, quienes iniciaron sus actividades cubriendo las paredes de la Escuela de Letras, sobre todo en la parte alta (bloque A), con papeles contentivos de textos literarios, poemas y canciones, mientras salía publicada la novela de Laura Antillano, La muerte del monstruo come-piedra. En octubre de 1971, el grupo organizó un recital de canciones de Maritza Urdaneta, mientras Ebrahim Faría lanzaba fuertes críticas al poeta Hugo Figueroa Brett y la agrupación iba desapareciendo lentamente, a finales de ese año. Una parte de sus miembros se fueron a otro grupo, esta vez de teatro (1972) y Laura Antillano, egresaba de letras.
Se publicaría la revista de poesía “Horno“. Dirigida por Carlos de La Cruz y Tito Balza Santaella, con la colaboración de Laura Antillano, Blas Perozo Naveda, Alfonso Chacer (Costa Rica), León Spiro (California) y Jack Gerardi (París). Circularon seis números, entre los años 1971 y 1974, además de las ediciones como separatas, de Los Panes del Horno, publicándose dos obras: Beatánicos de José Álvarez y Canto Encandilado de David Molina. La revista incluyó poemas de Juan Calzadilla, José Álvarez, Carlos de La Cruz, Enrique León, Rafael José Alfonzo, Maritza Urdaneta, Álvaro Márquez, Ender Romero, Celina Añez, Ignacio de La Cruz, Laura Antillano, Ramón Palomares, Darwin Araujo, Blas Perozo Naveda, Adriana Urdaneta, César David Rincón y David Molina. En su último número, presentaron una Antología Mínima de la Poesía Centroamericana, selección y notas de Alfonso Chase. Revista de amplia distribución nacional y continental, editada sin fines de lucro y con el único interés de difundir la poesía, fue un hito importante en su momento histórico, cuando los estudiantes universitarios zulianos ya habían abierto su mentalidad al mundo, con la renovación universitaria y los cambios experimentados por la literatura en las décadas de los cincuenta y de los sesenta.
Era el momento cuando la agrupación literaria LA PANDILLA PATARUCA o LA GALLINA PATARUCA surgiría en la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia, con un deseo expreso de subvertir el estado de pasividad, de indiferencia y aún de corrupción del medio estudiantil. Entre sus fundadores estuvieron: Elio González, Pedro Bracho, Julio Jiménez, Edna Medina Patrick, Ebrahim Faría, César Julio Guillén, Elvio Leal y Arsenia Melo, entre otros estudiantes.
Algunos estudiantes de la Escuela de Letras y de la Facultad de Economía de la Universidad del Zulia organizaron el GRUPO “LIBERACIÓN”, bajo la prédica de la revolución y de la sociedad del hombre nuevo con un «arte puro y creador, lejos de la competencia comercializada y complaciente». Sus integrantes eran en su mayoría estudiantes de la Escuela de Letras de LUZ y se plantearon desarrollar un teatro de tesis política en montajes como Justicia al sistema, Aura, la cruz a la hora y Tiempo de juglaría, que llevaron a los liceos de Maracaibo. El trabajo era de creación colectiva, donde combinaban poemas, canciones y escenas teatrales, sobre problemas cotidianos como la venta, la recluta, las elecciones nacionales y otros. Ebraim Faría era el director general y se encargaba de la iluminación, las canciones estaban a cargo de Maritza Urdaneta y de Enrique Hidalgo y las actuaciones de Arsenia Mello, Elio González, Edna Medina Patrick, Enzo Ríos, Víctor García, Betulio y Artigas Bravo, además de otros jóvenes de la época. Solidarios siempre, estuvieron presentes en Cabimas el 8 de octubre de 1972 cuando se constituyó el Centro Cultural Permanente de Cabimas, acto que contó con la participación del Teatro Universitario de LUZ, el Teatro Popular Desacuerdo de Mérida y dos agrupaciones locales de Cabimas: el Teatro Experimental del Barrio Obrero y el grupo teatral Protesta. Liberación, más tarde se fusionó con el grupo Por Asalto, pero no todos sus integrantes aceptaron la unificación, porque desde entonces Por Asalto tomó la bandera de la lucha.
El GRUPO “POR ASALTO” se fundaría en la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia, constituido por: Enrique Hidalgo, Maritza Urdaneta, Víctor Bravo, Enrique Terán, Ángel Enrique Madriz, Douglas Bohórquez, Cósimo Mandrillo y Ebrahim Farías, entre otros estudiantes. Más tarde, se integraron con el grupo Liberación y conformaron la agrupación “LIBERACIÓN-POR ASALTO”, que tuvo participación en la reforma universitaria. Tuvo su propia revista de letras, publicada en multígrafo, en la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia, redactada por Víctor Bravo y Enrique Hidalgo y que tuvo como colaboradores a Esther María Osses, Evercito Urdaneta, Pedro Bracho, Hernán Hidalgo, Themis Caldera Delgado, Yanira Labarca, Luis Oquendo y Elibio Leal, entre otros. Circularon dos números.
Entre esas agrupaciones literarias universitarias, surgiría una auténtica generación de jóvenes escritores, vinculados a la defensa de la Renovación Universitaria, contestataria e iconoclasta, la cual podría denominarse como la “GENERACIÓN DEL 70” o la “GENERACIÓN DE LA RENOVACIÓN UNIVERSITARIA”, la cual podría considerarse integrada por los grupos: “Guillo”, “Bajareque”, Komuna 2000”, “Ventana Sur”, “Maracuchismo-leninismo”, “Taller de Telémaco” y “Movimiento de los Poderes Creadores del Pueblo”.
Una nueva e importante agrupación cultural, con un carácter artístico-literario, iba a surgir en Maracaibo en el año 1973 y que extenderá su existencia hasta 1976, el GRUPO “GUILLO“. Su sede fue en la calle Pacheco y realizaron un Manifiesto, cinco números de la revista Guillo (No. 1: Abr.-1973; No. 2: s.f.; No. 3: Sep.-1974; No. 4: Nov.-1975 y No. 5: Jul.-1976), una editorial que publicó varios libros (Diccionario de los hijos de papá de César Chirinos; Y vos que vais a ser cuando seáis grande, Muchacho de Enrique León; Canción a la mujer más triste de Luis Oquendo; Estrafalario de Alexis Fernández y Crónicas de Jorge Gutiérrez) y realizaron diversas actividades culturales, entre ellas la más conocida es la ceremonia de Las Quirúrgicas (Muñecas de trapo y Ceremonia fúnebre con música de Daniel Santos, Toña La Negra y Agustín Lara). Participaron como miembros fundadores: César Chirinos, Oscar González Bogen, Edgar Queipo y Ángel Peña; más tarde se incorporaron Alexis Fernández y Ricardo Ruiz Caldera; como colaboradores del grupo: Pablo Durán, Ender Cepeda, José Parra Finol, Luis Oquendo, Jorge Gutiérrez, Camilo Rojas, Virginia Lavado, Enrique León, Darwin Araujo, Julio Jiménez, Ebrahim Faría, Nancy Colina, Vidal Chávez López, Hugo Figueroa Brett, Blas Perozo Naveda, Pedro Cuartín, Ramón Miranda, Rafael J. Álvarez, Ángel Madriz, Nicanor Cifuentes y otros; la consigna de Guillo, tanto en la gráfica como en las letras, era el humor negro, el desparpajo, el tomar por asalto la imaginación y la rebeldía artística, ya que Guillo significaba malicia, sospecha, ser indiferente participativo. Se incorporaron con su revista al Frente Popular de Cultura y su órgano Espiroleta. Al desaparecer Guillo, nació inmediatamente Taller de Telémaco. El poeta y crítico José Antonio Castro los definió así: “Esos jóvenes de Guillo tuvieron el coraje suficiente para hablar, otro lenguaje, que en cierto modo era herético, discordante, agrio, sucio, popular. Tal vez no tuvieron la capacidad de reflexión para teorizar profusamente acerca de sus postulados. Ellos fueron, sin dudas, gente que se guiaba más bien por la intuición y no por un pensamiento elaborado, profundo, lleno de relaciones con las otras coordenadas del arte o con la filosofía. Fueron la antítesis de lo que se consideraba un intelectual. Pero desde un comienzo estaban claros en su objetivo artístico, así como también en su objetivo social. Predicaron la independencia del artista, predicaron la ruptura con una cultura mediatizante, colonizadora, que se expresaba en diversos órdenes de la vida zuliana, venezolana. En cierta forma, estos rebeldes fueron productos del Congreso Cultural de Cabimas, y llegaron a la claridad de su objetivo estético a través de la comprensión y la participación de los postulados políticos revolucionarios que se difundieron a partir de allí”.
El GRUPO “BAJAREQUE” surgiría en Maracaibo, en ese mismo año de 1973, con una revista cultural e ideológica de los años setenta, publicada por el grupo Bajareque y de la cual circularon sólo dos números: en noviembre de 1973 y en 1974. Se imprimía en la Editorial de la Universidad del Zulia, con temas de literatura, política e ideas; además del contenido iconográfico con ilustraciones de Edgar Petit, Henry Bermúdez y E. López. Entre los miembros del grupo destacaban Víctor Bravo y Edgar Petit, con una inclinación hacia la poesía de corte social, de denuncia y de reclamo. Conjuntamente con el grupo Guillo y otras agrupaciones socio culturales de la época formaron el Frente Popular de Cultura del estado Zulia (1975) y se expresaron a través de Espiroleta.
El GRUPO “KOMUNA 2000”, de carácter artístico-literario, sería fundado en Cabimas el 14 de septiembre de 1974. El nombre del grupo surgió como producto de una reflexión de intuición filosófica de sus integrantes, ya que pensaron que para el año 2000, fin del milenio, en el mundo existiría un régimen comunal, de justicia social, económica y cultural, emparentado con el socialismo utópico. Para lograr superar esa etapa de transición del capitalismo se debían rescatar los valores culturales populares, fundamentalmente. El Congreso Cultural Cabimas 70 les aportó una muy buena experiencia, y el comprender que era necesario una agrupación que trabajase en la organización de otros grupos generadores y multiplicadores en los distintos sectores marginales de Cabimas, así como la realización de exposiciones pictóricas en las calles, talleres de pintura infantil en los barrios y constitución de grupos en los liceos. La asamblea, base constitutiva del grupo estaba formada fundamentalmente por 36 pintores, que realizaron 11 exposiciones en 1974 y 22 en 1975, bajo el asesoramiento de Víctor Vega y entre ellos destacaban: Goyo Silva, Nectario Montiel, Carlos Medina, Nilson González, Joel Betancourt, Omar Patillo, Freddy Escobar, Aldemaro Fonseca y Lucidio González. A ellos se unió el poeta popular margariteño Rafael Machado Millán, grupos de teatro, de títeres, elencos de danzas y otros. El coordinador general fue Nilson González; secretaria general, Mariela Durán; coordinador de pintura, Víctor Vega; coordinador de pantomimas, Gregorio Silva; coordinador de danzas, Ruthies Durán; coordinador de teatro, Daniel Rondón; coordinador de expresión literaria, Rafael Machado Millán y coordinador de música, Norvis González. Trabajaron en sintonía con los jóvenes de la extensión universitaria liderizados por Edgar Alfonzo. Durante una temporada también colaboraron con ellos: Edgar Gutiérrez, Milton Ferrer y Enrique Hidalgo, quienes trabajaban entonces en Cabimas. Gracias al grupo y al estímulo constante de Flor Romero, Cabimas es hoy, una de las ciudades del país con más desarrollo de la cultura popular.
El GRUPO “VENTANA SUR” sería creado en Maracaibo en 1974, con carácter artístico-literario. Fue fundado por la escritora Ylse Godoy y los artistas visuales Rubén Darío Chacín, Francisco Polanco, Vitaliano Monsalve y los hermanos Cécrope, Eliéxer y Gelacio Prieto Acosta. Tuvo como contertulios a Francisco Ferrer, Guillermo Ferrer, Camilo Balza Donatti, Berthy Ríos, Alfredo Áñez Medina, Pedro Luis Padrón, Efraín Labana Cordero, Enzo Ríos, Carmen Robayo y otros. Publicaron la página «Arte y Letras» en el diario La Columna y posteriormente, en Crítica, así mismo, varios libros de la fundadora: La aventura de Luzmila, Los pájaros milenarios de la selva, El canto valiente de los niños y Los geranios del jardín. Realizaron una exposición colectiva de pintores zulianos del grupo Ventana Sur, en Caracas, Maracaibo, Puerto Escondido (distrito Bolívar) y otras. Auspiciaron la exposición de literatura infantil e ilustraciones para niños de Francia y Polonia, conjuntamente con el Acervo Histórico del estado Zulia y Festival Los niños le cantan a su Lago (1979).
El movimiento literario denominado MARACUCHISMO-LENINISMO se generaría en Maracaibo a mediados de 1974, siendo sus iniciadores Blas Perozo Naveda, Alberto Áñez Medina y Douglas Gutiérrez Ludovic, con la publicación de los poemarios Date por muerto que sois un hombre perdido, Swing con Son y El jol de la fama o el orgullo de la familia, respectivamente. Esta generación de poetas se había formado en las aulas de LUZ, durante el período de la reforma universitaria y la influencia del Mayo Francés, con espíritu de protesta e iconoclasta. Puede considerarse como antecedente en la región la poesía de Hugo Figueroa Brett en su libro Genital 13, y se citan como otros integrantes o cercanos al movimiento a Enrique León con su libro ¿Y vos que vais hacer cuando seáis grande muchacho? (1974) y su trabajo teatral, así como la música de Enrique Hidalgo y Havid Sánchez, la obra plástica de Ángel Peña, Ender Cepeda, Henry Bermúdez y algunas gaitas de los Guacos; del mismo modo, ha tenido algunos continuadores o herederos como César Chirinos con Diccionario de los hijos de papá, Cosimo Mandrillo con Calle de la Victoria (inédito), algunos textos primeros de Douglas Bohórquez, el grupo Guillo, Rutilio Ortega con sus Crónicas del Saladillo y María en medio sol de la Nueva Venecia de Iliana Morales Gollarza. El libro Amanecí de bala de Víctor Valera Mora, publicado en Caracas en 1971, fue leído por sus integrantes y en la misma ciudad capital se fundó en 1981 el grupo Tráfico, con postulados parecidos, pero que según sus propias declaraciones no conocían el maracuchismo-leninismo. Uno de sus miembros manifestó que no tuvieron el propósito de crear una corriente literaria o un grupo. Coincidieron en ser profesores de la Escuela de Letras y escribir una poesía que tomaba en cuenta el voseo o habla de Maracaibo y una serie de referencias cotidianas; tampoco tuvieron la intención de escribir un texto programático o manifiesto, y mucho menos establecer una teoría poética o ars poética. Intentó una ruptura poética en todos los órdenes y se propuso escribir poesía despo-jada de todo lirismo, irreverente, humorística, irónica y descarnada, expresando el lenguaje del pueblo. Desde el mismo momento que el movimiento irrumpe en el medio literario zuliano, lo hace con esa poesía experimental y antipoética, precisamente por la incorporación del lenguaje zuliano, lo cual produjo fricción entre los poetas zulianos y confrontación en la manera de captar la realidad y expresarla. Hasta entonces no se había hecho una poesía que identificara a la ciudad de Maracaibo, rompió con una excedida retórica universalizante y con esa hegemonía estética europea y norteamericana. El maracuchismo-leninismo se propuso acabar con la distancia que había entre la vida y la poesía, apropiándose de lo coloquial, lo cual trajo como resultado lo que Johonneh Blu-dum sostuvo: «El lenguaje cotidiano adquiere un tono relevante y el ser humano deja de ser una entelequia, una metáfora, para convertirse en un personaje que puede reconocerse fácilmente, en un habitante de nuestra ciudad». El término que da nombre al movimiento fue inventado por su máximo exponente, Blas Perozo Naveda, como una forma de burlarse de la poesía escrita por muchos poetas de izquierda que, siendo marxistas-leninistas, no expresaron las cosas populares, ni ese acercamiento amoroso al lenguaje de la calle, del mercado, de los bares, además de esa posición nihilista, irónica y antipoética. El movimiento produjo polémica desde el momento de su aparición y posteriormente; es conocida la controversia entre Blas Perozo y José Antonio Castro reproducida a través de la revista Respuesta; sobre la nueva poesía zuliana entre Jorge Luis Mena y Cosimo Mandrillo, donde intervinieron colateralmente Jorge Govea y Aníbal Rodríguez Silva. El primer trabajo que se escribió a nivel nacional es autoría de la poetisa e investigadora Elena Vera, desde las páginas de la revista Imagen de Caracas. Esta autora encuentra, como uno sus antecedentes más antiguos, la comedia de Aristófanes y los poemas de Cátulo, en los poemas de Francoise Villon, en el romancero popular español y en el Romancero gitano de García Lorca, así como la savia popular en Gargantúa y Pantagruel de Rabelais y en Don Quijote de la Mancha de Cervantes. Consideran sus maestros a Vallejo, Ramos Sucre y Cortázar. Y como antecedentes inmediatos a los Antipoemas de Nicanor Parra y la obra de la generación Beat norteamericana. En nuestro país fueron lectores y admiradores de la poesía de Víctor Valera Mora y Caupolicán Ovalles. Hugo Figueroa Brett, en 1974, al momento de surgir el movimiento lo definió como «una poesía autobiográfica, sentida en lo referente a las canciones, vivida en comunicación con sus hijos y alegremente amarga y explosiva», esa era su característica fundamental, porque se basó en el desencanto, la frustración y la rabia, en medio de una gran crisis ideológica y política, lo cual manifestaron a través de la ironía desmitificadora y del prosaísmo, además de la protesta contra el surrealismo de Apocalipsis, que había alejado la poesía de la calle.
El TALLER DE TELÉMACO fue una agrupación artístico-literaria que fungió como un auténtico epígono del Grupo “Guillo”, naciendo a la muerte de esa agrupación, como su continuación, iniciándose el 4 de mayo de 1977, con una exposición de artes visuales, donde estuvieron: Ángel Peña, Camilo Rojas, Lina Alvarado, Virginia Lavado, Henry Bermúdez, José Ramón Sánchez, Irma Parra, Ender Cepeda, Edgar Queipo y José Fajardo como artista invitado, como expresión del dibujo, pintura, escultura y cerámica, además de presentar la obra Cuando la lengua ahoga a los ahorcados de Vidal Chávez y el primer número, el único, de la revista El paujil maneto, su órgano de expresión. Según José Ramón Sánchez, uno de sus integrantes, el activismo político desdibujó en parte las perspectivas originales de disponer de un sitio para trabajar y así el grupo se fue disolviendo en las confusiones y algunos de sus miembros se sumaron a la creación de la galería Nuevo Espacio, con una programación sobre todo mercantilista.
El MOVIMIENTO DE LOS PODERES CREADORES DEL PUEBLO “AQUILES NAZOA”, conocido por sus siglas “MPCPAN”, sería un movimiento político-cultural nacional con un remoto antecedente en el Congreso Cultural de Cabimas (diciembre de 1970), donde se visualizó la necesidad de unirse y de organizarse en torno al pueblo, en defensa de la cultura y de la identidad, contra la dependencia. El partido PRV fue una de las Organizaciones impulsoras de dicho congreso y se dio a la tarea de organizar grupos de trabajo en los barrios de diversas ciudades del país, sobre todo en Barquisimeto, por lo cual se decidió hacer un diagnóstico nacional en el Gran Encuentro por la Defensa Nacional de la Cultura Aquiles Nazoa; sin embargo, debe recordarse que su comité promotor en el Zulia había organizado previamente el I Encuentro Nacional de Grupos Culturales de los Barrios Armando Molero, del 26 al 28 de agosto de 1977. El Gran Encuentro por la Defensa Nacional de la Cultura Aquiles Nazoa se realizó en Barquisimeto entre el 1 y el 4 de diciembre de 1977 con la participación de más de siete mil personas de los sectores sociales, intelectuales y políticos, e incluso representantes de otros países latinoamericanos, donde se aprobaron todas las tesis fundamentales que sustentaban al movimiento y más tarde, en una Asamblea Nacional en Caracas, se constituyó el Movimiento de los Poderes Creadores del Pueblo Aquiles Nazoa, cuyo principal impulsor fue el partido PRV. Dentro de éste se movieron dos corrientes: la primera, que concebía al MPCPAN como un movimiento autónomo, amplio y democrático; la segunda, que lo concebía como un apéndice del partido para realizar el trabajo de masas. Esto ocasionó el alejamiento de independientes, intelectuales y de otros sectores políticos, por lo cual se dividió, con la lenta desaparición del movimiento, sin darse una fecha exacta de ese fenómeno, pero al iniciarse la década del ochenta ya no existía. En el Zulia, con una gran mística y trabajo, el movimiento tuvo como coordinador a Enrique Arenas C., con algunos trabajadores de la cultura y artistas como Edgar Petit, César Chirinos, Alexis Fernández, José Quintero Weir, Enrique Terán, Josefina Balza, Nélcida Cubillán, Isabel Ortega, Fernando Araujo, Elio González, entre otros. Se plantearon ciertas iniciativas, como la plaza museo Armando Molero, mantener contacto con las organizaciones culturales y los partidos políticos de la región, para organizar charlas, foros y otros actos, con la comunidad para defender la identidad, luchar por toda la problemática cultural y demostrar de esta manera, y ampliamente, la superación del pasado. Así mismo, habían proyectado crear una sede regional, una publicación periódica y un programa radial, al mismo tiempo que planificar el seminario de la cultura zuliana, con una investigación permanente sobre ésta. Se propuso denominar a la seccional Zuliana con el nombre de Armando Molero, darle personalidad jurídica y aprobar unos estatutos para el occidente del país, con el trabajo delimitado hacia los sectores sociales, donde se debía iniciar la programación. Fue interesante la creación de un taller literario y el Encuentro sobre la Situación Indígena en el estado Zulia, realizado entre el 10 y el 12 de marzo de 1978. En el Zulia, la mayoría de sus integrantes mantienen la mística y los principios de lucha por la cultura comunitaria, al lado del pueblo y para el pueblo. Por ello han intentado hacerlos realidad en la década del noventa, cuando dos de sus más destacados integrantes, Alexis Fernández y José Quintero Weir, han desempeñado la Dirección de Cultura de la Universidad del Zulia y la Secretaría de Cultura del estado Zulia, respectivamente, como una experiencia que sólo la historia podrá enjuiciar posteriormente.
En diciembre de 1979, da inicio a sus actividades el CÍRCULO LINGÜÍSTICO DE VALLE FRÍO, por iniciativa de un grupo de investigadores de la Universidad del Zulia: Iliana Morales Gollarza, María Ortigoza de Acuña, Edna Medina Patrick, Berta Vega, Claudio García, Laura Morales, Rubia Morales y Javier Abreu, con la finalidad de ir desarrollando un modelo teórico que les permitiera el estudio del lenguaje, dentro de una concepción integradora del hombre y su entorno. Elaboraron el audiovisual El habla: un ausente en la historia latinoamericana, acompañado de una ponencia homónima, con los cuales parti-ciparon en el Primer Congreso de Lingüística (Maracaibo, 1980). Además, del círculo salieron tres tesis: «Aproximación a una semiótica global del texto oral con especial énfasis en la dimensión sígnica-pragmática de la comunidad del Empedrao» de Edna Medina, «Proposición de un modelo para el análisis sígnico-sintáctico en el texto oral de la comunidad del Empedrao» de Iliana Morales y «La coherencia narrativa en la dimensión sígnica-semántica del texto oral en la comunidad del Empedrao» de María Ortigoza de Acuña. Así mismo, Edna Medina elaboraba una nueva investigación denominada «Semiología del espacio urbano: significación, espacio objetual de la comunidad del Empedrao», adscrita al Instituto de Investigaciones Literarias de LUZ, que la muerte le impidió terminar. Ésta misma investigadora, con Ivor Cordido, realizó el documental El Empedrao ¿Otro requiem para la ciudad?.
En cuanto a publicaciones literaria periódicas es importante referirse a la revista “El Pez Fumón” sería un órgano anual de la Dirección de Cultura de la Universidad del Zulia; revista “Mira Vos” sería un órgano estudiantil, bajo la dirección de Sergio Antillano Armas y Oscar Silva; y revista “LETRAS” sería un órgano de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia.
En esa década de 1970 empezaron a circular en Maracaibo, aparte de los citados, diversos órganos literarios, culturales o de intereses culturales con contenido literario, entre ellos: Boletín del Taller de Títeres Chimpete-Champata, Sílaba Viva, El Zulia Cultural, Cuadernos de Teatro, Selecciones Poéticas, La Palabra, El Vespertino, Respuesta, Testimonio, Cuadernos del Laboratorio Vivencial de Letras, Velada, Arte-Imagen, Espacio-Tiempo, Etral, Boletín de la Academia de Historia del Estado Zulia y La Cuádriga del Sol.
Década de 1980
Sería una década de desarrollo de la literatura en el país y la región zuliana, al surgir una nueva generación de escritores, la cual estuvo un poco alejada de las vicisitudes políticas de las décadas anteriores. Se iniciaría con intensas polémicas sobre la creación y el desarrollo de los “Talleres Literarios”, los cuales se habían instrumentados hacia mediados de la década de 1970 y los cuales habían ido adquiriendo un enorme auge, desplazando a los “Grupos Literarios”, como una nueva forma de reunirse los escritores, sobre todo los sectores juveniles, como podrá objetivarse en el capítulo 16, correspondiente al estudio de los “Talleres Literarios”.
Casi finalizando ese año de 1980, se iniciaría una intensa polémica desde las páginas del “Papel Literario de El Nacional”, a partir del día 5 de octubre, donde Juan Carlos Santaella en su trabajo “La generación perdida“ y Armando Rojas Guardia con su “Generación perdida, generación hallada“, plantearon el papel desempeñado por los escritores que habían pertenecido a las generaciones anteriores y sobre todo a la de 1958, surgida a la caída de la dictadura perezjimenista. A sus incisivos artículos se les fueron uniendo otros escritores del país, con sus opiniones sobre la misma temática: Alejandro Varderi, Laura Antillano, Gabriel Jiménez Emán, Miguel Márquez, Juan Liscano, Yolanda Pantin, Edgar Otalvora, Carlos Danez y Consuelo Méndez, quienes expusieron sus diversos criterios sobre la eterna discusión acerca de las generaciones y los grupos literarios, durante casi un año, hasta medianos de 1981, cuando quizás como una respuesta práctica a la polémica, algunos jóvenes que habían integrado el Taller Literario “Calicanto“, el cual había sido coordinado por la reconocida narradora Antonia Palacios, decidieron integrar dos agrupaciones generacionales, las cuales tuvieron propósitos estéticos similares, en la búsqueda de la poesía de lo cotidiano, en plena calle, a la luz del día, en realidades concretas, cuestionando así, la creación que se hacía para esos momentos, además de exigir una auténtica revisión del proceso crítico que se había venido efectuando en el país, muchas veces de espalda a la realidad y a la historia colectiva nacional que identificaba al venezolano.
Mientras tanto, en Maracaibo en los primeros meses de 1984 surgiría una agrupación literaria estudiantil en la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia, bajo la denominación de GRUPO “MANOA”, integrada por: Thaís Lorena Jiménez, Aníbal Rodríguez Silva, Jorge Luis Barboza y Teresa Jiménez, entre otros jóvenes. Su existencia sería bastante efímera, sin embargo sirvieron de estímulo a los espíritus aletargados de esa escuela universitaria, por sus actividades literarias constantes y así mismo editaron una “Breve antología de textos eróticos”, el 9 de noviembre de 1984, en forma multigrafiada, donde incorporaron textos de Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Mario Benedetti, Octavio Paz, Pablo Neruda, Guillermo Sucre y Nicolás Guillén.
La declaración de 1985 como “Año Internacional de la Juventud“, iba a generar un intenso movimiento literario en la región zuliana, sobre todo entre los estudiantes de la Universidad del Zulia, estimulado por el concurso literario auspiciado por el Vice-Rectorado Académico, por los entonces insurgentes “Talleres Literarios de Autodesarrollo“, por algunas revistas y suplementos literarios marabinos, surgidos al calor de ese entusiasmo. Así, en el mes de junio de 1986 surgiría la SALA TALLER ”ESTHER MARÍA OSSES” en la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia, con la finalidad de honrar a esa educadora panameña de larga trayectoria en las aulas de esa escuela universitaria. Esa Sala-Taller se iba a convertir en un lugar de convergencia y de reuniones estudiantiles y a la vez, sería el sitio de actividades culturales y de promoción literaria, al desarrollar foros, talleres y editar pequeños órganos de difusión. Se inauguraría con la apertura de un ”Taller de Iniciación al Ejercicio Narrativo”, de larga extensión, coordinado por el pintor y cuentista Edgar Petit y otro “Taller de Narrativa II”, guiado por la joven narradora Camila Marcela Peñuela Traslaviña, los días jueves y viernes, respectivamente. Allí participaron: Celsa Acosta Seco, Thaís Lorena Jiménez, Steven Bermúdez, Jorge Luis Barboza y Fulvia Miquelena, además de estudiantes de derecho, periodismo y educación, dándole mucha importancia como instrumento expresivo al ”diario” personal, a la vez que se utilizaban elementos como el chisme, las ”páginas rojas” y de sociales de los periódicos, así como los códigos y atmósfera de los programas radiales de ”complacencias”, trabajando con la memoria y las historias personales y realizando ejercicicios prácticos en el taller, los cuales sirvieron de pauta para los ”Talleres de Autodesarrollo”, los cuales se estaban instrumentando en esos momentos, debido a las transformaciones del pensum universitario a mediados de la década de 1980, que introdujeron entonces las “Actividades de Autodesarrollo“ y así iban a surgir esos talleres en la Universidad del Zulia, gracias al entusiasmo de Enrique Arenas, César Chirinos, Fernando Araujo, Jorge Gutiérrez y Aníbal Rodríguez Silva, quienes conformaron el primer programa de talleres en marzo de 1986, creándose entonces el Taller de Expresión Literaria de Autodesarrollo en la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad del Zulia, conocido como “La Cumbita“, bajo la coordinación de Aníbal Rodríguez Silva, con tres niveles: Literatura Oral; Literatura Zuliana y Venezolana; Literatura Universal. Más tarde, esos talleres de autodesarrollo se crearon en otras Facultades, teniendo como facilitadores en Maracaibo y Cabimas a: Fátima Celis, Celsa Acosta Seco, Jorge Luis Barboza, María Lucía Rodríguez, Orlando Villalobos, Yuri Infante, Javier Fernández, Ana Sánchez y Nancy Torres, entre otros, mientras sus participantes tuvieron cabida en la revista “Fabla“, órgano de expresión del taller, del cual circularon siete números, entre 1987 y 1989, en forma irregular, donde se recogió la inquietud, el afán y el proyecto que apoyaba en la literatura como excusa para encontrar cauce a la lucha contra las verdades preestablecidas, los espacios consagrados y todas las pretensiones que andan sueltas, para crear un lugar para la irreverencia de los jóvenes.
Esa Sala-Taller, durante gran parte de esa década y la siguiente, fue un sitio de reuniones estudiantiles, de encuentros y desencuentros y así, en los años finales de esa década del 80, llegaría a circular “Señales” como un pequeño órgano literario, especie de plaquette de los jóvenes escritores de la época, casi todos estudiantes de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia, agrupados en esa Sala Taller, para dedicarse a su creativa labor. Sus responsables fueron: Carlos Ildemar Pérez, Alexander Ortiz, Dora Granadillo, Jorge Luis Barboza y Jacqueline Goldberg, de letras y Aníbal Rodríguez Silva de filosofía, con diseños y dibujos de Mario Labarca, artista visual y también alumno de letras y fotografías de Sergio Acquaviva, con la diagramación y el montaje de Edna Medina Patrick y Javier Abreu, con numerosos colaboradores de variados orígenes universitarios, casi una representación del movimiento generacional de los años 80, entre los cuales se citan además a: Fátima Celis, Luis Delgado, Nancy Torres, Yuri Infante, Patricia Venti, Edgar Méndez, Celalba Rivera, Inés Gabriele, Aldemaro Fonseca y hasta Rutilio Ortega, docente de historia apreciado por sus sabrosas “Crónicas del Saladillo”.
A mediados del año 1986 iba a surgir el Suplemento Literario Dominical “El Otro Papel“ en el diario “Crítica”, fundado por Miguel Ángel Rossell, el cual adoptaría ese nombre sugerido por Manuel Eugenio Colina, jefe de redacción del periódico para la época. Serviría para ampliar el espacio cultural de la “Página Literaria“, la cual estaba coordinada por el poeta José Francisco Ortiz.
Mientras tanto, el 19 de octubre de 1985 se había fundado una nueva agrupación literaria, el GRUPO LITERARIO “REMOS”, en la clínica privada del doctor Legio C. Joaquinez, quien había invitado por la prensa a una reunión para constituir esa agrupación. Su nombre fue propuesto por Martín Áñez y significa: Reunidos Esperamos Marchar Organizados Siempre (REMOS). Más tarde, Reinaldo Barrientos G. se encargó de la coordinación del grupo, ingresando otros integrantes como Ángel Betancourt, Jovina Delgado de Serrano, Mireya Barreto y Blanca Testamarck de Rivero, entre otros. El grupo existió hasta 1989. Tuvo su propia revista literaria Remos, cuyo primer número vio la luz pública en abril de 1986, bajo la dirección y edición de Reinaldo Barrientos G., asistente del director la Dra. Gloria Esmeda Barrientos Hernández y más tarde como coordinadora Blanca Testamarck de Rivero, con 12 a 20 páginas de texto, con fotografías y dibujos, avisos comerciales que permitían su financiamiento, existieron por lo menos doce números hasta abril de 1989.
El 14 de septiembre de 1986 iba a surgir ante la opinión pública el GRUPO LITERARIO “LA SECTA DEL FÉNIX”, en ocasión de la publicación de su “Manifiesto“ en el diario Crítica. Por ello, organizaron una lectura de su Manifiesto, el 10 de octubre de 1986, en la Sala Documenta, del Centro de Bellas Artes de Maracaibo, firmado por Jorge Govea, Jorge Luis Mena, Nelson González Leal, Solange Rincón, Gladys Aquebeque, Cristian Comte Navarro, José Vicente Villalobos, María Cristina Rincón. La mayoría integraba el Taller Literario de la Secretaría de Cultura del estado Zulia, que coordinaba Jorge Luis Mena. En este manifiesto planteaban la esencialidad del arte y su concepción de la literatura al hacer un diagnóstico de la realidad cultural, de ausencia de tradición crítica y de regionalismo mal entendido, lo cual los llevó a definirse como un grupo emergente a quienes «las palabras, siempre tan elusivas, inaprehensibles, con un fuego de siglos, nos han reunido en torno al misterio del Fénix, que desde siempre ha movido la inquietud creadora de los hombres, y hoy renace en Maracaibo, pues él nos inició en un encantamiento, nos otorgó un poder oculto y sin saber cómo su hechizo nos hizo semejantes, bajo una misma fuerza, para prorrumpir en la verdad del arte, en lo propio y original de la creación. Nos iniciamos como diría Borges- en el secreto del vuelo crepuscular del Ave Fénix. En la esencia más Íntima de la palabra. Eso buscamos. Eso queremos ser». Su primera actividad pública después del manifiesto fue iniciar un ciclo de charlas tituladas «Memoria de la ciudad» el día 20 de octubre de ese mismo año con el Encuentro con Régulo S. Díaz en el Museo Municipal de Artes Gráficas. La agrupación tuvo un ciclo vital de dos años aproximadamente. Algunos de sus miembros se han proyectado como valores de la joven literatura en la región como: Jorge Govea, Nelson González Leal, Gladys Aquebeque y Solange Rincón, además de Jorge Luis Mena, con una importante trayectoria poética y crítica en el Zulia.
En ese mismo año de 1986 se había constituido, en la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia, el GRUPO LITERARIO “LOS INTOCABLES”, que culminó su ciclo vital a finales de 1989. Sus integrantes fueron: Fátima Celis, Margarita Figueroa y Carlos Ildemar Pérez, entre otros. Cultivaron la narrativa, dramaturgia y poesía, además de obtener diversos premios. En 1989 quemaron la obra literaria del grupo Apocalipsis, no como un acto fascista sino con la finalidad de despertar el espíritu literario de la juventud, que en la Universidad del Zulia estaba en un estado de ocio y apatía. Sus integrantes son parte del relevo literario que representan a la generación de los ochenta.
Alrededor de la Revista “En Ristre”, cuyo primer número, titulado “Caos“, vio la luz pública en julio de 1988, iba a constituirse el GRUPO CULTURAL “EN RISTRE”, integrado por: César Chirinos, Alexis Fernández, Miguel Ángel Campos y José Quintero Weir. Se han publicado varios números. El primero en julio de 1988, con el título de Caos, el cual es una especie de manifiesto, redactado en forma de monólogo-diálogo entre sus integrantes. El segundo, en septiembre-noviembre de 1991, fue dirigido por Alexis Fernández y con Iván González, José Quintero Weir y César Chirinos, como comité de redacción, con 32 páginas de texto, fotografía de Álvaro Silva y Alonso Zurita, sin avisos comerciales, con una separata sobre la obra de César Chirinos. Más tarde, la Dirección de Cultura de la Universidad del Zulia editó un nuevo número.
En el mes de septiembre de 1988, próximo a la conmemoración del bicentenario del natalicio del General Rafael Urdaneta, auténtica efemérides cultural zuliana, vería la luz pública, “PUERTA DE AGUA”, revista de literatura, arte e ideas, como órgano del Departamento de Literatura de la Secretaría de Cultura del Estado Zulia, con carácter mensual al principio y teniendo como director fundador a Rafael Molina Vílchez, entonces Secretario de Cultura del Estado Zulia, y como coordinador general a Jesús Ángel Parra.
El 21 de diciembre de 1989 nacería el CENTRO DE EVOLUCIÓN BIBLIOTECA “LUIS BELTRÁN PRIETO FIGUEROA”, como área de lectura, y el 19 de marzo de 1993, pasó a ser Centro de Evolución Biblioteca con el nombre del maestro; ubicado en la calle C entre avenidas 5 y 6, No. 6-26 del sector Monte Claro. Está presidido por Diana Bohórquez y Omelia Omaña como vicepresidenta; posee un consejo consultivo con profesionales especializados: Norma Faneite (psicólogo), Loneida Ollarves (bibliotecólogo), Carlos Narváez (psicólogo, compositor y músico), Bis de Castellano (artista), José Castellano (técnico en salud), Relis Rodríguez (fotógrafo), Aura Elisa de Rincón (sociólogo, magister en ambiente) y Flor Hilda Méndez (arquitecto). Su objetivo fundamental es el desarrollo del ser a través de todas las manifestaciones del arte. Cuenta con una biblioteca-hemeroteca, la cual está dividida en sección infantil Casa de los Sueños, sección juvenil La Magia de los Libros, sección adultos Los Abuelos Cuentan; con esto se hace mucho énfasis en la comunicación, además tiene literatura, historia, ambiente y comunicación social, área de investigación con cuatro cubículos (se aspira llegar a 40 puestos). Ha realizado numerosas actividades, proyectos, concursos, programas y talleres que tienen que ver con la lectura, el aprendizaje, la creatividad, la imaginación, la poesía, la danza, la música, información audiovisual, la divulgación del libro y sus autores, sobre todo del maestro Prieto. Aprendamos a vivir, Conozcamos a nuestros escritores, La tierra recrea, Concurso para la acción, cuyo objetivo es la visualización de una acción realizable, propuesta a los participantes, son algunos de los proyectos, así como el presentado al CONAC Estimulemos el hacer creativo, que presentó este centro para construir espacios de comunicación para humanizar el entorno. También ha realizado exposiciones de artes plásticas, fotografía y manualidades. Poseen como órgano, la revista Mural. La institución cuenta con recursos subvencionados por el Consejo Nacional de la Cultura.
En el estado Zulia, en esa década de 1980, habían iniciado su circulación órganos literarios, culturales o de intereses generales con contenido literario, aparte de los citados, entre los cuales se encontraban: Titiri-Maskiri (1980): Revista de títeres, la cual contenía las actividades de esas agrupaciones y los guiones especializados. Gárgola (1981): Revista de arte y literatura, dirigida por Ramón Elías Pérez y redactada por Antonio Pérez Esclarín, con las colaboraciones de Enrique Arenas, Isabel Ortega, Pedro Bracho, Miguel Ángel Campos, César David Rincón, Américo Gollo, José Francisco Ortiz, entre otros escritores, con ilustraciones de Ender Cepeda, Vicente Alcázar, Edgar Queipo y Henry Bermúdez. Sobre-Tablas (1981): Revista de teatro, dirigida por Juana Inciarte y redactada por “Marucha“ Antúnez, donde se vinculaba el teatro con las demás artes, a través de informaciones, artículos y comentarios diversos. Síntesis del Lago (1983): Boletín informativo mensual de la Asociación de Escritores de Venezuela Seccional Zulia, publicado en multígrafo, durante la presidencia de Julio César Borges Rosales. Boulevard (1983): Revista ilustrada, redactada por Milagros Socorro, Zulay Socorro, Siglic Gutiérrez, Manuel Bermúdez y César Chirinos, con fotografías de Audio Cepeda, donde se logró una identificación con la ciudad de Maracaibo, al tratar temas de interés para la comunidad en general. La Foja (1983): Suplemento literario del diario “El Zuliano“, bajo la coordinación Ramón Elías Pérez, Alexis Fernández, Edgar Queipo y José Quintero Weir, el cual circuló en ese año de 1983, hasta el mes de agosto, cuando desapareció el periódico, con numerosos colaboradores literarios, sobre todo de las nuevas promociones. Opción (1984): Revista de ciencias humanas y sociales del Departamento de Ciencias Humanas de la Facultad Experimental de Ciencias (FEC) de la Universidad del Zulia, la cual empezaría a circular desde abril de 1984, bajo la dirección de José Enrique Finol como fundador y más tarde ha sido dirigida por Lourdes Molero de Cabezas, Mariela Valverde de Ávila, Olga Urdaneta de López y Raquel Bruzual, en forma sucesiva. Resumen Cultural (1986): Boletín informativo mensual de la Secretaría de Cultura del Estado Zulia, coordinado por Vinicio Díaz y redactado por Alfredo Lescher, Ramón Amado Núñez, Margarita Arribas y Marcos Tulio Socorro. Vitral (1986): Revista mensual ilustrada, dirigida por Janett Olier, con la coordinación de Milagros Socorro y redacción de Margarita Arribas y Marco Tulio Socorro, con un gran número de colaboradores y de fotógrafos de la Agencia “Grafis“, por lo cual tuvo muy buena aceptuación y circuló por más de cuatro años. El Muérgano (1987): Semanario de humor y sátira, de crítica social y política, bajo la dirección editorial de Rafael Revilla y Alfredo Ávila, teniendo como principales redactores y colaboradores a: Henry Figueroa Brett, Ramón Elás Pérez, Patricia Rincón, Argenis Ortiz, Blas Perozo Naveda, Douglas Gutiérrez Ludovic, Juan Belmonte y Leonardo Atencio, entre otros. Fabla (1987): Boletín de los talleres literarios de Autodesarrollo de la Universidad del Zulia, coordinado por Orlando Villalobos. Babilonia (1987): Revista cultural, dirigida por Milagros Socorro, con Juan Bravo como director creativo, Margarita Arribas como jefa de redacción, Marco Tulio Socorro como coordinador general y Jacqueline Goldberg como coordinadora de las páginas literarias ilustradas por Sergio Sarcos, con la redacción de Carlos Arribas y Julio Miranda, además de colaboradores como Laura Antillano, Lolita Aniyar de Castro, Víctor Fuenmayor, José Balza, Diana Fuenmayor, Carlos Ildemar Pérez, Luis Moreno Villamediana, Milagros Mata Gil, José Quintero Weir y otros escritores nacionales, por lo cual se confeccionaría una revista de calidad, la cual tuvo aceptación regional y nacionalmente hasta su desaparición en 1988. El Cuello del Sol (1987): Revista de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia, dirigida en sus primeros números por Cósimo Mandrillo y más tarde se editaría un número extraordinariodirigida por Iliana Morales Gollarza, feneciendo en 1989, después de haber sido sus colaboradores más activos: Giuseppe Raspa, Yuri Infante, Emérita Fuenmayor, Carlos Ildemar Pérez, Carlos Navarro, Egda Villasmil, Gladys Aquebeque, Alexis Cabezas y otros. Yanama (1988): Revista ilustrada de teatro latinoamericano, bajo la dirección de Nicanor Cifuentes Gómez, editada por la Dirección de Cultura de la Universidad del Zulia, con excelente diseño y diagramación, contenido interesante y divulgador de aspectos escasamente conocidos del teatro en la América Latina, al mismo tiempo que ha sido el órgano de la Cátedra Libre “Teatro Latinoamericano y del Caribe“, con una colección editorial anexa sobre la misma temática. La Revista (1988): Órgano cultural de la Dirección de Cultura de la Universidad del Zulia, bajo la dirección de Iris Parra de García, coordinación de Fernando Araujo y redacción de Liliana Matos, Jorge Gutiérrez, José Lira Barboza y Fernando Araujo, además de un grupo de colaboradores. Récipe (1988): Revista cultural médica, órgano de la Asociación Médica del Hospital Clínico de Maracaibo (ASOMED), la cual circuló durante dos años, bajo la dirección de Venancio Rosales, redacción de Tomás Rodríguez, Alexandra de Machín, Miriam de Gotera y Guillermo Moros, donde colaboraron: José Urdaneta Galué, Gustavo Troconis, José Miguel Fonseca, Guillermo Ferrer, Heberto Santana Márquez, Ciro Áñez Molina, J.J. García Gutiérrez, Luis Guillermo Hernández y otros médicos escritores, cuyas ediciones se dedicaron al estudio y divulgación de la vida y obra de médicos zulianos del pasado, sobre todo de aquellos que habían sido escritores literarios. Canícula (1989): Revista de información y divulgación cultural de la Dirección de Cultura de la Universidad del Zulia, bajo la dirección de José Antonio Castro, redacción de Fernando Araujo, Siglic Gutiérrez, Esneila Urdaneta, Jorge Gutiérrez y José Lira, teniendo como colaboradores a: Virgilio Crespo, Lolita Aniyar de Castro, Elio González, Maruja Dagnino, Julio Jiménez, José Ángel Fernández, Laura Antillano y otros escritores, mientras ilustraron su único número: Alonso Zurita, Mireya Ferrer y “Pancho“ Villasmil. Candil (1989): Órgano informativo de la Asociación de Escritores del Zulia, del cual circuló un único número en noviembre-diciembre de ese año, bajo la coordinación de Claudio García Soto.
Década de 1990
Sería la década final del siglo vigésimo y a la vez del segundo milenio, para así iniciarse una nueva centuria y otro milenio, todavía con muchas incógnitas en su devenir, en un mundo de constante transformación.
Así mismo, en el mes de abril de 1990, con motivo del “Día del Libro“, se iba a constituir el CENTRO LITERARIO DE CABIMAS, dependiente de la Dirección de Cultura del municipio, presidido por Simeón Ortiz, con una junta directiva constituida además, por Carlos Morles, Hugo Márquez, Martiniano Sánchez y Zulay Raaz.
En el mes de septiembre de 1990, iba a ver la luz pública el primer número de una importante revista cultural de la Costa Oriental del Lago, “Dominios“, órgano de la Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt (UNERMB), fundada y dirigida por Miguel Ángel Campos y más tarde coordinada por Víctor Azuaje y Régulo Rincón, en forma sucesiva, con un equipo de redacción y un cuerpo de colaboradores de calidad, sobre todo en una primera etapa, cuando se convirtió en una revista de apreciable valor literario, con excelente diseño y diagramación.
Después de varios años de intensa lucha gremial de los escritores de la región zuliana, se crearía el PREMIO REGIONAL DE LITERATURA “DR. JESÚS ENRIQUE LOSSADA”, el día 8 de julio de 1992, mediante decreto ejecutivo número 546, con motivo del centenario del nacimiento del doctor Jesús Enrique Lossada, figura proteica de la cultura zuliana y padre de la moderna Universidad del Zulia. Ese premio fue inicialmente otorgado en las menciones de Poesía, Ensayo, Cuento y Novela; sin embargo en el año 1994, por resolución especial ejecutiva se fusionaron los géneros de cuento y novela, en una sola mención: Narrativa; posteriormente, para 1997, por otra resolución especial, sería extendido a las menciones de Dramaturgia e Investigación Literaria; igualmente, elevándose su monto en dinero. En el decreto que describía las Bases del Premio, establecía su conferimiento cada 1º de octubre, fecha conmemorativa de la reapertura de la Universidad del Zulia, por la relación indisoluble que existe entre esa Alma Mater y el epónimo del premio, sin embargo, consuetudinariamente se ha otorgado cada 29 de noviembre, Día Nacional del Escritor, fecha del nacimiento de Andrés Bello.
El 6 de noviembre de 2002, por decreto ejecutivo número 400, se incluyeron algunas reformas y nuevas modalidades, tales como el otorgamiento de un Premio Único, elevándose su monto en dinero, y tomando en cuenta la trayectoria del autor en cualesquiera de los géneros que haya destacado, a saber: poesía, narrativa, ensayo, dramaturgia e investigación literaria y así mismo, se elaboraría un Reglamento y se implementaría el sistema de postulaciones institucionales o individuales. Al premiado, además de recibir 4 mil bolívares fuertes, se le otorgaría un Diploma y una Medalla bañada en oro con la efigie de Jesús Enrique Lossada. La Secretaría de Cultura, a través del Departamento de Literatura, ha demostrado seriedad para con la trascendencia de este importante premio y ha luchado por su permanencia y renombre hasta la actualidad, alcanzando en el año 2008 su décima quinta edición.
El GRUPO LITERARIO “IN FÁBULA” se constituyó en la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia, a principios de 1993, como “un espacio para la ficción”, para buscar que la literatura cumpliese con su función social y su compromiso con la esencia humana, como objetivo básico de sus principales miembros: José Javier León, José Javier Franco, Juan Carlos La Rosa, Sandra Cardozo y Johan Gotera, entre otros. En el mes de octubre de 1993 nació la revista In Fábula, gracias al apoyo de los profesores Ángel Madriz, Berta Vegas y Enrique Arenas, así como de jóvenes escritores como: Maribel Prieto, Rosanna Marín y Maylén Sosa. En enero de 1999 circuló su sexta edición, tras tres años sin publicarse, con José Javier León como director y un consejo editorial integrado por José Javier Franco, José Javier León y Juan Carlos La Rosa, impresa en el Sistema Autónomo Imprenta del estado Zulia y con el patrocinio de la Fundación Casa del Sol.
La CASA DE LA POESÍA DEL ESTADO ZULIA se instalaría el día 10 de octubre de 1993, como un proyecto cultural adscrito a la Alcaldía de Maracaibo, bajo la dirección de la poetisa Xiomara Rivas Pérez, su creadora, con la finalidad de estimular y difundir el quehacer poético, mantener contacto permanente con los organismos organizadores de actividades similares en el país y en otras naciones del mundo, asistir a ellas con ponencias y recitales, a ser posibles y estimular concursos y otros eventos de índole poética. Más tarde, pasó a ser una fundación independiente, presidida por Xiomara Rivas Pérez, vicepresidente Alberto Áñez Medina y secretaria Yajaira Valero; fue registrada el 10 de agosto de 1995 y se le dio el nombre de la poetisa Mercedes Bermúdez de Belloso. A través de ella se difunde y estimula el quehacer poético de la ciudad y se informa sobre las actividades conexas a la poesía nacional, latinoamericana y universal. Posee una biblioteca-hemeroteca especializada en poesía, que lleva el nombre del poeta Atilio Storey Richardson. Realiza talleres de literatura, creatividad, oralidad y otros géneros artístico-culturales, organiza presentación de libros y revistas, recitales, peñas literarias, performances y reuniones de grupos artísticos. Patrocina un café bohemio para disentir y converger en el reino de la palabra, realiza investigaciones en el campo poético y literario en general, publica colecciones de libros de poesía y antologías. Los autores publicados han sido entre otros: María Eugenia Bravo, Yamileth Blanco, Artemio Cepeda, Darwin Araujo, Iván Trejo, Claudia García Rivas y Héctor Jiménez. Funcionó en La Ciega, antigua sede de la Universidad del Zulia, en la calle Carabobo y en la Casa de la Capitulación, con el apoyo del CONAC. Mantiene una interesante peña literaria con invitados especiales, que se le ha dado el nombre del poeta César David Rincón y se efectúa en el postgrado de la UNERMB (frente al colegio Los Maristas), inicialmente se reunían en la biblioteca de CORPOZULIA. En 2012 publicó Antología Casa de la Poesía, con prólogo de la compiladora Graciela Xiomara Rivas, que incluye a 27 poetas.
El GRUPO LITERARIO “DECÁLOGO” sería constituido en el año 1994 por: Víctor Azuaje, Luis Moreno Villamediana, Carlos Ildemar Pérez y José Gregorio Vílchez Morán, todos exalumnos de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia, en la década de los años 80, quienes tuvieron como órgano de difusión a la revista de poesía CELAJE, dirigida por Carlos Ildemar Pérez e integrando el comité de redacción los otros miembros, con diseño y diagramación de Neydalid Molero e impresión de ediciones Astro Data. Sólo circuló un número en el mes de noviembre de 1994, con 48 páginas de texto, a una o dos columnas, ilustrada con fotografías y dibujos, donde se incluyó su Manifiesto, emitido el 27 de agosto de ese año, con diez puntos: No nombrar la poesía en el baño porque hace mucho calor; Publicarnos, comentarnos, defendernos, los unos a nosotros; Mudarse de Cabimas y de otros lugares similares; Vanagloriarse de publicar en Celaje; Por supuesto, publicar en Celaje; Visitar al odontólogo dos veces al año; Establecer el día de las madres como lema poético; Reivindicar el uso del acróstico; Examinar periódicamente los mandamientos de este manifiesto, por si acaso; Cumplir con la meta decalogiana de buscar a diestra el onceavo mandamiento, una vez encontrado el grupo Decálogo se autodestruirá en cinco segundos. ¡Pamplinas! Damos fe y también café de este documento a los veintisiete días del mes de agosto de 1994. Año no sé qué de la independencia y no sé cuántos de la federación. ¡Hacia la implementación del Reglamento de la Ley del Ejercicio Poético! Ese grupo literario tendría una existencia efímera y sus integrantes siguieron la amistad y han dejado una obra escrita.
CÍRCULO LITERARIO JUVENIL DE LA ASOCIACIÓN DE ESCRITORES DEL ZULIA creado el 12 de octubre de 1994, por iniciativa del lingüista Tito Balza Santaella, con el objetivo de formar una generación de relevo de la institución, teniendo como sede la Casa de la Capitulación, bajo las presidencias sucesivas de: Paola Prince, Emilva Trujillo y Adriana Torrealba, entre otros jóvenes. Se constituyó como “una escuela de noveles escritores cuya finalidad es formarlos e instruirlos espiritual e intelectualmente, mediante el aporte de principios, valores, conocimientos, ideas, experiencias y acciones enmarcadas dentro de los más caros ideales de las letras y las artes del Zulia y de la Patria”. Asimismo, adoptó como principios rectores “El pluralismo de corrientes literarias, ideas, la libertad de expresión del pensamiento y el patriotismo, entendidos como el deber de poner todas nuestras actitudes y aptitudes al servicio del mejoramiento físico, moral e intelectual de la Nación”. Su creación fue una iniciativa de la Asociación de Escritores del Zulia, entonces presidida por Tito Balza Santaella. Su primera presidenta fue Paola Prince (1994-1995) y, tras su lamentable y repentina muerte, fue presidido sucesivamente por Emilva Trujillo (1995-2001), Adriana Torrealba (2002-2004) y Édixon Ochoa (2004-2006), además de las coordinaciones trimestrales de Adriana Torrealba, Javier Gómez y Madelayne León, ejercidas durante su reorganización (2001-2002). Sus miembros han obtenidos dos premios nacionales de poesía, ganados por Nicanor Cifuentes Gil y Valentina Truneanu, y uno internacional ganado por Fabiola Martínez De Salvo. En 1998 publicaron su primer poemario colectivo, Esencia, donde se incluyen creaciones de Emilva Trujillo, María Gabriela Parra, Ivonne Morillo, José Rafael Romero, Valentina Truneanu, Melina Albarrán Medina, Mauricio Álvarez, Javier Gómez y Fabiola Martínez De Salvo. En 2005 participaron en la antología literaria Efigies de tinta, de la Asociación de Escritores del Zulia, con creaciones de Adriana Torrealba, Édixon Ochoa, Eddy Granados, Ángel Alberto Morillo, David Salcedo, Patricia Guevara, Normary Quintero, Angely Mendoza y Lisett Morón. Asimismo, realizaron diversas actividades formativas de corte literario y cultural, así como también numerosos recitales, tanto de obras propias como clásicas, por medio de las cuales homenajearon permanentemente a los escritores zulianos, siempre bajo la precepción de eximios tutores como: Tito Balza Santaella, Manuel Martínez Acuña, Roberto Jiménez Maggiolo, Camilo Balza Donatti y Julio Borges Rosales, entre otros intelectuales de nuestra región. A 25 años de su fundación, ha sido una auténtica escuela literaria e intelectual de la cual han surgido promisorias y ejemplares figuras de la literatura, intelectualidad y cultura zulianas en el siglo XXI, tales como Valentina Truneanu, María Alejandra Ocando, Emilva Trujillo, Nicanor Cifuentes Gil, José Rafael Romero Hernández, Triana Asián, José Rafael Rivero, Verushka Casalins y Édixon Ochoa, todos ellos biografiados en este Diccionario.
El GRUPO LITERARIO “TERTULIA PORTÁTIL” fue una agrupación constituida en 1994, por estudiantes de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia, entre los cuales se citan: Eduardo Mármol, Miguel Ángel Viloria, Oscar Luis Tirado, Esteban Ramírez y José Crespo, entre otros, quienes redactaron su propia revista literaria Tertulia Portátil, especializada en poesía, la cual fue editada por la Dirección de Cultura de la Universidad del Zulia en 1997, con el número 13, para romper con el mínimo sentido de orden, donde se publicó su Manifiesto titulado Sinfonía en TP. La agrupación tuvo como colaboradores a: Douglas Revilla, Egli Dorantes, Zaida Báez y Robinson Rivas, mientras su existencia se prolongaba por varios años, hasta el egreso de la mayoría de los estudiantes de las aulas universitarias.
El GRUPO LITERARIO “PALABRA ABIERTA“ nacería desde noviembre de 1996, dentro de los espacios de la Escuela de Artes Plásticas “Pedro Oporto“ de Cabimas, dirigido por el poeta Edgar Méndez, con la finalidad fundamental de trabajar con el lenguaje en búsqueda de la universalidad de lo cotidiano, a través de la lectura de los buenos autores, de la reflexión y de la expresión sintética de las ideas en la escritura, dándole prioridad a la imagen poética. Entre sus miembros se han citado: Aldemaro Fonseca, Carlos Martínez Atencio, Yajaira Cabrita, Carlos Di Pede, Carmen Dávila, Julio Quijada Rincón, Aracelis Bracho, Carmen Villalba, José Paredes, Josué Urdaneta, Ángel González, Erika Aguilar y desde luego el mismo Edgar Méndez. Con una extensa y fructífera existencia, su ciclo vital se prolongaría hasta el año 2001, poseyendo una página de expresión literaria, los domingos, en el diario El Regional de la Costa Oriental del Lago, coordinada por el mismo Edgar Méndez. Así mismo, la revista Dominios de la Universidad Nacional Experimental “Rafael María Baralt“ (UNERMB) publicaría una amplia antología de sus integrantes en 1998 y algunos de ellos fueron incluidos en la antología poética Atisbando llamaradas, recopilada por el poeta Julio Jiménez y editada en 1998 por el Centro Literario de Cabimas. Sin embargo, algunos de sus integrantes dividieron la dinámica agrupación y formaron el GRUPO LITERARIO “VOZ Y LETRA“, al parecer de muy efímera existencia.
En los años finales de la década del 90, en la Sala-Taller “Esther María Osses” seguía la actividad literaria y circularía entonces un pequeño boletín estudiantil con la denominación “Locus Letrae”, de muy efímera existencia y donde empezaría a publicar en la Escuela de Letras, Alberto Quero, joven narrador y poeta.
En esa década finisecular del siglo XX empezaron a circular numerosos órganos literarios, o bien culturales o de intereses generales, con contenido literario, además de los ya citados, entre los cuales tenemos: Coquivacoa (1990);, Redonda la Luna (1990); Pontonero (1990); Dominios (1990); Manuscrito encontrado en el Lago (1991); Abrapalabra (1991); Reseña Cultural (1991); Revista de la Asociación de Escritores del Zulia (1992); Heraldo de Maracaibo (1992); Copaiba (1992); Órgano informativo trimestral del Centro Histórico de Cabimas, bajo la responsabilidad de Pedro Estrada y colaboradores de la institución; Luz en Escena (1994), órgano divulgativo y didáctico del departamento de música y artes escénicas de la Dirección de Cultura de la Universidad del Zulia; Apuntes del Teatro de Muñecos (1994), revista dedicada al teatro de títeres, con las actividades de las agrupaciones y conteniendo algunos guiones para ese teatro de títeres; Anuario del Instituto de Investigaciones literarias y Lingüísticas (1995); El Tabascal (1995), periódico comunal de la parroquia de Santa Lucía de Maracaibo, en búsqueda del rescate de la tradición; Utopía y Praxis Latinoamericana (1996), revista internacional de filosofía iberoamericana y teoría social, como órgano de difusión del proyecto Red Internacional de Documentación e Investigación de Filosofía Iberoamericana y del Caribe, REDIFICA. Dirigida por Álvaro Márquez Fernández; con Gloria Comesaña Santalices como editora y Elías Capriles como editor asociado. Posee: consejo editor, consejo de redacción, asistentes, secretariado de relaciones inter-institucionales, coordinación de extensión y documentación, asistentes, consejo de asesores nacionales e internacionales; Anuario de la Fundación Centro de Investigadores “Agustín Millares Carlo“ (1996): órgano del centro privado de investigación sobre la zulianidad, fundado y dirigido por los autores de esta investigación, de donde surgiría el enciclopédico texto del Diccionario General del Zulia; Lingua Americana (1997), revista especializada en lingüística del Instituto de Investigaciones Literarias y Lingüísticas de la Universidad del Zulia; Literaria (1997), órgano de la Fundación Amigos de la Escuela de Teatro para Niños Jesús Matuta Ortega, del cual circuló un único número; Lugar y Fechas (1997), hoja informativa de la Casa de la Capitulación; La Verdad (1998): diario de intereses generales, con información cultural y literaria y dos suplementos especializados: Signos en Rotación (1998): suplemento cultural dominical, bajo la dirección de Ángel Lombardi y un equipo de colaboradores, de prolongada y fructífera existencia; y Azulejo (1998): suplemento semanal para niños, con redacción y dirección de Beatriz Pineda de Sansone; Comunica (1998), órgano informativo de la Universidad Católica Cecilio Acosta; A Golpe de Luz (1999): revista de arte y cultura popular, dirigida por Adriana Morán; La Revista Cultura (1999), órgano de reflexión y divulgación de la Dirección de Cultura de la Universidad del Zulia; Guiarte (1999): revista cultural ilustrada de calidad; El Club del Tío Conejo (1999), revista infantil ilustrada; y Telos (1999), revista de estudios interdisciplinarios de la Universidad Rafael Belloso Chacín (URBE).
Primera década del Tercer Milenio
Con la llegada del tercer milenio, el país ha experimentado cambios substanciales en su proceso político-social, los cuales desde luego se han manifestado en el campo cultural en general y en el literario en particular.
El GRUPO “RINCÓN DE LOS ABURRIDOS” es una agrupación cultural constituida en mayo de 2000, en la Escuela de Filosofía de la Universidad del Zulia, con el objetivo de generar una política cultural diferente para la sociedad a través de la Universidad y así, acercarse más a la comunidad. Funcionaría bajo la coordinación de Daniel Rojas y su curiosa denominación correspondía a una respuesta sarcástica a quienes piensan que son aburridos los que leen, los informados, los estudiosos, los que parecen ser una minoría arrinconada. Realizaron jornadas, foros y charlas culturales, obras de teatro y de mimos, durante los años de su existencia.
En el mes de marzo de 2001 se editaría la obra “LOS ESPEJOS PLURALES”, antología poética estudiantil de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia, donde se incluyeron a: Sandra Cardozo, Norland Espinoza, Omacel Espinoza, Francisco Godoy, José Javier León, Eduardo Mármol, Luisa Morillo, Maribel Prieto, Alberto Quero, Élida Ramírez y Valentina Truneanu, al mismo tiempo que circulaba el poemario póstumo “Oscuras páginas del viento Poesía 1993-1998“ de Francisco Godoy (1975-2001), joven estudiante de la Escuela de Letras, el cual prematuramente había muerto en un accidente automovilístico.
En ese mismo año de 2001 se había constituido el GRUPO DE LECTURA “EN VOZ ALTA”, a partir de la cátedra “Taller de expresión oral“ de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia, bajo la tutoría de la profesora Berta Vega. Su principal objetivo era transmitir la belleza de la literatura a las personas y los estudiantes con su entusiasmo han logrado reivindicar la poesía en la ciudad, demostrando que para leer no es necesario ser un intelectual. Como antesala a la Feria Internacional del Libro, el 25 de febrero de 2002, se presentaron en la Librería “El Anaquel“ de la Calle Carabobo, leyendo poemas de amor de Julio Cortázar, Pablo Neruda, Gustavo Pereira, Ana Enriqueta Terán, Mario Benedetti, Miyó Vestrini, Hesnor Rivera, Blas Perozo Naveda, entre otros poetas.
Durante los meses de octubre y noviembre de 2002, el GRUPO “PALABRAS INVERSAS”, constituido por universitarios, publicaron el primer número de su órgano de expresión de la misma denominación, Palabras Inversas, donde se expresaban, en su editorial: “Nacemos en medio del escollo, de la crispación política y social que vive el país. Estos hechos no nos amilanan y mucho menos aún nos motivan a seguir tolerando el vacío, el perenne y obsceno silencio presente en algunos sectores. Por tal razón y entendiendo el difícil oficio de comunicar parte de aquello que padece, vive y porque no, disfruta la población, nos atrevemos a salir a la palestra rodeados de pandemonium y griterio social que subraya esta etapa de la historia contemporanea de Venezuela y por último exclamar que: Estas líneas son inversas. Buscar despertar la imprescindible necesidad por lo utópico, la construcción de un pensamiento propio a través del complejo oficio de la escritura“. Allí estaban: Mariano Alí, quien ha usado el seudónimo de “Amal Inciarte“, como editor; Yohanna Boscán, Esteban Ramírez, José Lárez y Nandy García, como miembros del consejo editorial, al cual se integraría posteriormente: Douglas Revilla, Eugenio Rivas “El Pis“ ha realizado las ilustraciones, Alejandro Boscán ha estado en el diseño gráfico y han efectuado la impresión en “Lito Andes“ de San Cristóbal. Además de ese número inicial de 2002, se han conocido dos números más, editados durante 2003, de esa agrupación, la cual reunió a su alrededor a jóvenes de distintas profesiones y preocupados por la problemática sociocultural del país.
El PREMIO ESTÍMULO AL MÉRITO LITERARIO “ANDRÉS MARIÑO PALACIO”, se creó erróneamente como una orden pero hubo de modificarse entonces y se convirtió en un premio propuesto por el Departamento de Literatura de la Secretaría de Cultura del estado Zulia, creándose mediante decreto del Ejecutivo del estado Zulia No. 415-A del 28 de noviembre de 2002 hasta el 2008, cuando se concedió por última vez. Con el objetivo fundamental de estimular el trabajo de creación literaria en los distintos géneros: poesía, narrativa, ensayo y dramaturgia, también se consideraba la investigación literaria y la promoción y la difusión, para ser otorgados a jóvenes escritores hasta los 35 años de edad y la mención especial que no tenía la limitación de la edad. El premio se entregaba el Día del Escritor, algunas veces conjuntamente con el Premio Regional de Literatura “Jesús Enrique Lossada”. Estas fueron las entregas: 2002: Poesía: TRIANA ASIÁN, Narrativa: ALBERTO QUERO, Ensayo: JOSÉ JAVIER LEÓN, Dramaturgia: HENRY SEMPRÚN, Investigación Literaria: VALMORE MUÑOZ ARTEAGA, Promoción y Difusión: MARIBEL PRIETO, Mención Especial: MILTON QUERO; 2003: No se concedió por los sucesos político-sociales de ese año; 2004: Poesía: SANDRA CARDOZO, Narrativa: JULIO PUCHE, Ensayo e Investigación Literaria: JOHAN GOTERA, Dramaturgia: CARLOS RIVAS, Promoción y Difusión: RITA PADRÓN, Mención Especial: JULIO JIMÉNEZ; 2005: Poesía: ZULAY SANABRIA, Narrativa: VALENTINA TRUNEANU, Ensayo e Investigación Literaria: REYBER PARRA, Dramaturgia: JOSÉ MOLERO, Promoción y Difusión: YAJAIRA CABRITA, Mención Especial: MIKE ÁVILA; 2006: Mención Poesía: MARÍA ALEJANDRA OCANDO, Mención Narrativa: JAVIER AÑANDON ACHINKAI, Mención Ensayo e Investigación Literaria: PEDRO PÉREZ ALDANA, Mención Dramaturgia: ILYA IZAGUIRRE, Mención Promoción y Difusión: ADRIANA MORÁN SARMIENTO, Mención Especial: ARTEMIO CEPEDA; 2007: Mención Poesía: EDUARDO PEPPER, Mención Narrativa: LUIS PEROZO CERVANTES, Mención Ensayo e Investigación Literaria: MARÍA EUGENIA BRAVO, Mención Dramaturgia: DENNYS FERNÁNDEZ, Mención Promoción y Difusión: PIERO ARRIA BOHÓRQUEZ: renunció al Premio, Mención Especial: XIOMARA RIVAS; 2008: Mención Poesía: LUIS A. BARRETO, Mención Narrativa: MARÍA ELENA BELTRÁN, Mención Ensayo e Investigación Literaria: MIGUEL A. HERNÁNDEZ, Mención Dramaturgia: JEISSY TROMPIZ, Mención Promoción y Difusión: KIMBERLY OROZCO y Mención Especial: EDGAR MÉNDEZ.
El 11 de julio de 2004, el “Círculo Literario Juvenil de la Asociación de Escritores del Zulia“ se extendería hacia Cabimas, naciendo el CÍRCULO LITERARIO JUVENIL DE LA ASOCIACIÓN DE ESCRITORES DEL ZULIA DE CABIMAS, con el objetivo de formar una generación de relevo de la institución en la Costa Oriental del Lago. Allí han estado, entre otros: Ivonne Morillo, Aracelis Bracho, Árbol Chirinos, Rommel Navarro, Ana María Oliveros, Carlos Chirinos, María Eugenia Piña, Micol Romero de Oliveros, Jamilet Quintero, José Miguel Rincón Benítez y María de los Ángeles Díaz.
Agrupación literaria constituida en la ciudad de Cabimas el 11 de julio de 2004, bajo los auspicios de la Asociación de Escritores del Zulia Seccional Costa Oriental del Lago. Sus fundadores fueron Rommel Navarro (presidente), María Eugenia Piña (secretaria general), Ana María Oliveros (secretaria de relaciones institucionales), Carlos Chirinos (primer vocal), José Miguel Rincón Benitez (segundo vocal), María de los Ángeles Díaz, Micol Romero de Oliveros y Jamilet Quintero. Sus integrantes participaron en Efigies de tinta (2005), publicación antológica de la Asociación de Escritores del Zulia (AEZ), donde también participaron los miembros del Círculo Literario Juvenil y de la propia AEZ. Prolongó su actividad hasta 2006.
Al iniciarse 2006, en la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia, surgiría el grupo literario estudiantil SUBURBIO EDITORES, con la edición del poemario Antología del descapotable de Miguel A. Hernández (con el seudónimo “Pinipón“) y Eduardo A. Pepper, con prólogo de Julio Alberto Puche, diagramación y montaje de Elianet Laguna e Ylse María Rincón, ilustración de la portada de Mónica y Franklin Castellano e impreso en Ciudad Ojeda, presentado en octubre de ese año y reseñado ampliamente en el suplemento Alma Mater del diario La Verdad. Seis meses más tarde, en abril de 2007, se editaría Historias parecidas, distantes y distintas y otros cuentos de Julio Alberto Puche, con diagramación y montaje de Elianet Laguna, Ylse María Rincón, Eduardo Pepper y “Pinipón“, con ilustración de Mónica Castellano. Sin embargo, poco después el grupo se fragmentaría, haciéndose intentos para continuar el proyecto y así, Ylse María Rincón, desde mediados de 2007, asumiría la agrupación “Suburbio Editores“ y para marzo de 2008 concretaría un proyecto de recreación y creación literaria “El mundo divertido de las letras“, efectuado para los niños en el MACZUL, con el apoyo de un nuevo equipo, constituido por: Fabiana Caridad, Natalia Álvarez, Javier Morales, Abby Parra, Blanca Castellano, Desirée Rosas y la ayuda de Ana Rosi como diseñadora.
En el año 2007 se constituiría el GRUPO LITERARIO “ZAPATÓRROTO”, el cual estuvo conformado por seis estudiantes de Letras Hispánicas de la Universidad del Zulia: Verushka M. Casalins, Luis Perozo Cervantes, Tirso Ortega, Eligreg López, Edgar Sánchez y Juan Carlos Aguilera, contando con la colaboración de: Elianeth Laguna, Ylse María Rincón y Mariana Matheus, entre otros. Se proponían llevar la literatura a todos los espacios donde sus cuerdas vocales les permitiesen, haciendo intervenciones plástico-literarias en los lugares menos pensados y en los sitios más idóneos, desde una escalera, estorbando el paso de cientos de personas, hasta la revolucionaria Librería del Sur. Una de sus primeras actividades fue el Taller de Iniciación a la Narratividad, efectuado en el mes de septiembre de 2007, en la Librería del Sur, que perseguía crear conceptos, o mejor dicho, recrear los ya existentes, a través de la fusión del género narrativo y la palabra actividad, naciendo así la narratividad, que no es más que una aproximación a la actividad narrativa como fenómeno creacional y estético, como trascendencia de la palabra e intervención del verbo. Por la extremada juventud de sus integrantes, tuvo una existencia efímera, de pocos meses, debido al choque de liderazgo de sus dos principales fundadores y así, desapareció en ese mismo año de 2007.
El GRUPO LITERARIO “LAS FORMAS DEL FUEGO“ estuvo constituido por: Héctor Soto, José Benito Dugarte y Johan Capra, entre otros, el cual se localizaba por la Calle Carabobo de Maracaibo.
La FUNDACIÓN “ANDRÉS MARIÑO PALACIO” fue creada en el mes de enero de 2008 por el joven escritor Luis Perozo Cervantes, iniciando sus actividades el día 22 de enero, con la conferencia La prosa poética a partir de un análisis del Ulises de James Joyce, dictada por el poeta Carlos Ildemar Pérez, director de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia, en la Librería del Sur de Maracaibo. La junta directiva de la Fundación sería constituida por: Luis Perozo Cervantes, coordinador general; Luis Guillermo Hernández, coordinador administrativo; Víctor Vielma, coordinador de eventos; Jorge García Tamayo, coordinador de ediciones; y Jesús Ángel Parra, coordinador de estudios literarios. En ese mismo mes de enero, se efectuaría la Lectura poética de voces femeninas, con la participación de Iliana Morales, Alicia Montero y María Cristina Solaeche. Desde entonces han mantenido una constante actividad en la ciudad, reviviendo décadas anteriores de activo movimiento literario.
El GRUPO DE LECTURA Y ESCRITURA LITERARIA “LA SOCIEDAD”, que luego cambió su denominación por el de “CATARSIS”, se constituyó el 28 de febrero de 2008, en uno de los salones del Templo San Tarsicio, de la Circunvalación Dos, de la ciudad de Maracaibo, por la reunión de los jóvenes Gerardo Moronta, Douglas López y Javier Sánchez, materializando el proyecto discutido desde hacía varios meses, consistente en reuniones para dar lectura a textos literarios conocidos y propios. Su objetivo como grupo es el estudio y disfrute de la literatura, en cualesquiera de sus manifestaciones o géneros, a saber: poesía, prosa, ensayo o teatro; y así mismo, en cualquier tendencia o movimiento: neoclásico, surrealista, fantástico y realista, entre otros. No es necesario escribir para estar en el grupo, donde se leen los textos de un escritor importante o la creación propia de los integrantes, se efectúan conversatorios entre sus miembros o con invitados especiales. Seis meses más tarde, ya se definían como agrupación, constituida por entusiastas jóvenes, casi todos universitarios y y así, efectuaron su primera actividad pública, el 12 de septiembre de 2008, en la Biblioteca Pública del Zulia, realizando conversaciones sobre sus propósitos y dando lectura a sus primerizas creaciones literarias en forma de narrativa breve, poesía y ensayo. Asistieron a eventos literarios de la Fundación Andrés Mariño Palacio y buscando mejorar sus conocimientos se incorporaron al taller literario de la Secretaría de Cultura del Estado Zulia coordinado por el poeta Víctor Vielma, instalado en ese mismo mes de septiembre, mientras cambiaron su sede provisional a la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad del Zulia, ya que la mayoría de sus miembros estudiaban en ella. Sus integrantes son: Alan Granges (1985), compositor musical, ensayista y poeta; Javier Sánchez (1986), artista visual, dibujante y narrador; José Fernández (1988), músico y poeta; Douglas López (1988), cuentista, ensayista e investigador político; Gerardo Moronta (1988), cuentista y poeta; Eddy Reyes (1990), cuentista y poeta; Neikel Aparicio (1992), novelista y poeta; Silvia Zambrano (1990), no escribe todavía aunque se desempeña como crítica de los trabajos de los demás integrantes. Otros miembros participan sin regularidad, como colaboradores: Joan López Ur daneta (1986), Mariana Roberti (198…), ambos egresados como licenciados en ciencias políticas.
Segunda década del Tercer Milenio
El COLECTIVO LAS FLORES DEL MAL fue fundado en Maracaibo el 20 de abril de 2011, por los noveles poetas Roberto Morán, Eli Núñez, Daneira Franco, Alessandro Amenta, Maryevans León (†), Rossmary Valera y Daniela Rivas. Tuvieron su poema-manifiesto de la autoría de Roberto Morán. En el texto expresan la esencia y la significación del grupo. El poema-manifiesto lo incluyó Morán en la publicación de su primer poemario titulado No lo quise escribir (2012). Se habían planteado resucitar la figura del poeta maldito, la parte que corresponde a una vida bohemia, el rechazo a los convencionalismos, buscando por el contrario desarrollar un arte libre y provocativo. Según su fundador, Roberto Morán, el grupo pretendía hacer poesía suversiva, además de que sus integrantes jóvenes todos, buscaban de qué escribir y ser escuchados. En su corta existencia como grupo, apalearon a una actividad intensa participando en lecturas poéticas dramatizadas en diferentes eventos, en tomas de calles en varios sitios de la ciudad, como la Plaza de la República, el Emporio del Libro, el Centro de Artes de Maracaibo Lía Bermúdez y en la calle Carabobo, entre otros. Se hicieron presentes por iniciativa propia en las famosas “Veladas de Santa Lucía” y en el primer festival que se llamó “Se acabó la ausencia”, el cual consistía en llenar los espacios de la calle Cartabobo o Calle de la Tradición de arte, poesía, teatro y música, entre otras expresiones, donde le acompañaba el artista de la fotografía, Iván Ocando, el principal organizador del evento. No publicaron revistas ni libros como colectivo. Algunos de ellos, individualmente, han continuado cultivando la poesía y han publicado.
PALABRACERA (2013), grupo literario conducido por Luis Ignacio Cárdenas le acompañaban Antonio Vargas, Edward Enrique Ruidíaz y Edgar Sánchez, entre otros. Participaron en lecturas poéticas en “La Bruyere”, museo de artes plásticas del municipio San Francisco. El poeta Edward Ruidiaz durante su permanencia en el grupo, publicó el poemario Pasajeras sensaciones (2013) bajo sello Clandestino Ediciones, y Edgar Sánchez P., había publicado Tu sensual cadencia (2013). Estaban preparando una publicación colectiva, pero la falta de recursos se los impidió. La existencia del grupo fue efímera.
El MOVIMIENTO POÉTICO DE MARACAIBO, Asociación Civil fundada el 31 de julio de 2013, por Luis Perozo Cervantes, como presidente; Vanessa Pérez Moreno, secretaria; Jesús Ángel Semprún Parra, tesorero; Héctor Enrique Pirela Zambrano y Antonio María Claret Piñero Caldera, directores. Esta asociación existía de hecho desde el año 2011 y nació con el objetivo fundamental de organizar el I Festival de Poesía de Maracaibo, como en efecto así fue, conjuntamente con la Coordinación de Literatura de la Secretaría de Cultura del estado Zulia, la Biblioteca Pública del estado Zulia y la Dirección de Cultura de la Alcaldía de Maracaibo. Se elaboró una extensa programación de tres días del 7 al 9 de septiembre de 2012, con motivo del 483 aniversario de la fundación de la ciudad de Maracaibo. Se homenajearon a poetas nacionales y regionales, entre ellos, los poetas venezolanos: Rafael Cadenas, Alfredo Chacón y César Seco. Se efectuaron lecturas poéticas durante esos días, conciertos musicales, presentaciones de libros, conferencias y talleres, con la asistencia de más de sesenta poetas de toda Venezuela y uno de España. En el 2013, el Movimiento Poético de Maracaibo, ya registrado como Asociación Civil legalmente, celebró con éxito el II Festival de Poesía de Maracaibo, durante cinco días continuos desde el 4 de septiembre. En esta edición del festival homenajeó a los poetas Víctor Fuenmayor, Lilia Boscán de Lombardi, Enrique Romero y Carlos Ildemar Pérez. Esta Asociación Civil persigue como sus objetivos principales los siguientes: a) Organizar el Festival de Poesía de Maracaibo anualmente, y todas las actividades que se programen para promocionar dicho evento; b) Difundir el pensamiento poético y todas sus expresiones literarias, en el contexto geográfico de la ciudad de Maracaibo; c) Proporcionar oportunidades formación para escritores y lectores literarios en diversos aspectos de la cultura literaria, mediante talleres, foros, conferencias, charlas, seminarios, lecturas y otros eventos similares, con la posibilidad inclusive de crear una Escuela de Escritura con el nombre del poeta César David Rincón; d) Conservar y difundir el patrimonio poético de la ciudad de Maracaibo a través de una Biblioteca y Hemeroteca especializada; e) Promover, auspiciar y/o desarrollar investigaciones en el campo de la literatura y materias afines, que contribuya al enriquecimiento del patrimonio cultural de Maracaibo, del Zulia y Venezuela; f) Incentivar la producción literaria de los jóvenes escritores del Zulia, mediante el otorgamiento de bolsas de trabajo, seleccionados previamente por concurso; g) Publicar obras poéticas de trascendencia para la ciudad de Maracaibo, además de la publicación de órganos de difusión periódica impresos y digitales que contribuyan a los fines de la Asociación Civil. En el mismo año de fundado se adquirió una pequeña imprenta y se dio inicio a las Ediciones del Movimiento, publicando los primeros títulos: Los Heredarios de Carlos Ildemar Pérez, Dos piezas de teatro breve de Enrique Romero y No hay necesidad de mí en los infiernos de Víctor M. Vielma M. En 2014, además de la organización del III Festival de Poesía de Maracaibo para los días del 7 al 13 de septiembre, realizaron la I Semana Zuliana de la narrativa, en homenaje al novelista zuliano Jorge García Tamayo entre los días 25 y 28 de junio, con la participación de narradores y poetas regionales y nacionales. Del 25 al 27 de febrero de 2015, se celebró por primera vez el Simposio “Luis Guillermo Hernández” de Pensamiento Literario Venezolano, con la participación de los reconocidos profesores e investigadores Miguel Marcotrigiano, Violeta Rojo, Yoyiana Ahumada, Miguel Ángel Campos, Carlos Ildemar Pérez, Guillermo Yepes Boscán, Alicia Montero y tuvo su última aparición en público el Doctor Honoris Causa de L.U.Z., Enrique Arenas Capiello. Del 16 al 20 de junio celebrarón la Segunda Semana Zuliana de la Narrativa, en esta oportunidad en homenaje al novelista y cuentista José Quintero Weir, en las instalaciones del Museo Municipal de Artes Gráficas “Luis Chacón”. Del mismo modo, ha organizado la Feria Itinerante del Libro de Maracaibo en el Centro de Arte de Maracaibo “Lía Bermúdez”, durante la días del 5 al 8 de abril de 2018, con una progrmación que incluyó además de la venta de libros, lecturas en voz alta de poesía y textos teatrales, teatro, ciclos de cine, conferencias y charlas, presentación de grupos musicales, presentación de libros sobre todo de la segunda edición del Diccionario general del Zulia (4 tomos), de Jesús Ángel Semprún Parra y Luis Guillermo Hernández. La Feria continuó con una segunda parte los días del 3 al 6 de mayo de 2018, con una programación similar donde tuvo como invitados a los escritores, Armando Rojas Guardia y Miguel Ángel Campos.
El grupo literario BITÁCORA DE FUEGO fue fundado el 12 de diciembre de 2014, en el marco de la conmemoración del nacimiento de la Poetisa Zuliana María Calcaño, estuvo conformado en sus inicios por María Teresa Martínez (Tessa Martinz), Kharim Socorro, Emérita Mercado (Manona), Nicauly Morales, Karem Criollo, Paola Valencia, Ramón Brito y Manuel Ocando, para unírseles más tarde Mariela López y Eduardo D´Attellis. Tiene sus orígenes en el Taller Literario «César David Rincón» de la Secretaría de Cultura del Estado Zulia, coordinado por la escritora Gladys Aquebeque. Esta organización sin fines de lucro, fue creada con el propósito de estudiar, promocionar, fomentar y difundir la poesía y demás géneros literarios, activando programas culturales dedicados a la poesía en comunidades, instituciones educativas, entre otros recintos de formación y esparcimiento concebidos para la creación y el disfrute de la literatura, así como la creación de publicaciones, organización de eventos, intercambios culturales, conferencias y concursos literarios para el desarrollo y extensión del pensamiento poético y literario en general en todo el territorio nacional. Han realizado numerosas actividades y presentaciones, cabe mencionar su libro Féminas Antología. Bitácora de Fuego Grupo Literario (2016) Publicado por la Fundación Editorial El perro y la rana, de Caracas.
En esa década inicial der tercer milenio y del siglo XXI, han empezado a circular nuevos órganos literarios o con contenidos literarios, como: Unica (2000), revista cultural de la Universidad Católica Cecilio Acosta, con un excelente material literario y cultural en general; Tendencia (2000), revista de intereses generales, dándole importancia a lo cultural, ilustrada y de calidad; Revista de la Sociedad Bolivariana del Estado Zulia (2000): órgano de esa institución histórico-cultural, dirigido por Jesús Ángel Parra en sus primeros números y más tarde por Luis Guillermo Hernández; Garabateando (2001), revista del Grupo de Títeres Garabato, editada con motivo de su aniversario; Tin Marin (2001): suplemento dominical infantil del diario La Verdad, el cual sustituyó a “Azulejo“; Sílaba Viva (2002); Revista Zuliana (2002), editada en Caracas por la Fundación Zuliana para la Cultura; Acervo (2002), revista del Acervo Histórico del Estado Zulia; La Hojarasca (2003), Boletin Literario de la Universidad Católica Cecilio Acosta; Diorama (2003), revista cultural en general y literaria en particular , editada por Diana Bohórquez y Claudio Méndez; Boletín del Acervo Histórico del Estado Zulia (2003); Otra Facultad (2004); Qué Pasa (2004), periódico de intereses generales, el cual mantuvo por varios años, la página literaria “Cultura en Movimiento“, a cargo de Claudia García Rivas; De Palabra (2007), revista de creación e investigación de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia, con Carlos Ildemar Pérez como editor jefe; Mariluz Domínguez y Luis Oquendo, como editores asociados; Alicia Montero, Fátima Celis, Neydalid Molero, Margarita Figueroa, Claudio García, José Gregorio Vílchez, Masiel Matera, Leisie Montiel Spluga, Jesús Medina y José Quintero Weir, como comité editorial; Víctor Bravo, Laura Antillano, José Antonio López Ortega, José Napoleón Oropeza, Enrique Arenas, Cósimo Mandrillo, Miguel Ángel Campos, María de Puig, Godsuno Chela, Lourdes Molero de Cabezas y Enrique Obediente, como comité asesor nacional; Boletín de la Fundación Andrés Mariño Palacio (2008), boletín de carácter mensual, el cual vio la luz pública en febrero de 2008, con cuatro páginas de texto literario, circulando a la vez en forma digital; y Volante Volátil (2008), hoja volante de poesía editada por Luis Perozo Cervantes.
Al emprender una historia crítica de la literatura zuliana, acompañada de una posible antología de la producción literaria más representativa, se propone estudiar en apartados los siguientes:
TALLERES LITERARIOS
Los “Talleres Literarios“, denominados “Talleres de Expresión Literaria“(TEL) en una forma más correcta, nacieron en cierta forma, como una nueva modalidad de agruparse los escritores o quienes deseaban serlo, alejada de la tradición de los grupos literarios, tan politizados en los años sesenta. Se generalizaron durante la segunda mitad de la década de los setenta y toda la del ochenta, para declinar parcialmente a partir de los años noventa, sin desaparecer nunca en su totalidad, hasta la época actual.
Muchas polémicas generaron el proceso de su creación y de su funcionamiento, sin embargo, los opositores de los talleres literarios, a la larga, tuvieron unas fructíferas experiencias al coordinar alguno de esos talleres literarios, lográndose visualizar que lo importante era evitar la influencia dominante y muchas veces nociva del coordinador del taller sobre los jóvenes participantes, los cuales por su inexperiencia tendían a la imitación del modelo y por lo tanto se hacía necesario “lograr desde el inicio que cada uno distinga su voz en el coro, que no perciba en el guía mas que un persuasivo interlocutor en vez de un conductor hegemónico, constituye sin duda un buen punto de partida. El hábito de la discusión fecunda, los estímulos al trabajo, el respeto mutuo y todo lo que, para usar una expresión de Matthew Arnold podríamos llamar ’la urbanidad literaria’ se seguirá naturalmente de ello solo“, como bien lo apuntaba Eugenio Montejo en su “Taller blanco“.
En un estudio muy detenido pudiéramos ubicar en la historia, los antecedentes aproximados de un taller literario: el ágora griega, la escuela en la edad media, el salón europeo, pero ésa no es la intención por el momento y tampoco dar una definición teórica, porque a la larga sería un concepto más de los que ya existen, basado en una experiencia particular. Lo importante ha sido comprobar que los talleres de expresión literaria han sido determinantes en las últimas décadas, en la conformación del proceso cultural contemporáneo en el país y la región. De ellos han surgido las nuevas figuras de la literatura venezolana y regional, las cuales de alguna manera han roto la idea que se tenía inicialmente de esas agrupaciones como reproductores en serie de creadores de un solo estilo, cargados de esteticismos y de artificios verbales, de uniformidad modélica, aforística y sin ninguna vivencia, en la mayoría de los casos. Por ese falso razonamiento, en los primeros tiempos, la actividad de taller fue susceptible de las más variadas polémicas y controversias, sin embargo más tarde se pudo comprobar que la experiencia de taller era fascinante y enriquecedora, tanto para los talleristas como para el instructor o coordinador que no admitía rigidez alguna, ya que la metodología iba surgiendo sola, espontáneamente, de acuerdo a la dinámica del propio taller. Por eso, ha sido muy importante conocer las experiencias personales y las visiones sobre lo que es un taller expresadas en revistas o periódicos literarios por los creadores que han coordinado un taller de expresión literaria en alguna ocasión.
En el Estado Zulia se ha considerado como pionero al TALLER DE EXPRESIÓN LITERARIA DE LA ESCUELA DE LETRAS DE LA UNIVERSIDAD DEL ZULIA, el cual fue coordinado por el poeta Blas Perozo Naveda, en el año 1974, con su propio órgano de expresión, la revista “Taller“. Así se abriría de par en par, la puerta de entrada a numerosos talleres literarios durante las tres décadas y media transcurridas desde entonces, ya a finales de la primera década del tercer milenio, cuyo proceso evolutivo, desde el punto de vista histórico, se tratará de sintetizar en este capítulo.
Para el año lectivo de 1974, el profesor Blas Perozo Naveda presentó el programa de la cátedra “Expresión Literaria“ en la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia, donde hacía una exposición de motivos para el desarrollo de un Taller de Expresión Literaria adscrito a la Escuela de Letras, cuyo funcionamiento había sido aprobado, desde el día primero de abril de 1967, por el Consejo de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad del Zulia, ante petición del entonces director encargado de la Escuela de Letras, licenciado César David Rincón. El poeta Perozo Naveda expresaba que “mientras las demás artes reciben el apoyo constante de la enseñanza del oficio, la literatura de creación permanece, en la mayoría de los casos, a merced de la autotransformación del escritor, en manos de la intuición o de la adivinanza. No es del caso discutir si la vocación del escritor y sus aptitudes, están o no sujetas a una didáctica determinada; ningún arte se aprende en cuanto a los aspectos de los supuestos previos, pero si se puede desarrollar una vocación, orientar una sensibilidad, canalizar una inquietud y ese es el objeto de los talleres de creación literaria, que han comenzado desde hace poco tiempo a despertar el interés de los países latinoamericanos“.
Así, el 15 de mayo de 1974 iniciaría sus sesiones el TALLER DE EXPRESIÓN LITERARIA DE LA ESCUELA DE LETRAS DE LA UNIVERSIDAD DEL ZULIA, el cual fue concebido como práctica literaria de creación, discusión y promoción de materiales literarios, así como organización y publicación de un órgano de expresión, el Boletín “Taller“, cuyo primer número correspondió al primer semestre de 1975, con dirección y redacción de Blas Perozo Naveda, así como diagramación de Alberto Añez Medina. Era la “muestra de lo que se puede hacer a partir de motivaciones concretas, partiendo de la realidad que nos rodea. La noticia del periódico, los recuerdos de cada uno de nosotros, la infancia, los hechos y la historia que pesa sobre nosotros –tomados de manera consciente, especificada- están presentes en los relatos, en los poemas que ahora publicamos. Es ésta nuestra primera gran experiencia“. Ese boletín tenía sesenta páginas de texto a una o dos columnas, con escasas ilustraciones y sin publicidad; contenía: presentación e informe y secciones de poesía, entrevistas, narrativa, canción y reseñas.
Fue el primer taller de expresión literaria que funcionó en el Estado Zulia y tuvo como integrantes básicos a los alumnos de letras: Edgar Alfonzo, Iván Ávila Belloso, Douglas Bohórquez, Víctor A. Bravo, Hugo Figueroa Brett, Enrique Hidalgo y Cósimo Mandrillo, además de Siglic Gutiérrez, alumno de periodismo, así como una serie de jóvenes que se agregaron posteriormente. Sus miembros fundadores casi todos han sido citados anteriormente, excepto: Iván Ávila Belloso (1947- ) Su entrada puede consultarse en este diccionario.
Posteriormente, sería coordinador de ese Taller Literario el profesor Enrique Arenas C., cuando se publicaría el segundo número de “Taller“, en marzo de 1976, bajo la dirección del mismo Enrique Arenas, asesoría de Hugo Figueroa Brett y con un comité de redacción formado por: Ebrahim Faría, Ángel Madriz, Maritza Urdaneta, Pedro Cuartín, Berta Vega, José Parra Finol, Iván Ávila Belloso, Luis Oquendo y Edna Medina Patrick. Hubo un tercer número de la revista en el primer semestre de 1980, dirigido por Enrique Arenas C., asesoría de Lola Ortigoza de Acuña y un comité de redacción constituido por: Edna Medina Patrick, Iliana Morales Gollarza, Berta Vega, Elio González y José Parra Finol. El taller tuvo, más tarde, un tercer coordinador, el poeta César David Rincón.
En el año 1975 se fundó el TALLER DE EXPRESIÓN LITERARIA DEL CICLO DIVERSIFICADO “JESÚS ENRIQUE LOSSADA”, bajo la coordinación del bachiller Iván Ávila Belloso, como la primera experiencia de talleres literarios en la educación media y diversificada, contando con su propia revista Taller 1, de la cual solamente circularía un número el 19 de junio de 1975, bajo la dirección del docente Iván Ávila, con 67 páginas de texto, impresa a multígrafo en el mismo instituto educativo y con un tiraje de 300 ejemplares.
Desde finales de 1977 surgiría el TALLER DE EXPRESIÓN LITERARIA DEL MOVIMIENTO DE LOS PODERES CREADORES DEL PUEBLO “AQUILES NAZOA“, coordinado por el profesor Enrique Arenas C. e integrado por: José Quintero Weir, Alexis Fernández, César Chirinos, Edgar Petit, Isabel Ortega, Elio González, Fernando Araujo, Enrique Terán, Josefina Balza y Nélcida Cubillán, entre otros miembros, el cual funcionaría en el Galpón de la Universidad del Zulia, situado detrás del edificio Las Laras, ubicado en la avenida 5 de Julio, entre calles 9B y 10, para dejar su mensaje de unidad y de organización en torno al pueblo, en defensa de la cultura y de la identidad, con la difusión literaria y artística, porque también las artes son patrimonio de todos y cada uno de los habitantes del pueblo venezolano. La mayoría de sus integrantes han continuado cultivando la literatura, como se podrá objetivar.
En el mes de septiembre de 1980, bajo la dirección del poeta César David Rincón se redactaría el proyecto de creación de un taller de expresión literaria en el nuevo despacho de la Secretaría de Cultura, constituido en la gestión de Lía de Bermúdez, dentro de la estructura administrativa de la Gobernación del Estado Zulia. Así, iba a surgir el TALLER DE EXPRESIÓN LITERARIA DE LA SECRETARÍA DE CULTURA DEL ESTADO ZULIA, coordinado por el mismo César David Rincón y desde sus inicios con la ayuda del profesor Jorge Luis Mena, teniendo como objetivos permanentes, la lectura e interpretación de los textos como un ejercicio del placer, en tanto se afinaba la sensibilidad y se agudizaba el ingenio para conocer el hecho literario, así como el fomento de la investigación y creación, con la finalidad de elevar las actitudes espirituales del individuo y ampliar su mundo interior, logrando el manejo de un lenguaje de calidad y eficacia creativas. Eran aquellos momentos de plena confrontación nacional sobre la existencia de los talleres literarios, cuando los fundamentos teóricos y la funcionalidad práctica de este taller marabino, fueron expuestos por sus creadores, en el II Congreso de Escritores Venezolanos, efectuado entre el 21 y el 24 de mayo de 1981, en La Casa de Bello, en Caracas. César David Rincón, por sus múltiples ocupaciones, se separaría un poco del taller literario, sin embargo siempre estaría observando su evolución y asistiría a las visitas de escritores de otras latitudes, mientras Jorge Luis Mena asumiría su plena ejecución hasta enero de 1983, cuando la nueva titular del despacho Irma Paz Bracho decidió su eliminación, sin embargo fue reabierto en mayo de 1984, por Norka Valladares, ahora al frente de ese despacho, con la dirección del poeta Jorge Luis Mena y la coordinación del joven Edixon Rosales, quizás su etapa más fructífera que duraría hasta abril de 1989, lográndose en 1985-1986 publicar sus primeros cuadernos literarios en verso: Fondo del sueño de Edixon Rosales, Itinerarios de Gladys Aquebeque y 30 soles desaparecidos de Jacqueline Goldberg, los tres creadores e integrantes del taller, sin embargo, al culminar la celebración del bicentenario del natalicio del General Rafael Urdaneta, por un extraño contraste de índole económica, el taller literario sería eliminado de nuevo por el historiador Rutilio Ortega, en su paso por el despacho cultural, hasta 1995, cuando José Quintero Weir, Secretario de Cultura de entonces, permitió su resurrección, bajo la misma coordinación de Jorge Luis Mena. Ese taller literario, a pesar de sus interrupciones, ha sido un semillero de jóvenes valores, preformados por el espíritu de trabajo y la intensa dedicación del profesor Jorge Luis Mena, quien debe merecer el eterno agradecimiento de sus talleristas y de la máxima institución oficial de la cultura en la región. En su largo devenir, algunos nombres quedaron en la “microhistoria del taller“, aparte de los tres poetas ya nombrados como los autores de los primeros cuadernos literarios, podríamos citar algunos de aquellos que han seguido siendo fieles a la literatura, con el temor siempre presente, de olvidar algunos nombres. Ellos han sido: Nelson González Leal, Jorge Govea Cabrera, Norberto José Olivar, José Ángel Fernández, Solange Rincón, María Eugenia Bravo, Casto Ocando, Isidro López Sánchez, Heberto Villanueva, Iberia Estrada, Cristian Conte Navarro, José Vicente Villalobos, María Cristina Rincón y Daniel Danilo Morales, entre otros, la mayoría incluidos en las dos separatas tituladas Búsquedas publicadas en la Revista Puerta de Agua, con selección y nota preliminar de Jorge Luis Mena. Más tarde, el 14 de septiembre de 1986, algunos de sus integrantes formarían una agrupación literaria denominada “La Secta del Fénix“, estudiada en el capítulo “Década de 1980“.
En 1981 se fundó el TALLER LITERARIO “BERTHY RÍOS” DE LA ASOCIACIÓN CULTURAL “RÓMULO GALLEGOS”, bajo la coordinación de Aníbal Rodríguez Silva, donde estuvieron básicamente: el poeta Iván Heras Villalobos, ya citado en la Asociación Cultural. Fátima Yadira Celis y Nancy Yaneth Torres, en sus inicios literarios antes de ingresar a la Universidad del Zulia, cursar estudios de letras y formar parte de la Generación del 80, estudiada en el capítulo “Década de 1980“.
El día 31 de enero de 1983 se crearía el TALLER DE EXPRESIÓN LITERARIA DEL CENTRO DE BELLAS ARTES DE MARACAIBO, el cual se prolongaría hasta marzo de 1984, bajo la coordinación del escritor Néstor Leal, integrante del Grupo “Apocalipsis“ de 1955, donde participaron: Jacqueline Goldberg, Mario Labarca, Beatriz Pineda de Sansone, Emperatriz Arreaza Camero, Paula J. Rivero, Javier Rondón, Inés Gabriele, Jesús Ángel Parra, Luis Guillermo Hernández, María de Wenger y Bernardo Martín, entre otros, donde en un clima fraterno y cordial, se realizaron actividades de lecturas de textos literarios de escritores consagrados y de los escritos por los propios participantes, corrección de éstos por el coordinador, estímulo a la formación de la “biblioteca hipotética de un escritor o de un buen lector“, doble propósito que se imponía ese taller literario, charlas y conferencias en la “Sala Documenta“ del Centro de Bellas Artes, así como encuentros fructíferos, con intercambios de ideas, con escritores destacados de las letras en la región. Algunos de sus integrantes han seguido cultivando la literatura, aparte de los ya citados, como: Beatriz Pineda de Sansone (1948-), Emperatriz Arreaza Camero (1950-), Paula J. Rivero (1959-), Javier Rondón (1959-), Mario Labarca (1959-), Inés Gabriele (1962-) y Jacqueline Goldberg (1966-).
Al desaparecer el “Taller de Expresión Literaria del Centro de Bellas Artes de Maracaibo“ por haber sido designado su coordinador Néstor Leal, por el entonces Presidente de la República, como Director de Monte Ávila Editores, en el mes de abril de 1984, Luis Guillermo Hernández y Jesús Ángel Parra crearon el TALLER LITERARIO “OCTAVIO PAZ”, el cual funcionaría en la residencia del primero, bajo la coordinación de Rolin Emiro Iguarán y el asesoramiento literario del profesor Enrique Arenas, dándole ese nombre en honor al gran escritor mexicano Octavio Paz, quien posteriormente obtuviera el Premio Nobel de Literatura 1990. Sus integrantes fueron: Jesús Ángel Parra, Luis Guillermo Hernández, Beatriz Pineda de Sansone, Emperatriz Arreaza, Jacqueline Goldberg, Inés Gabriele, César David Rincón Godoy, Norberto José Olivar, Rolin Emiro Iguarán, Alba Labarca León, Bernardo Martín, Saraid Romero, Emercio Arenas y John Skinner, entre otros. Durante dos años organizaron cursos, conferencias y foros sobre la literatura universal, latinoamericana, venezolana y zuliana, con la participación de escritores invitados y exposiciones icono-bio-biblio-hemerográficas de escritores universales del siglo XX, por sus lenguas de expresión, lo cual contaría con el apoyo permanente de la Red de Bibliotecas Públicas del Estado que coordinaba la licenciada Nelly Primera y desde luego, con la desinteresada colaboración de los prestigiosos escritores invitados y de las instituciones y asociaciones culturales de la región, como el CEVAZ, la Alianza Francesa, la Escuela de Letras de LUZ y tantas otras. Allí se estimulaba la creación poética, narrativa y ensayística de sus propios integrantes, quienes en su primer aniversario editaron una publicación colectiva, antología de textos escritos por los miembros del taller literario, la cual titularon “PAZ-O“, unida con la conferencia magistral “La impersonalidad del arte en T.S. Eliot“ a cargo del Ministro de Estado para la Cultura doctor Ignacio Iribarren Borges, el 26 de abril de 1985. La mayoría de sus integrantes ya han sido citados y en las últimas etapas del taller se incorporó el joven César David Rincón Godoy (1967-), psicólogo clínico y poeta en sus obras: El lucero estrellado y Escrituras del vidente.
El CLUB LITERARIO INFANTIL “MANZANITA” fue creado el 5 de abril de 1985, bajo la coordinación de Beatriz Pineda de Sansone y su nombre se originó en el título del conocido cuento de Julio Garmendia. Surgió muy espontáneamente, porque Beatriz Pineda y sus dos hijas empezaron leyendo y conversando sobre autores de trayectoria y poco a poco se les fueron uniendo amigas y compañeras de estudio, para más tarde empezar a pintar, dramatizar y escribir sus propios textos. Así fue adquiriendo categoría de TALLER LITERARIO, con la poesía de Blas Perozo Naveda, la pintura de Hernán Alvarado, el drama de Enrique León y la Dramática de Maracaibo, así como el “Primer Festival de Cine Infantil ’Manzanita“. Redactaron su propio boletín, el periódico Manzanita, del cual circularon muy pocos números, organizaron un “Museo del Juguete“ y funcionaron en diversos sitios hasta que la Escuela de Letras de LUZ les permitió reunirse en la Sala Taller “Esther María Osses“, hasta tener su propia sede en la Calle Carabobo, en su última época, dedicándose a promover la cultura entre los niños, en un proyecto que tuvo que ver mucho con el juego, siguiendo la frase de José Martí: “Todos los pueblos juegan y lo hacen de manera parecida“, o como decía Huizinga: “La cultura se desarrolla en el juego y como juego“. Cósimo Mandrillo definió muy bien la hermosa tarea de Beatriz Pineda, al escribir: “Manzanita ha encontrado la forma de hacer de la literatura lo que ella es: una fiesta de la imaginación. En Manzanita hay héroes, santos, enamorados, poetas y apóstoles, para que el mundo vaya mucho más allá de la mera cotidianidad consumista y rutinaria. Beatriz, a través de Manzanita, ha descubierto la única manera posible, no de enseñar la literatura, sino de hacer que los niños aprendan a utilizar uno de los más extraordinarios productos del espíritu humano para afinar su propia sensibilidad“. Aquel hermoso proyecto de vida, más tarde se convirtió en una FUNDACIÓN CULTURAL hasta su desaparición en 1998, sin embargo Beatriz Pineda de Sansone no desfalleció, iniciando un nuevo trabajo para los niños “Azulejo“, periódico infantil encartado en el diario “La Verdad“ de Maracaibo, desde su primer número el 13 de septiembre de 1998.
Poco tiempo después, iba a crearse el TALLER LITERARIO DEL CENTRO DE ESTUDIANTES DE LA FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN DE LA UNIVERSIDAD DEL ZULIA, bajo la coordinación del estudiante de filosofía Aníbal Rodríguez Silva; más tarde surgiría el TALLER DE NARRATIVA DE LA DIRECCIÓN DE CULTURA DE LA UNIVERSIDAD DEL ZULIA, el cual sería coordinado por el novelista César Chirinos.
Debido a las transformaciones del pensum universitario a mediados de la década de 1980, se introdujeron entonces las “Actividades de Autodesarrollo“ y así iban a surgir los Talleres Literarios de Autodesarrollo en la Universidad del Zulia, gracias al entusiasmo de Enrique Arenas, César Chirinos, Fernando Araujo, Jorge Gutiérrez y Aníbal Rodríguez Silva, quienes conformaron el primer programa de talleres en marzo de 1986. Se creó entonces el TALLER DE EXPRESIÓN LITERARIA DE AUTODESARROLLO EN LA FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN DE LA UNIVERSIDAD DEL ZULIA, conocido como “La Cumbita“, bajo la coordinación de Aníbal Rodríguez Silva, con tres niveles: Literatura Oral; Literatura Zuliana y Venezolana; Literatura Universal. Más tarde, esos talleres literarios de autodesarrollo se crearon en otras Facultades, teniendo como facilitadores en Maracaibo y Cabimas a: Fátima Celis, Celsa Acosta Seco, Jorge Luis Barboza, María Lucía Rodríguez, Orlando Villalobos, Yuri Infante, Javier Fernández, Ana Sánchez y Nancy Torres, entre otros. Sus participantes tuvieron cabida en la revista “Fabla“, órgano de expresión del taller, del cual circularon siete números, entre 1987 y 1989, en forma irregular, donde se recogió la inquietud, el afán y el proyecto que apoyaba en la literatura como excusa para encontrar cauce a la lucha contra las verdades preestablecidas, los espacios consagrados y todas las pretensiones que andan sueltas, para crear un lugar para la irreverencia de los jóvenes. Entre esos facilitadores, aparte de los ya citados anteriormente, debe nombrarse a Orlando Villalobos (1953-), licenciado en comunicación social, ensayista y cronista, autor de “Fabulario Crónicas de la urgencia“ y “Política y gerencia de la comunicación social“.
Mientras tanto, desde el año 1987 se desarrollaron en la Costa Oriental del Lago, unos dinámicos talleres literarios: el TALLER LITERARIO DE LA DIRECCIÓN MUNICIPAL DE CULTURA DE CABIMAS y el TALLER DE EXPRESIÓN LITERARIA DE LA FACULTAD DE INGENIERÍA DE LUZ-CABIMAS, coordinado por el poeta Edgar Méndez entre los años 1987 y 1988, quien posteriormente fundaría el Grupo Literario “Palabra Abierta“, confundido por algunos cronistas al considerarlo como un taller literario, del cual hemos informado en el capítulo “Década de 1990“. .
El 13 de mayo de 1990 se instaló el TALLER DE NARRATIVA DEL CENTRO DE BELLAS ARTES DE NARACAIBO, coordinado por Laura Antillano, con el auspicio de la Dirección General de Literatura del Consejo Nacional de la Cultura (CONAC), el cual tuvo como actividad central el cuento
El TALLER LITERARIO “LIBERTAD BAJO PALABRA“ se iniciaría el 13 de agosto de 1990, en la Cárcel Nacional de Maracaibo, coordinado por la profesora Margarita Figueroa, en un convenio CONAC-Ministerio de Justicia y Secretaría de Cultura del Estado Zulia, donde participaron: Wilmer Hernández, Ever Leal, Carlos Petit, Pedro Piña, Jesús Fernández, Arturo Montoya, Fredy Neri, Miguel Barón, William Soto, José Fernando Barrios, Hugo Ferrer, Sergio Mendoza y Carlos Hugins.
Los TALLERES LITERARIOS DE LA SECRETARÍA DE CULTURA DEL ESTADO ZULIA Y DEL CONSEJO NACIONAL DE LA CULTURA (CONAC) fueron planificados en el bienio 1992-1993, dentro del Sistema Nacional de Talleres de la Dirección General Sectorial de Literatura del CONAC, en su doble vertiente de “Talleres de Lectura“ y “Talleres de Expresión“, con los objetivos fundamentales de formación de recursos humanos en esas dos áreas, promoción de la lectura como vía del saber y del disfrute intelectual, promoción del quehacer y la actividad literaria a nivel nacional, así como confrontamiento de los jóvenes creadores participantes en los talleres y organización de nuevas agrupaciones literarias en el país. Fueron coordinados en la región por el Departamento de Literatura de la Secretaría de Cultura bajo la dirección de Jesús Ángel Parra, organizándose un adecuado ciclo de talleres, entre los cuales se implementaron: “Taller de Expresión Oral: Por los caminos del Cuento: La Narración Oral Indígena en el Zulia“ por Alexander Hernández; “Taller: La Parodia y el Arte“ por César Chirinos; “Taller de Lectura“ por Albania Zambrano; “Taller: La Gaita y la Décima Popular“ por Miguel Ordóñez. Además, se organizaron otros talleres literarios de diversos géneros, tales como: “Taller de Expresión Literaria“ bajo la coordinación de Fátima Celis; “Taller de Ensayo“ dirigido por Víctor Azuaje; “Taller de Traducción Literaria“ conducido por Luis Moreno Villamediana; y “Taller de Literatura Zuliana del Siglo XX vista a través de los Grupos Literarios“, bajo la orientación de Luis Guillermo Hernández.
El CIRCUITO REGIONAL DE TALLERES: Desde 1995 y hasta 1999, la Unidad de Lenguaje y Literatura de la Secretaría de Cultura, denominación dada en ese período al Departamento de Literatura, el cual seguía dirigido por Jesús Ángel Parra con la asistencia de Gladys Aquebeque, organizaría ese circuito regional de talleres, con un doble frente de trabajo literario, coordinado el primero por Gladys Aquebeque y el segundo por Jesús Ángel Parra, con 24 instructores plenamente capacitados para su labor. Tuvo a su servicio un órgano de expresión y difusión: el periódico Posdata, cuyo primer número circuló en junio de 1995, dirigido por Jorge Govea y coordinado por Jesús Ángel Parra, con ocho páginas de texto, ilustrado y sin avisos comerciales; más tarde, aumentó su número de páginas, entre doce y veinte, bajo la dirección de Gladys Aquebeque, donde se publicaron textos de los talleristas. El circuito regional de talleres estaba planificado en dos facetas muy diferentes pero complementarias: Los TALLERES LITERARIOS MUNICIPALES, ubicados en los Municipios: Maracaibo, Mara, Páez, Cabimas, Miranda, Valmore Rodríguez, Machiques y Jesús Enrique Lossada, donde estuvieron instructores como César Chirinos, con el “Taller de Narrativa: Los juegos de la ficción“; Maribel Prieto, con el “Taller: Lectura para armar“; Nereyda Pérez, Adelfa Geovanny y Magello Quintero, con “Taller de Narrativa: Metodología e Historia de la Novela“; Lidda Franco, con el “Talller: Aproximaciones al Texto Literario; Pedro Pérez Aldana, con el “Taller de Poesía: Acto de Palabra“; Gladys Aquebeque con “Literatura para la integración de las Artes“; Nelson González Leal, con “El cuento: Técnicas y elementos definitorios“ y “Seminario-Taller Vivencial: Del caos a la ficción: El cuento ficticio como expansión de la realidad“; Martha Calderón y Yasmín Villavicencio en “Literatura y Danza“, entre otros. En diciembre de 1996, Nelson González Leal publicó una muestra de algunos de los integrantes de su taller “El cuento: Técnicas y elementos definitorios“, que había coordinado durante cuatro meses y medio, donde aparecieron incluidos: Mónica Áñez, Alberto Quero, Lorena González, Alexis Cabezas, Nicanor Cifuentes Gil, Juan Mendoza, Valentina Truneanu, Adriana Cely y Marisol Delgado. De esos talleristas se citan en particular cuatro de elllos, por haber continuado su constante quehacer literario: Alexis Cabezas (1963-), poeta de origen uruguayo y extensa residencia en Maracaibo, quien ha recogido sus creaciones en los volúmenes “Ventanas distintas“ y “SURcando EROSciones“, éste último publicado en 2008 por EDILUZ. Alberto Quero (1975-), licenciado en letras, profesor universitario, músico, cuentista y poeta laureado, quien ha publicado Dorso, Esfera, Fogaje y Aeromancia. Nicanor Cifuentes Gil, poeta entonces del Círculo Literario Juvenil de la Asociación de Escritores del Zulia, premiado en un concurso nacional de poesía liceísta y luchador ambientalista. Valentina Truneanu (1980), poetisa, narradora y ensayista, laureada en varias ocasiones, citada anteriormente, quien ha publicado: El mito de la segunda parte (2000). El otro frente del trabajo literario se asumiría en la ciudad de Maracaibo, bajo el nombre de los TALLERES LITERARIOS “LA CREACIÓN EN LOS LICEOS”: organizados en los cinco centros educativos de secundaria de más larga tradición en la ciudad: Los Liceos ”Rafael María Baralt”, ”Udón Pérez”, “José Ramón Yepes”, “Rómulo Gallegos” y “Guzmán Blanco”.
El TALLER DE CREACIÓN LITERARIA DE LA UNIVERSIDAD “DR. RAFAEL BELLOSO CHACÍN” (URBE) se organizaría en marzo de 1998 y en él se ha cultivado la poesía, la narrativa, el ensayo y la dramaturgia, además de haberse planificado una importante actividad comunitaria, con visitas periódicas a escuelas y liceos, bajo la pionera coordinación de la licenciada en letras y dramaturga Margarita Figueroa, dependiendo de la Directora de Cultura de la institución Fanny Lermont de Sandoval.
El TALLER DE POESÍA DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA “CECILIO ACOSTA” (UNICA) se instalaría bajo la coordinación del poeta y docente Edgar Medrano, quien además ha coordinado la “Cátedra Libre de Poesía Hesnor Rivera“. Más tarde, ese taller literario ha sido coordinado por el narrador Alberto Quero y en la actualidad por la poetisa Ana María Barrios.
Los TALLERES LITERARIOS DE LA DIRECCIÓN DE CULTURA DE LA UNIVERSIDAD DEL ZULIA se organizaron finalizando el dinámico siglo XX, a través de la Unidad de Información y Publicaciones, donde se dictaron: “Taller de Iniciación Literaria“ a cargo de José Quintero Weir; “Taller de Ensayo“, coordinado por Miguel Ángel Campos; “Iniciación al Wayuunaiki“, dictado por Jorge Pocaterra; “Instrospección y Lectura de Rafael Cadenas“, dirigido por Néstor Valbuena; “El lenguaje del Comic“, coordinado por Maik Ávila; y “La Enseñanza de la Literatura“, dictado por diversas especialistas en el área.
Durante gran parte de la década finisecular de la vigésima centuria existía la FUNDACIÓN “INSTITUTO DE EXPRESIÓN Y CREATIVIDAD” (FIDEC), creada bajo la presidencia del profesor y semiólogo Víctor Fuenmayor Ruiz, la cual se dedicaría a organizar los TALLERES INTERNACIONALES DE EXPRESIÓN Y CREATIVIDAD, con una frecuencia anual y con la colaboración del Ayuntamiento de Barcelona (España), donde han sido docentes, además del mismo Víctor Fuenmayor, la poetisa Zulema Moret, muy vinculada a Maracaibo donde ha residido, Marga Iñiguez, Fanny Lückert, Fátima Yadira Celis y Alexander Hernández, los dos últimos docentes zulianos y especialistas en expresión educacional y lenguajes en la práctica educacional, así como otros profesores de “Teatro en la Escuela“, “El cuento en la Escuela“ y “El proceso creativo de la Ciencia, Cultura, Civilización y Arte“, entre otros talleres implementados.
El 2 de marzo de 2002 fue instalado el TALLER PERMANENTE DE FORMACIÓN DE ESCRITORES “CÉSAR DAVID RINCÓN” DE LA SECRETARÍA DE CULTURA DEL ESTADO ZULIA, prácticamente como una continuación en el tiempo del conocido “Taller de Expresión Literaria de la Secretaría de Cultura del Estado Zulia“, implementado desde la creación de la misma institución en 1980, el cual a pesar de sus interrupciones, poseía 22 años de trayectoria en el medio cultural zuliano y había dado sus frutos al proceso literario regional, como hemos podido apreciar, creado por el poeta César David Rincón en la gestión de Lía de Bermúdez, el cual funcionaría bajo la eficiente coordinación del profesor Jorge Luis Mena, quien había orientado a numerosos jóvenes, algunos ya convertidos en “escritores“ de las generaciones surgidas en las décadas siguientes: 1980, 1990 y 2000 en la literatura de la región zuliana y otros, que sin haberse asumido como escritores, lo habían hecho como “lectores conscientes y críticos“, los dos fines fundamentales que puede y debe tener un buen taller literario. En esta nueva etapa, el taller estuvo coordinado por el poeta Jorge Govea Cabrera, valor literario generado en ese mismo taller en la década de 1980, sin embargo sus ocupaciones profesionales lo alejaron de esa hermosa labor y así, asumiría la coordinación la licenciada en letras, actriz y poetisa laureada Nereyda Pérez, en colaboración con el poeta y cronista Artemio Cepeda. Entre los talleristas de ese momento del nuevo milenio, se han citado: la escritora colombiana María Eugenia Restrepo, la poetisa de la Costa Oriental del Lago Yajaira Cabrita y el poeta y administrador Roberto Simancas, entre otros muchos. Más tarde, el actor teatral, novelista y licenciado en letras Milton Quero Arévalo se iba a encargar de la coordinación del taller, con la siempre presta colaboración de la poetisa Gladys Aquebeque. Separado el taller de su sede inicial en la Secretaría de Cultura por problemas organizativos, se hizo prácticamente independiente, se reduciría en el número de sus miembros y sería acogido por varios meses en el año 2004, en la Casa de la Capitulación, gracias al apoyo de Xiomara Rivas, de la “Casa de la Poesía del Estado Zulia”. Entre sus participantes más asiduos se encontraban: el artista visual y poeta Carlos Palazzi (1952), autor del poemario “Voces del Alma“; la educadora jubilada, cronista y poetisa para niños Elbia Pirela de Vargas, (1945), autora de “Juntando Piedritas 1 y 2“; la narradora para niños laureada y novelista Mary Elena Beltrán Purica (1976), autora de “La T alta“; la TSU en informática, cuentista y experta en ajedrez Marisol Delgado, todos con sus primeros libros publicados; el narrador de tema metafísico Edgar Robinson, de obra todavía inédita; y el administrador comercial, poeta, narrador y articulista político Roberto Simancas (196…), de obra muy extensa e inédita que abarca más de quince libros, entre poemarios, novelas, libros de cuentos y ensayos.
Para el mes de octubre de 2002 funcionaba el TALLER LITERARIO DE LA UNIVERSIDAD DEL ZULIA EN LA COSTA ORIENTAL DEL LAGO, teniendo como facilitadora a la poetisa Yajaira Cabrita Rivero y entre sus participantes a: Elizabeth Paredes, Rosimar Villasmil, Elianyel Díaz, Rosman Oliveros, Elizabeth Díaz y Yinenguz Camano, entre otros.
En el año 2003 fue creado el TALLER PERMANENTE DE POESÍA DE LA UNIVERSIDAD RAFAEL BELLOSO CHACIN (URBE), con el objetivo de promocionar y difundir la creación literaria de sus participantes e invitados. Desde entonces, “ha logrado consolidarse como un espacio reconocido para la difusión de la poesía y la literatura“, en el criterio de la Dirección de Cultura de esa Casa de Estudios, a cuyos Programas Culturales está adscrito.
Para el año 2006 se inició en la región zuliana, el SISTEMA NACIONAL DE TALLERES LITERARIOS DE LA CASA NACIONAL DE LAS LETRAS “ANDRÉS BELLO“.
En 2008 el TEL de la Secretaría de Cultura, pero esta vez con el nombre de Taller Permanente “César David Rincón”, en homenaje a su fundador, pudiendo desarrollar sus actividades en la Galería “Julio Árraga” y más tarde en la Biblioteca Pública del Estado Zulia “María Calcaño”, siendo aprovechado por los integrantes del grupo Catarsis, así como estimuló la creación del grupo literario Bitácora del Fuego (2014).
En 2013 surgió la asociación civil MOVIMIENTO POÉTICO DE MARACAIBO, encargado de organizar el Festival de Poesía de Maracaibo y que también ha venido realizando talleres literarios que han rendido sus frutos y sigue haciéndolo.
Peñas literarias
Las “Peñas Literarias” donde se hablaba y discutía sobre literatura y todos sus géneros (teatro, novela, drama, comedia y poesía), de los participantes y de todo que fuera letras. La más antigua peña conocida fue la Peña “El Rayo Azul” (1864), donde se reunía el poeta Ildefonso Vázquez con su maestro Yepes. Luego, hacía el final del siglo XIX abrió sus puertas la botillería o fuente de soda La Zulianita (1890), seguido del Centro de la Juventud a comienzos del siglo XX, como el Blue Buck (1918) a principios de siglo XX, espacios idóneos para la tertulia y la bohemia, a donde acudían los poetas, intelectuales, artistas y músicos de aquella época. Así mismo, la Peña literaria del Club del Comercio de Maracaibo que influyó en la creación del grupo “Tierra” en la década 1940 y una peña fundada en Mene Grande, del estonces distrito Bolívar, creada por el oftalmólogo y escritor Venacio Rosales, la cual se transformó en un grupo literario, frecuentado también por artistas plásticos (1964-1967).
La PEÑA LITERARIA DEL CLUB DEL COMERCIO DE MARACAIBO: Se mantenía en una época de actividad constante, al iniciarse el segundo quinquenio de la década de 1940. Era el momento cuando un grupo de escritores de Maracaibo se estaban estimulando a constituirse en una nueva agrupación literaria, para emular aquellos tiempos renovadores de “Seremos“ y “Vertical“, en momentos de libertad y democracia nacional, con un escritor de gran prestigio hispanoamericano como candidato presidencial de las mayorías. A ello se sumaría las visitas a Maracaibo, a principios del año 1946, de los poetas Nicolás Guillén y León Felipe, el primero escritor cubano con sus poemas rítmicos afro-negroides, quien vino acompañado del poeta venezolano Luis Pastori, de la Generación del 42 y el segundo, de la famosa Generación Española del 27, compañero de García Lorca, Alberti, Cernuda, Guillén y tantos otros valores del momento hispánico; muy poco tiempo después, llegaría el gran Andrés Eloy Blanco en su doble condición de político y poeta de las mayorías, arrasando con los públicos zulianos en todas sus concentraciones y recitales.
Es de destacar que la Casa de la Poesía “Mercedes Bermúdez de Belloso”, presidida por la poeta Xiomara Rivas, también puso en funcionamiento una serie de talleres literarios desde su fundación en 1995. Posteriormente, Rivas recibió la propuesta de la Lic. María Andrade Rodríguez, gerente general de CORPOZULIA, de crear un espacio cultural en la biblioteca de la Corporación y la presidenta de la Casa de la Poesía, presentó entonces la creación de la PEÑA LITERARIA “CÉSAR DAVID RINCÓN”, lo cual se hizo efectivo el 10 de septiembre de 2001, que también se había creado un poco para continuar esa modalidad de las viejas tertulias, como en antaño en la ciudad lo hacían los poetas. Estuvo dirigida por la propia Xiomara Rivas y participaron un nutrido grupo de diletantes de la literatura y la poesía especialmente, además de sumarse todos los miembros de la Casa de la Poesía.
El día que se instaló la peña salió publicada una invitación en forma de aviso en el diario Panorama y luego continuó publicando esos avisos en el periódico semanalmente, invitando a los miembros y a todo aquel que quisiera participar en la Peña. Rivas por su parte tenía la mayoría de los contactos de grupos e individualidades del ámbito literario, poetas, escritores e intelectuales del país. Es por ello, que se convirtió en un sitio de convergencia, de amor por la palabra y de disfrute del espíritu por la palabra. Ese espacio pasó a ser una referencia en la región y el país, por ella desfilaron grandes valores de las letras del estado Zulia y de Venezuela, contribuyendo con su presencia y obra a dar prestigio y dimensión a este especial espacio semanal de todos los miércoles.
A la Peña asistían como miembros, María Cristina Solaeche Galera, Yamilet Blanco, José Rafael Fuenmayor, Darío Romero, Emérita Mercado “Manona”, Emilia Manzano y otros. Sus actividades eran variadas: lecturas de poesía, charlas, conferencias, presentaciones de libros y escritores invitados de la región y el país, los cuales se mencionan a: Cécrope Prieto, Alberto Áñez Medina y Blas Perozo Naveda, del movimiento literario Maracuchismo-Leninismo, Julio Jiménez, Mariemma Mateo, Adelfa Giovanny, Nereyda Pérez, Luz Labath, Alexis Fernández, Alexis Blanco, Rafael Molina Vílchez, Magello Quintero Valencia, Jesús Ángel Semprún Parra e Yliana Morales, entre muchos otros. También asistieron como invitados poetas de la Costa Oriental del Lago de Maracaibo y del estado Táchira, Manuel Rojas, Lolita Robles de Mora y Pablo Mora. Organizó homenajes a los poetas Mercedes Bermúdez de Belloso, César David Rincón y Atilio Storey Richardson, entre otros. A petición de los mismos integrantes, la peña extendió sus actividades dedicadas al teatro, a la música, a los performances y hasta al cine experimental y los conciertos.
La Peña realizó con éxito dos concursos literarios, en dos ocasiones, con el patrocinio de CORPOZULIA: El Primer Concurso de Cuento, Ensayo y Poesía (1997) en homenaje a Gabriel Bracho. El Primer Premio de Poesía, lo obtuvo Carlos Ildemar Pérez; la Mención en Poesía la ganó Jorge Isaac Herrera Cepeda con su libro Letras del Zulia (1997); y otra Mención en Poesía con la obra Claroscuro y primer lugar en cuento con la obra Continuación de la historia, ambos fueron para Valentina Truneanu. La mención en el renglón Ensayo, la recibió José Gregorio Vílchez, siendo incluido en el libro colectivo Letras del Zulia, editado por esa Corporación en 1998. Dos años más tarde, el Segundo Concurso de Cuento, Ensayo y Poesía (1999), esta vez en homenaje a Hesnor Rivera: el Primer Premio de Cuentos, fue para Maik Ávila con el libro Moscas, puertas, palomas y el Primer Premio de Poesía, lo obtuvo Solange Rincón y el Primer Premio de Ensayo, se le concedió a Alberto Áñez Médina.
La Peña siempre funcionó en la biblioteca de CORPOZULIA, hasta que llegaron militares a dirigir los destinos de esa institución y prescindieron de la Peña. Algunos personajes representativos de la cultura del estado, trataron de interceder a favor de la Peña, pero fue infructuoso. A partir de este momento, estuvo la Peña inactiva, sin reunirse durante más de un año, hasta que por insistencia e invitación del economista Ricardo Rodríguez Ball, profesor de la UNERMB, se activó la Peña con reuniones sabatinas, en las aulas de postgrado de la UNERMB en la avenida Santa Rita, frente al Colegio Los Maristas por cuatro años más, exactamente hasta el año 2018, cuando la poeta Xiomara Rivas decidió viajar a Santa Marta (Colombia) y radicarse allí. Para que no desapareciera totalmente, Rivas continuó con la Peña en forma virtual, a través de una cuenta de Facebook con ese nombre. Es una de las peñas que se ha mantenido por más tiempo. Con la ida de la directora de la peña a la república de Colombia, se intentó mantenerla pero con el nombre de Hesnor Rivera, con miras a convertirla en grupo literario, la coordinación estaba entre Ricardo Rodríguez Ball y María Cristina Solaeche, pero por enfermedad y el deceso repentino de Solaeche, no se hizo posible este nuevo proyecto de continuidad de la peña. Pero como ya se dicho, la Peña Literaria César David Rincón se mantiene activa en las redes sociales.
La PEÑA LITERARIA “MARÍA CRISTINA SOLAECHE GALERA” nació en el Café-Librería Baralt, como un espacio sabatino para la discusión literaria, emulando un poco lo positivo de aquella Peña Literaria César David Rincón de la Casa de la Poesía, se dio inicio a la peña literaria del Teatro Baralt de Maracaibo, en homenaje a la poeta, narradora y ensayista María Cristina Solaeche Galera, quien fuera profesora emérita de la Universidad del Zulia y una divulgadora de la literatura venezolana. La creación de este nuevo espacio institucional coincidió con la instalación de un “Café-Librería”, centro de reunión y tertulias para la reflexión intelectual y la adquisición de libros nuevos y usados, clásicos de todas las áreas del conocimiento, para nutrir nuevas bibliotecas, gracias al surtido de Puerto de Libros.
Los encuentros de tertulias son todos los sábados desde las diez de la mañana, con una tasa de café y con un nuevo tema literario cada semana, con invitados y novedades editoriales; abierto al público y de entrada gratuita. La Peña es coordinada por el poeta Luis Perozo Cervantes, su creador. La Peña comenzó a funcionar formalmente con la presentación de cuatro libros de dos autores zulianos, que son los siguientes: Loa en honor a nuestra Madre Santísima Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá (2020), Un rey es un rey (2020) y El pez velero (2020), de Yazmina Jiménez, el 4 de septiembre de 2021; y Rosas marianas, La Chinita y los poetas zulianos (2020), de Jesús Ángel Semprún Parra, el 11 de septiembre de ese año.
En otros municipios del estado Zulia, y es el caso del municipio Machiques de Perijá, en su capital Machiques, sin duda destaca la PEÑA LITERARIA “JOSÉ DOMINGO MÁRQUEZ» (JDM), fundada el 16 de septiembre del año 2016, por un grupo de personas amantes de la creación literaria, impulsadas por sus inquietudes decidieron confirmar un espacio para compartir sus escritos y estimular la lectura, así como dar a conocer la obra de los poetas y escritores de ese municipio y contribuir con la cultura en general, entre quienes se encontraban y los que hoy siguen en el ruedo: Edgar Camarillo, Nario Márquez, Ramón León, Álvaro Taborda, Elizabeth González de Díaz, Yelena Carruyo, Rubén Márquez, Gumercindo Páez, Edgar Negrón, Nancy Márquez, María Pilar García Márquez y Énder Romero; de esta acción, surgió la Peña Literaria José Domingo (Mingo) Márquez, epónimo escogido para hacer honor a quien fuera singular personaje machiquense en el pasado siglo. Hoy la Peña Literaria «JDM», ha acumulado en su haber un interesante bagaje literario y cultural, al efecto, después de cinco años, se han presentado a instancias de ella, varias obras de escritores y poetas perijaneros, entre los cuales se puede mencionar a Ramón León (La Fundación, novela, Entre amigos y calles de Machiques, crónicas juveniles, y Andrés Eloy Negro, (biografía de Román Antonio Gutiérrez) y Adictos a la gasolina, (crónica satírica); Elizabeth González de Díaz: Mareas del pensamiento, (poemas), y Énder Romero: Un sueño arde en mi memoria, (poemario) y Madre del Agua y de la Selva, canto a la Sierra de Perijá. La Peña, también ha logrado incentivar a artistas de otros géneros, como la plástica y a trabajar con ahínco y perseverancia cada una de sus obras y actividades. En su quehacer cultural, la Peña, mantiene relaciones con otras instituciones como Sultana del Lago Editores, a través de su director el poeta Luis Perozo Cervantes, la Academia de la Historia del Estado Zulia, por medio de sus presidentes de turno, la Sociedad Civil Ganaderos de Machiques GADEMA, y otras instituciones y personalidades de la literatura y la cultura en general del Zulia. La Peña se ha comprometido a rescatar la poética popular, sobre todo la que se expresa por medio de la décima, género muy grato a los perijaneros de épocas pasadas. Igualmente, ha estimulado el rescate de la historia local y los personajes que la hicieron posible, acrecentando los valores telúricos de su gentilicio.
Literaturas étnicas
Con esta entrada titulada LITERATURA EN EL ZULIA DURANTE EL SIGLO XX A TRAVÉS DE LOS GRUPOS LITERARIOS, de carácter histórico-literario, se ha considerado históricamente válido, trasladar el estudio de esas literaturas étnicas, tanto aborígenes como afro-zuliana, a la época contemporánea, cuando han sido verdaderamente rescatadas, estudiadas y revalorizadas, desde luego, sin intentar asumir ninguna posición desconocedora ni discriminatoria del pasado histórico de esos pueblos étnicos, los cuales han constituido dos de las tres raíces mestizas de nuestra triple identidad cultural. Las LITERATURAS ABORÍGENES: Cuatro etnias indígenas se han conservado del pasado histórico milenario de los pobladores aborígenes prehispánicos en la cuenca del Lago de Maracaibo, las cuales conviven en el actual Estado Zulia, cada una con su idioma propio. A continuación se nombran con sus principales exponentes: Literatura wayúu: Miguel Ángel Jusayú, Ramón Paz Ipuana, Leoncio Pocaterra (Juan Pushaina) y José Ángel Fernández; Literatura yukpa: Javier Armato y Nubia Korombara; Literatura barí: Javier Achinkay Añandón; Literatura añú: hay que referirse al extraordinario trabajo de recuperación de esa cultura y a su estudio por parte del Dr. José Quintero Weir. La LITERATURA AFROZULIANA: Se ha denominado la cultivada en forma oral por la población de origen africano habitante del Zulia y fundamentalmente del municipio Sucre, población que desde los inicios del siglo XVII, mantuvo el poder creador de sus antepasados africanos, conservó la tradición o la mejoró, teniendo así los valores culturales que los identifican actualmente en la región zuliana y en toda Venezuela. El trabajo compilatorio lo realizó el cultor Juan de Dios Martínez, investigador de las culturas africanas en la región zuliana, convirtiéndose en estudioso de esas tradiciones afrocaribeñas en el Zulia, además de rescatar algunos nombres de esa expresión cultural.
La LITERATURA POPULAR es tenida en los casos de los diferentes pueblos del Zulia, como aquellos personajes de la localidad la mayoría de ellos sin estudios, algunos hasta no saben leer ni escribir, improvisan formas poéticas como la copla y la décima, en su estructura perfecta sin grandes pretensiones intelectuales, enfocada a contar historias y curiosidades del pueblo, aun de sí mismos y de otros personajes, que resultan entretenidas para el que la escucha, pero sin esmerarse por poseer un arte elevado, logrando llegar así a todas las clases sociales, incluso a aquellas poco habituadas a la lectura. Tenemos muchos ejemplos de estos poetas populares o decimistas en la región zuliana, se les llama repentistas. Hay profesionales con formación académica en estos pueblos del Zulia, que por mantener esa tradición repentista, han tenido el talento para dedicarse a ella y con un léxico más enriquecido. La CREACIÓN POPULAR: DECIMISTAS E IMPROVISADORES, ha sido recopilada parcialmente, esta tarea de rescate de estos valores populares de la poesía está pendiente. Cabe mencionar algunos de esos trabajos: Improvisadores populares del Zulia (1956), de Manuel Matos Romero; Décimas marenses I y II (2006 y 2007), de Alfonso Montiel Romero; y Décimas de los pueblos de agua (2008), de Giovanny Villalobos Áñez, entre otros.
En cuanto a los CRONISTAS y COSTUMBRISTAS, en el diccionario se incluyen a muchos de ellos, un género muy cultivado en el Zulia, a saber: Roberto A. Acedo (oficial), Hercolino Adrianza Álvarez, Nerio Adrianza, Adaúlfo Andrade, Romer Arapé García, Fernando Araujo, Orlando Arrieta, Luis Arrieta Acosta, Abraham Belloso Rossell, David Belloso Rossell, Claudio Bozo, Alí Brett Martínez, Guillermo Bustamante Flores, Solano Calles Paz, Jesús Cano, César Casa Rincón, Eudomario Castillo, Fernando Chumaceiro, Artemio Cepeda, Fernando Colina, José Colmenares, Eddy Rafael Crespo, Román Delgado, Régulo Díaz “Kururvinda”, Mario Fernández, Evaristo Fernández Ocando, Guillermo Ferrer (0ficial), Carlos Firnhaber, Gabriel Franchi Molina, Ernesto García Mac Gregor, Pantaleón García, Francisco Gotera Alarce, Ángel Emiro Govea, Fernando Guerrero Matheus, Alberto Gürere, Emiliano Hernández, Luis Guillermo Hernández, Marcial Hernández, Roberto Jiménez Maggiolo, Diego Jugo Ramírez, Lenín López Ferrer, Limardo López Corona, Cósimo Mandrillo, Manuel Antonio Marín J., Andrés Mariño Palacio, Mauricio Martínez García, Sisoes Molero Romero, José Molinares, Kurt Nagel Von Jess (oficial), Vinicio Nava Urribarrí, Américo Negrette, Alberto Pachano, Pedro Luis Padrón (oficial), Manuel Pérez Gil (oficial), Jairo Pérez Leiva, Jesús Prieto Soto, Alberto Quirós Corradi, Jinderson Quiroz, Adelso Ramírez, José Ramírez, Jesús Santiago Rodríguez, Antonio Romero Prieto, Leontine Roncajolo, Elías Sánchez RubioManolo Silva, Ciro Urdaneta Bravo, Rafael Vargas, Bernardo Villasmil y otros.
LITERATURA INFANTIL O LA LITERATURA ESCRITA POR ADULTOS PARA NIÑOS
Constituye el conjunto de textos literarios que se ha considerado idóneos para los más pequeños porque estos la pueden entender y disfrutar, lo que quiere decir que es una literatura para ser leídas por los niños. Algunas agrupaciones y talleres en Maracaibo, han intentado ensayar con éxito una literatura infantil auténtica, es decir escrita por los propios niños. En el Zulia algunos de esos escritores para niños han sido: Rosa Virginia Martínez, Ida Dos Santos, Esther María Osses, Josefina Urdaneta, Inés Laredo, Miguel Ángel Jusayú, Ramón Paz Ipuana, Laura Antillano, Cósimo Mandrillo, Carlos Ildemar Pérez, Jacqueline Goldberg, Lilia Boscán de Lombardi y Beatriz Pineda de Sansone, entre otros.
Investigación literaria
Esta no es solamente hallar algo nuevo en una obra literaria, sino que es también desde la perspectiva del autor de este diccionario, la localización de obras que son desconocidos para la mayoría, al igual que sus autores; ubicar las generaciones o agrupaciones literarias con sus manifiestos, si es que lo tienen; y las actividades que realizan para promocionar y difundir la literatura, todo ello con la aspiración de sistematizarla para conocer sus orígenes, evolución y desarrollo. Sobre la literatura zuliana o hecha en el Zulia, ha habido investigadores parciales y totales. Entre los investigadores parciales, que han abarcado algunos aspectos y autores, tenemos a: Humberto Cuenca, Yliana Morales Gollarza y Valmore Muñoz Artega, entre otros. Y los que han intentado investigaciones y estudios más amplios, de épocas y autores: Luis Ovidio Quirós, Camilo Balza Donatti, Luis Guillermo Hernández, Cósimo Mandrillo y Jesús Ángel Semprún Parra.
A continuación la segunda propuesta de las dos modalidades de estudios de la literatura zuliana: 1. Grupos, generaciones y movimientos literarios en el Zulia y 2. Escritores o autores de la literatura zuliana no agrupados. De estos últimos se tienen a los siguientes:
Los poetas
Javier Abreu, Roberto A. Acedo, Hercolino Adrianza Álvarez, Carlos Aguirre Fulcado, Edgar Alfonzo, Rafael José Alfonzo, Hernán Alvarado, José Ramón Álvarez, Adaúlfo Andrade, Octavio Andrade Delgado, Martín Áñez, Reyman Áñez Bozo, Adán Áñez Chacín, Alberto Áñez Medina, Alfredo Áñez Medina, Ciro Áñez Molina, Robert Arapé, Darwin Araujo, Esteban Araujo, Esteban Matos Arenas, Enrique Arenas, Iván Ávila, Rafael Ávila Cuervo “Titán” (poeta popular), Camilo Balza Donatti, Luis Eduardo Barraza, Luis Ángel Barreto, Mercedes Bermúdez de Belloso, Douglas Bohórquez, Tibaldo Enrique Borjas, Felipe Boscán Ortogoza, Víctor Bravo, José Bravo Ríos, Petro Mestro, Carlos Maglione, Cósimo Mandrillo, H. R. Marín Fonseca, José Antonio Martín, Manuel Martínez Acuña, Eduardo Matthyas Lossada, Adolfo Medina, Jorge Luis Mena, Edgar Méndez, Emérita Mercado, Benito Mieses, Euro Montero, Alicia Montero, Ricardo Montiel, Valmore Muñoz Arteaga. Manuel Noriega Trigo, Tito Núñez Silva, Bartolomé Osorio Urdaneta, Luis Oquendo, José Ramón Ortega, Simón Palmar (poeta popular), Pedro Palmar (poeta popular), Juan Darío Parra, Miguel Ángel Paz, Carlos Ildemar Pérez, Ramón Elías Pérez, Luis Perozo Cervantes, Blas Perozo Naveda, Edgar Petit, Juan Pintó, José Ramón Pocaterra, Leoncio Pocaterra, Maribel Prieto, Omar Ramírez, César David Rincón, Otto Rincón, Graciela Rincón Calcaño, Jesús Bríñez (poeta popular), José Antonio Butrón Olivares, Humberto Campos Brice, Luis Ignacio Cárdenas, Efraín Carvajal Centeno, José Castillo Romero, Nicanor Cifuentes, Nicanor Cifuentes Gil, Israel Colina, Héctor Cuenca, Ramón Alberto Escalante, Ebraim Faría Reyes, Germán Farías Harris, Alexis Fernández, José Ángel Fernández, Mario Fernández, Reinaldo de Fernández, Guillermo Ferrer, Hugo Figueroa Brett, Genoveva Finol, Yldefonso Finol, José Javier Franco, Alejandro Fuenmayor, Gustavo Fuenmayor, José Rafael Fuenmayor, Claudio García Soto, Reinaldo Gil Beroes, Américo Gollo, Alberto J. González, Ana Delia González, José “Cheo” González, Nelson González Leal, Manuel González Herrera, Simón González Peña, Tarcy González Reyes, Humberto González Rincón, Humbertto González Villalobos, Jorge Govea Cabrera, Luis Guillermo Govea, Norbith Graterol, Jorge Gutiérrez, Douglas Gutiérrez Ludovic, Iván Heras Villalobos, Emilano Hernández, Marcial Hernández, Miguel Ángel Hernández, Nazarus Iriarte, Julio Jiménez, Alberto Jiménez Ure, Carlos de La Cruz, Ignacio de La Cruz, Néstor Leal, Enrique León, José Javier León, Limardo López Corona, Jesús Enrique Lossada, Olga Luzardo, Rafael Machado, Ángel Madriz, Berthy Ríos, Pablo Riquelme, Xiomara Rivas, Celalba Rivera, Hesnor Rivera, Ely Saúl Rodríguez, Valmore Rodríguez, Juan Gregorio Rodríguez Sánchez, Edixon Rosales, Eduard Enrique Ruidíaz, Ricardo Ruiz Caldera, Zulay Sanabria, Edgar A. Sánchez P., Laurencio Sánchez Palomares, Elías Sánchez Rubio, Víctor Raúl Sandoval, Jorge Schmidke, Jesús Semprum, Atilio Storey Richardson, Enrique Terán, Juan Tinoco, Iván Trejo, Guillermo Trujillo Durán, J. A. Ugas Morán, Roberto Morán, Ismael Urdaneta, Manuel Orángel Urdaneta, María Luisa Urdaneta Scandela, Víctor Vielma, José Gregorio Vílchez, Pedro Yajure, Rafael Yepes Trujillo, Laura Antillano, María Elvira Áñez, Gladys Aquebeque, Ana Arenas, Margarita Arribas, Triana Asián, Neida Atencio, María Elena Beltrán Purica, Yamilet Blanco, Lilia Boscán de Lombardi, María Eugenia Bravo, Elsa Büsing de Carroz, María Calcaño, Sandra Cardozo, Maruja Dagnino, Margoth Díaz Urdaneta, Ida Dos Santos, Asiloe Espina, Lidda Franco Faría, Emérita Fuenmayor, Adelfa Giovanny Rodríguez, Ylse Gadoy, Jacqueline Goldberg, Florence Hogreul Fuenmayor, Yanira Labarca, Naya Mandaluniz, Higinia Marín “Hiroma”, Rosanna Marín, Rosa Virginia Martínez, Gloria Alba Molero, Leisie Montiel Spluga, Yliana Morales, Isabel Ortega, Beatriz Pineda, Ada Reyes Yépez, Tarcila Reyes, Solange Rincón, María Cristina Solaeche Galera, Maritza Tarre Murzi, Valentina Truneanu, Berta Vega, Miyó Vestrini, Irene Walshe y otros.
Los cuentistas
Laura Antillano, Adán Áñez Chacín, Marvelis Aponte, Charles y Romer Arapé, Eduardo Arcila Farías, Gustavo Ardín, Ángel Enrique Arévalo, Elizabeth Auvert, Jorge Luis Barboza, Mercedes Bermúdez de Belloso, Manuel Bermúdez Romero, Diana Bohórquez, Julio Borges Rosales, Claudio Bozo, Francisco Bracho, Evaristo Bracho, Gabriel Bracho Montiel, Víctor Bravo Mendoza, Luis Albarrán Bravo, Rafael José Alfonso, Lina Andara, José Luis Angarita Ávila, Lola Aniyar de Castro, Alberto Áñez Medina, Gladys Aquebeque, Darwin Araujo, Javier Armato, Emperatriz Arreaza Camero, Margarita Arribas, Domingo Arrieche, Olga Atencio, Maik Ávila, Camilo Balza Donatti, Pedro Alciro Barboza de la Torre, Luis Guillermo Barrera Linares, Reinaldo Barrientos, Lisbeth Becerra Rondón, Abraham y David Belloso Rossell, María Elena Beltrán Purica, Steven Bermúdez, Francisco Bonivento, Julio Borges Rosales, Tibaldo Enrique Borjas, Víctor Bravo, Santander Cabrera, María Calcaño, Themis Caldera, Solano Calles Paz, María Paulina Camejo, Miguel Ángel Campos, Luis Cárdenas, Carlos Caridad Montero, Efraín Carvajal Centeno, José Antonio Castro, Fátima Yadira Celis, Artemio Cepeda, Vidal Chávez López, César Chirinos, Orlando Chirinos, Israel Colina, Eddy Rafael Crespo, Clarence Javier Cubillán, Myriam Cupello, Maruja Dagnino, Matilde Daviú, Ida Dos Santos, Dalberto Dubuc, Ramón Alberto Escalante, Martha Estrada Pirela, Ebrahim Faría Reyes, Germán Farías Harris, Alexis Fernández, Javier Fernández, Mario Fernández, Yeomara Fernández, Guillermo Ferrer, Ángel Ferrer González, Hugo Figueroa Brett, Yldefonso Finol, Rafael Finol Meléndez, José Javier Franco, Emérita Fuenmayor, Jorge García Tamayo, Jacqueline Goldberg, Américo Gollo, José “Cheo” González, Asmery González, Tarcy González Reyes, Mariela Guillén, Siglic Gutiérrez, Norbith Graterol, Douglas Gutiérrez Ludovic, Alexander Hernández, Emiliano Hernández, Felipe Hernández, Gladys Hernández, Marcial Hernández, Santiago Hernández Yepes, Carmen Hinestroza Álvarez, Dámaso Jiménez, Yazmina Jiménez, Roberto Jiménez Maggiolo, Alberto Jiménez Ure, Legio Joaquínez, Miguel Ángel Jusayú, Yanira Labarca, Manuel Larreal, Mario León, Ramón León Govea, Alfredo Lescher, José Lira Barboza, Antonio López Epieyu, Jesús Enrique Lossada, Olga Luzardo, Cósimo Mandrillo, Beatriz Manrique Urdaneta, Andrés Mariño Palacio, Raúl Manzano, Higinia Marín de Marín “Hiroma”, H.R. Marín Fonseca, José Antonio Martín, Mauricio Martínez García, Omar Martínez González, Eduardo Matthyas Lossada, Simón Meléndez Martínez, Juan Mendoza, Aníbal Mestre Fuenmayor, Oleski Miranda, Mariano Nava, Américo Negrette, Norberto José Olivar, Rutilio Ortega González, Iraset Páez Urdaneta, Gilberto Parra Zapata, Ramón Paz Ipuana, Fernando Perdomo, Arbonio Pérez, Ramón Elías Pérez, Carlos J. Pernía, Blas Perozo Naveda, Beatriz Pineda de Sansone, Luis Pino Ochoa, Enrique Plata Ramírez, Leoncio Pocaterra, Orlando Prado, Alberto Quero, José Quintero Weir, Magello Quintero Valencia, José Ramírez, Carlos Ramírez Faría, Vitelio Reyes, César David Rincón, Elio Rincón Boscán, Patricia Rincón, Berthy Ríos, Francisco y Pablo Riquelme, Hesnor Rivera, Ely Saúl Rodríguez, Antonio Romero Prieto, María Margarita Romero, Javier Rondón, Ricardo Ruiz Caldera, Elías Sánchez Rubio, Jesús Semprum, Marco Tulio y Milagros Socorro, Josefina Urdaneta, Ismael Urdaneta, Ramón C. Urdaneta, Atala Uriana, Emilio Valero, Patricia Venti, Miyó Vestrini, Víctor Vielma, Agustín Darío Villasmil, Bernardo Villasmil y otros.
Los novelistas
Atilio Abreu Fuenmayor, Laura Antillano, Adán Áñez Chacín, Héctor Araujo Ortega (inédito), Rafael Ángel Araujo Otero, Mariela Arvelo (de ambientación zuliana), Javier Auqué Lara (de ambientación zuliana), Elizabeth Auvert, Samuel Báez, Vicente Blasco Ibáñez (de ambientación zuliana), Ángel Rafael Boscán, Claudio Bozo, Gabriel Bracho Montiel, Alí Brett Martínez (de ambientación zuliana), Mario Briceño Iragorry, Gabriel Briceño Romero, Adolfo Briceño Picón (de ambientación zuliana), Condesa Calvany (de ambientación zuliana), María Paulina Camejo, Henri Cherriere (de ambientación zuliana), César Chirinos, Orlando Chirinos, Jelvis Chirinos Jiménez, Inés Cuñarro de Dobsky, Carmen D’Grecia, S. Joaquín Delgado, Ramón Díaz Sánchez (de ambientación zuliana), Dalberto Dubuc, Ramón Alberto Escalante, Aarón Espinoza, Alexis Fernández, Guillermo Ferrer, Ángel Eduardo Ferrer González, Víctor Fuenmayor, Anthony Frassino González, Rómulo Gallegos (de ambientación zuliana), Alejandro García Maldonado (de ambientación zuliana), Jorge García Tamayo, Fernando Gil Sánchez (de ambientación zuliana), Norbith Graterol, Luis Enrique Homes Jiménez, Flor María Guillén, Emiliano Hernández, Heberto Hernández Belloso, Santiago Hernández Yepes, Luis Carlos Herrera, Alberto Jiménez Ure, Legio Joaquínez, Ramiro Larreal, José Lira Barboza, Eloy López, Enrique López Bustamante, Isaac López Freyle, Antonio López Epieyú, Francisco Aniceto Lugo, Raúl A. Manzano Betancourt, Andrés Mariño Palacio, José Antonio Martín, Yorbis Márquez, Marisol Marrero (de ambientación zuliana), Edison Martínez, Manuel Martínez Acuña, Eduardo Matthyas Lossada, Simón Meléndez Martínez, José Luis Méndez, Alí Augusto Morales Duarte, Andrés Simón Moreno A., María de Lourdes Nava, Américo Negrette, Jorge Nevado, Alberto Nucete, Cándido E. Núñez Morales, José Napoleón Oropeza (de ambientación zuliana), Simeón Ortiz, Elvira Osorio de Cupello, Gabriel Antonio Parra, Juan Darío Parra, Camila Peña Vargas, Antonio Pérez Esclarín, Miguel Ángel Pérez Pirela, Blas Perozo Naveda, Enrique Plata Ramírez, José Rafael Pocaterra (de ambientación zuliana), Orlando Prado Hurtado, Milton Quero, Joaquín Quintero Quintero, Magello Warner Quintero Valencia, José Quintero Weir, José Ramírez, Carlos Ramírez Faría, Domingo Alberto Rangel (de ambientación zuliana), Francisco Rincón Ortega, Berthy Ríos, Vinicio Romero Martínez, Javier Rondón, Ángel Domingo Rueda, Ricardo Ruiz Caldera, Elías Sánchez Rubio, Rafita Santoyo de Mascherin, José Serra Crespo, Stirling Silliphant (de ambientación zuliana), Oscar Silva, José Soto, Michelle Torrealba, César Uribe Piedrahita (de ambientación zuliana), Vicente Emilio Zabala y otros.
Biógrafos, ensayistas y críticos literarios
Biógrafos: Nectario Andrade Labarca, Carlos Arbeláez Urdaneta, Emperatriz Arreaza Camero, Orlando Arrieta, Víctor Barret de Nazaris, Carmen Bohórquez, Diana Bohórquez, Ángel Francisco Brice, William Ferrer, Gabriel Briceño Romero, Nora Bustamante, Edgar Camarillo, Augusto Cárdenas, Alberto Castellano i Castro, Rafael Ramón Castellano, Luis Colina Hidalgo, Humberto Cuenca, Julio Fernández, Guillermo Ferrer, José Finol Linares, José Antonio Gando Bustamante, Hugolino Hernández, Luis Guillermo Hernández, Santiago Hernández Yepes, Roberto Jiménez Maggiolo, Luis Alberto Leal, Tulio Luzardo Michelena, Víctor Hugo Márquez, Antonio Márquez Morales, Manuel Matos Romero, Marlene Nava, Lina Mendoza de Hernández, Rafael Molina Vílchez, Gladys Monroy de Pino, Carlos Montiel Molero, Gastón Montiel Villasmil, Juan Carlos Morales Manzur, Eudo Morales Villalobos, Miguel Ángel Mudarra, Edixon Ochoa, Francisco Ochoa, Humberto Ochoa Urdaneta, Christian Oldenburg, Atenógenes Olivares, Luis Oquendo, Miguel Ordóñez, Rutilio Ortega González, Pedro Luis Padrón, Pablo Nigal Palmar Paz, Darío Parra, Iván Darío Parra, Enrique Parra Bernal, Miguel Ángel Paz, Antonio Pérez Esclarín, Agustín Pérez Piñango, Hermann Petzold Pernía, Adolfo Pons, Roger Porras Belisario, Julio Portillo, Nancy Portillo B., César Prieto Oberto, Jesús Prieto Soto, Ignacio Quintana, Joaquín Quintero Quintero, José Ramírez, Aniceto Ramírez y Astier, Vitelio Reyes, Horacio Reyes Sirit, Nerio Rincón Pirela, José María Rivas, Tomás Rodríguez Rojas, Juan Gregorio Rodríguez Sánchez, María Cristina Solaeche Galera, Ofelia Soto, Vinicio Romero Martínez, Antonio Romero Prieto, Jesús Ángel Semprún Parra, Adrián Setién Peña, José Isidro Silva, Rafael Soto Verde, Luis Suárez Rendiles, Ramón Trononis Vale, Arístides Urdaneta, Henry José Valbuena, Antonio Vaquero Rojo, Ronny Velásquez, Carlos Zabaleta, Leszek Zawisza y otros. Críticos: Hercolino Adrianza Álvarez, Víctor Manuel Álvarez, Camilo Balza Donatti, Tito Balza Santaella, Arsenio Bracho Campos, Víctor Bravo, Miguel Ángel Campos, Fulgencio María Carías, José Antonio Castro, Artemio Cepeda, Julio Santos Corredor Ruiz, Héctor Cuenca, Humberto Cuenca, Javier Fernández, Guillermo Ferrer, Hugo Figueroa Brett, José Enrique Finol, Víctor Fuenmayor, Johan Gotera, Antonio M. Isea, Alberto Jiménez Ure, Oswaldo Larrazábal Henríquez, Néstor Leal, Cósimo Mandrillo, Andrés Mariño PalacioEdgar Medrano, Jorge Luis Mena, Valmore Muñoz Arteaga, José Francisco Ortiz, Iraset Páez Urdaneta, José Ramírez, César David Rincón, Otto Rincón, Berthy Ríos, Aníbal Rodríguez Silva, Jesús Ángel Semprún Parra, Atlio Storey Richardson y otros. Investigadores: Edgar Alfonzo, José Ramón Álvarez, Alberto Áñez Medina, Marvelis Aponte, Ana Arenas, Enrique Arenas, Camilo Balza Donatti, Luis Barrera Linares, Douglas Bohórquez, Víctor Bravo, Dilia Flores Díaz, Jorge Govea, Luis Guillermo Hernández, Antonio M. Isea, Oswaldo Larraqzábal Henríquez, Cósimo Mandrillo, Agustín Millares Carlo, Alicia Montero, Leisie Montiel Spliuga, Yliana Morales, Mariano Nava, Juan Darío Parra, Enrique Plata Ramírez, Aníbal Rodríguez Silva, Jesús Angel Semprún Parra y otros.
Los dramaturgos
La dramaturgia está referida a los dramaturgos o autores de obras teatrales, es decir, quienes la escriben. Desde el XIX han existidos dramaturgos en el Zulia, aun en el siglo XVIII un caso reconocido. Lamentablemente es un género que se ha publicado poco en forma de libro, desde esa fecha remota hasta el presente. Se nombran a continuación algunos de ellos, incluidos en este diccionario: Freddy Aguilar, Alonso Alaña, Luis Albarrán Bravo, Hernán Alvarado, Ingrid Araujo, Emperatriz Arreaza Camero, Elizabeth Auvert, Maik Ávila, Ricardo Ávila, Reinaldo Barrientos, Abraham Belloso Rossell, Silvio Beltrán, Carmen Delia Bencomo, Luis Bermúdez, Mercedes Bermúdez de Belloso, Titina Blanco, Felipe Boscán Ortigoza, Arsenio Bracho Campos, Gabriel Bracho Montiel, William Briceño, Pedro Butrón, Alberto Castellano i Castro, Jesse Castro, Jhnnys Chávez Boscán, César Chirinos, Evelyn Choukier, Dennys Fernández, Juan Evangelista Fernández, Mario Fernández, Margarita Figueroa, Vidal Figueroa, Ángel Fuenmayor, Víctor Fuenmayor, Theotiste Gallegos, Jacqueline Goldberg, Ramón González, Ángela Guillén, Dianora Hernández, Marcial Hernández, Miguel Ángel Hernández, Heberto Hernández Belloso, Yazmina Jiménez, Enrique León, Jesús Enrique Lossada, José Gregorio Magdaleno, Manuel Antonio Marín J. (El Mocho Marín), Rosa Virginia Martínez, Ángel Alberto Morillo, Alexis Ochoa, Nelly Oliver, José Parra Finol, Carlos Ildemar Pérez, Agustín Pérez Piñango, Carlos J. Pernía, Marvin Pirela, Carlos Ramírez Faría, César Rengifo, Anselmo Reyes Navarro, Graciela Rincón Calcaño, Melecio Rincón Toledo, Enzo Ríos, Aníbal Rodríguez C., Ito Rodríguez, Enrique Romero, Vinicio Romero Martínez, Javier Rondón, Ernesto Rubino, J. Guillermo Sánchez, Henry Semprún, Javier Socorro Moreno, Antonio María Soto, Lolimar Suárez, Enrique Terán, Manuel Orángel Urdaneta, Orlando Urdaneta, Romer Urdaneta y otros.
Consideraciones finales
Con estas dos extensas entradas: LITERATURA EN EL ZULIA EN EL SIGLO XIX y LITERATURA EN EL ZULIA DURANTE EL SIGLO XX A TRAVÉS DE LOS GRUPOS LITERARIOS, se presenta una panorámica de más de 200 años de literatura hecha en el Zulia, donde se hace referencia a autores, obras, generaciones, movimientos y grupos literarios, así como a los órganos de expresión de esas agrupaciones. Toda esa información hilada en forma cronológica, con el objetivo fundamental que sirva de guía idónea para redactar una futura historia crítica de la literatura en el Zulia, inserta dentro del proceso literario venezolano y no como historia aislada. Así como en esta obra de carácter lexicográfico están contenidas las claves para tal cometimiento. También servirá para realizar estudios parciales de esa literatura y continuar las investigaciones en la búsqueda de autores y obras que no se conozcan y de agrupaciones literarias que existieron y no aparecen incluidas en este diccionario. Este trabajo se propone registrar sin valoración crítica de la literatura hecha en el Zulia, eso lo harán quienes se propongan hacer estudios de autores y épocas, empleando las metodologías del caso y con ojo crítico. Además es un esfuerzo para que las presentes y futuras generaciones preserven el material bibliográfico literario, sobre todo de obras que están a punto de desaparecer –patrimonio bibliográfico del Zulia– que por ser antiguas requieren un trato especial de parte de los bibliotecólogos y archivistas, y por supuesto, por las instituciones oficiales dedicadas a eso. Al final aparece una especie de nómina de los escritores por género literario (poetas, narradores, ensayistas, dramaturgos, cronistas, críticos, biógrafos y otros) algunos o la mayoría de ellos no agrupados o que se iniciaron en un grupo literario juvenil y luego continuaron con su trabajo de creación literaria individual y que se podrá estudiar a cada uno de ellos por separado. Todos están incluidos en este diccionario, también podrán ser consultados en el Diccionario general del Zulia (cuatro volúmenes), de Luis Guillermo Hernández y de quien esto escribe, con datos bibliográficos completos de las obras publicadas por esos escritores y sus fuentes específicas, es decir, todo lo escrito sobre ellos. Para finalizar y de manera conclusiva, el estudio de la literatura zuliana desde sus inicios puede también ser abordada por corrientes literarias, pero como se sabe no estaban a tono con la literatura universal, utilizando un término que no gusta mucho, como es el de “tardío”, a la hora de ubicar a uno de esos escritores o grupos en determinada corriente literaria, sea neoclásica, romántica, parnasiana, simbolista y otras, y en el caso del Modernismo, los escritores de Maracaibo vivieron su época a tono con el movimiento, tal vez extendiéndose mucho en el tiempo, exceptuando aquellos que intentaron cierta renovación en las letras, para situarse en una etapa pre-vanguardista aun a nivel nacional. Luego, vino un período de crisis literaria en Maracaibo por no producirse cambios y mantenerse en viejas escuelas, con algunas excepciones. Cabe decir, aunque algunos escritores se enmarcaron en las corrientes como las mencionadas de manera tardía, lo hicieron de modo particular, adaptada a su contexto y eso es lo que se tuvo y se tiene. Hasta que en el Zulia y en la ciudad de Maracaibo se encaminó definitivamente por la modernidad literaria.
Tomado de: Diccionario general de la literatura en el Zulia (2021), de Jesús Ángel Semprún Parra